[...] Cuando hay discrepancias teóricas entre autores o escuelas, es mucho mejor exponerlas y discutirlas que recurrir al ataque usando la biografía como arma arrojadiza. Actuar así es desmerecer el psicoanálisis. Interpretar contenidos mentales sin dialogar cierra las posibilidades de comprensión.
Tampoco fue una actitud ética la de Joan Rivière que, por desviarse del dogma kleiniano, utilizó el material obtenido en las sesiones analíticas con él para intentar ponerle en mal lugar.
Así se expresó Winnicott a Masud Khan: "Yo no puedo decir que estuve en análisis con Joan Rivière, es cierto que me analizó durante cinco años y siguió analizándome durante discusiones en reuniones científicas".
Tenemos la impresión de que Winnicott debió de ser una persona solidaria y sensible ante las necesidades de los más débiles, que estuvo plenamente convencido de que el entorno facilitaba y proporcionaba a los niños las condiciones necesarias para garantizar un crecimiento adecuado. No creía demasiado en la mente autónoma, aislada de la relación e impelida desde dentro por su pulsionalidad. Siempre se preguntaba cómo era el niño que estudiaba y cómo eran las personas que estaban a su cargo. A partir de aquí, podía investigar la interacción y la interdependencia entre ambos.
Francesc Sáiz Bermejo
Winnicott y la perspectiva Relacional en el Psicoanálisis. Herder, 2017, Barcelona
Pág.: 52
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