Para Winnicott el ser humano no puede alcanzar la perfección, y estamos en condición de afirmar que es mejor no proponérselo. Ningún humano puede ser del todo auténtico; no obstante, podemos aspirar a ser reales y capacitados para vivir una vida en primera persona. La ayuda psicoterapéutica debe centrarse en este propósito.
En palabras de Winnicott:
:: En el individuo sano cuyo ser presenta un aspecto sumiso, pero que, pese a ello, existe, es creador y espontáneo, existe simultáneamente la capacidad para el empleo de símbolos. Dicho de otro modo, en este caso, la salud se halla estrechamente individual para vivir en una zona intermedia entre el sueño y la realidad, y que recibe el nombre de vida cultural. (Winnicott, 1960).
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