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Paz y Ciencia

martes, 16 de octubre de 2012

Taxonomía psiquiátrica del Gran Poeta Borges

 
 
 
Husmeador del azar y el designio, escudriñador perenne del infinito y la eternidad, imaginador de laberintos sofocantes y estériles, Jorge Luis Borges habría sido sápido comentarista del propósito descomunal de la clasificación de las enfermedades mentales en sus distintas vertientes. Casi compuesta adrede respecto al tema, citamos esta magistral parrafada borgeana donde el autor ejemplifica, exalta y finalmente desprecia cierta utópica e inabordable taxonomía:


"Esas ambigüedades, redundancias y deficiencias recuerdan las que el doctor Franz Kuhn atribuye a cierta enciclopedia china que se titula Emporio celestial de conocimientos benévolos. En sus remotas páginas está escrito que los animales se dividen en

(a) pertenecientes al Emperador,
(b) embalsamados,
(c) amaestrados,
(d) lechones,
(e) sirenas,
(f) fabulosos,
(g) perros sueltos,
(h) incluidos en esta clasificación,
(i) que se agitan como locos,
(j) innumerables,
(k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello,
(l) etcétera,
(m) que acaban de romper el jarrón,
(n) que de lejos parecen moscas."

 
Luego de alardear con eruditas referencias, conjeturar hallazgos, circunscribir desconciertos, Borges extiende luego de varios renglones una misericordiosa dádiva para los clasificadores de ayer y de hoy -y de siempre-:

 
"(...) notoriamente no hay clasificación del universo que no sea arbitraria y conjetural. La razón es muy simple: no sabemos qué cosa es el universo."

 
Y al parecer, análogamente, tampoco sabemos cabalmente qué es la enfermedad mental.
El texto de Borges remata citando sin piedad una frase de Chesterton abrumadora e inapelable.
 
 
 
Locura y creatividad


Pero ¿dónde se encuentra el límite entre locura y normalidad? Quizás exista un espacio mental y conductual donde estos dos conceptos convivan en cierta armonía. Y a lo mejor ese estado intermedio lo podríamos englobar dentro de lo que entendemos por creatividad.

Resulta que la creatividad ha ido siempre de la mano de la cultura, del arte, y antaño se consideraba al arte sinónimo divino, que derivaba de las musas y de los propios dioses, y también que provenía de la locura.

Muchas de las manifestaciones creativas que hemos aprendido a admirar podrían haber sido clasificadas de locuras en otras épocas. Y otra paradoja: muchas de las terapias actuales para tratar a pacientes se desarrollan por medio de su propia creatividad.
Sin duda la creatividad, la locura y la razón tienen un maravilloso y difícil de explicar hilo de conexión. Sin contar con que existen estudios científicos que han encontrado asombrosas similitudes entre los procesos neuronales de las personas creativas y de aquellas que padecen algún tipo de esquizofrenia. Se habla de la baja densidad de receptores de dopamina en el tálamo, que es la parte del cerebro que se encarga de filtrar todo lo relacionado con la información.


La locura puede ser tomada con una forma de expresarse libremente sin reglas, sin compromisos sociales, ni siquiera individuales y la creatividad es el medio de expresión por el cual un artista desarrolla un tema libremente. Sin duda razón, creatividad y un ligero toque de locura pueden comunicarse entre sí. Pero, sea lo que sea hay una constante humana que para lo bueno y para lo malo cumplimos a rajatabla: “cada loco con su tema” .

 

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