La lengua nos la enseña la madre para atarnos a la lengua materna. Un suceso tan elemental y primitivo condiciona que sea ese mismo instrumento el encargado de apartarnos. Las lenguas nos unen y separan al mismo tiempo.
El lenguaje, dice Sartre, es "caparazón y antena", pero el escritor, ennoblecido con las insignias del cinismo, va aún más lejos, escribe para hacerse amar "más" por la madre. La escritura es el medio de denunciar ante el juicio materno la conducta del padre, mientras que para el hipócrita, que ha perdido empaque mortífero, se limita a conciliar, a hacer pucheros, a poner palabras por escrito, no a escribir.
Fernando Colina: Cinismo, discreción y desconfianza
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo.
Un libro para releer con papel y bolígrafo. Excelente ensayo, tanto como su complejidad
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