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Paz y Ciencia

sábado, 27 de octubre de 2012

La Hospitalización Mental


 
Obituario
Thomas Stephen Szasz, Doctor de Medicina, murió en su casa en Manlius, Nueva York el 8 de septiembre de 2012. Nació en Budapest, Hungría, en 1920, y emigró a los Estados Unidos en 1938.

Se graduó en la Universidad de Cincinnati con una licenciatura en física en 1941, y como mejor alumno de la escuela de medicina en 1944. Después de internado médico en Boston City Hospital y residencia de psiquiatría de la Universidad de Chicago, que persigue la formación psicoanalítica.

Tras el servicio militar en los Estados Unidos, Centro Médico Naval en Bethesda, Maryland, inició una distinguida carrera en 1956, como profesor de Psiquiatría de la Upstate Medical Center, donde se retiró en 1990, pero continuó publicando hasta su muerte.

Sostuvo que lo que se llaman enfermedades mentales a menudo se describe mejor como "problemas de la vida", y se opuso a las intervenciones psiquiátricas involuntarias. Su reputación en defensa de estos principios se puso en marcha en 1961 con El Mito de la Enfermedad Mental. Ha publicado 35 libros, traducidos a numerosos idiomas, y cientos de artículos en los siguientes 50 años.

Reconocido mundialmente como uno de los críticos más importantes de la coacción psiquiátrica y un defensor de la responsabilidad individual y la libertad, el Dr. Szasz fue el ganador de varios títulos honorarios y premios numerosos, incluyendo el Humanista del Año, Premio Jefferson del American Institute of Public Servicie, Premio Mencken desde el Tratado de Libre Asociación de la Prensa, el establecimiento de "El Premio Thomas S. Szasz para las Contribuciones Excepcionales a la Causa de Libertades Civiles" por el Centro Para el Pensamiento Independiente, y el Premio George Washington de la Fundación Húngara Americana.

Le sobreviven sus hijos, Margot Szasz Peters (Doctora de Medicina); Steve Peters (Doctor de Medicina), y Suzy Szasz Palmer, Larry Palmer, su nieto Andrew Thomas Peters, y su hermano Dr. George Szasz.
 


Los hospitales mentales son los campos de prisioneros de nuestras guerras civiles no declaradas ni expresadas.

La hospitalización mental voluntaria: la amenaza de que "Si no vienes por las buenas, será peor para ti" aplicada a personas a las que se acusa de enfermedad mental.

La hospitalización mental forzosa: según los pacientes de hospitales mentales, encarcelamiento por un período indefinido sin delito, juicio sin sentencia; según los psiquiatras de los hospitales mentale, un procedimiento tan raro que prácticamente no existe, al que solo se recurre para proteger a los enfermos mentales y que únicamente rechazan los que siguen temores paranoicos y hostilidad ante los psiquiatras institucionales.

De hecho, ninguna persona encerrada en un hospital mental es libre de irse cuando quiera. No obstante, la ley distingue entre dos clases de pacientes de hospital mental: voluntarios y forzosos. Los pacientes voluntarios piensan que pueden irse del hospital; los forzosos saben que no pueden. El paciente voluntario está equivocado y el forzoso está en lo cierto. No obstante, los psiquiatras insisten en que los pacientes voluntarios sufren de enfermedades mentales benignas, mientras que las que padecen los pacientes forzosos son graves. Ello se debe a que los primeros tienen creencias falsas que convienen al psiquiatra, mientras que los segundos tienen creencias verdaderas que no le convienen.

Desde hace mucho tiempo, está de moda lamentar y denunciar la inhumanidad de encarcelar a hombres cuerdos en manicomios. Según los que piensan así, encarcelar a los supuestos locos es permisible, toda vez que para ellos la "hospitalización" es una forma de tratamiento médico, sin duda desagradable, pero siempre es necesario y a menudo útil.
Esta opinión es desacertada, y no solo porque la enfermedad mental no existe. También lo es poque se basa en un error fundamental al interpretar la ética médica. En medicina se permite una intervención peligrosa o mutiladora no tanto porque ayude a  la persona enferma a recuperarse de su enfermedad como porque dicha persona lo desea. Por ejemplo, a un paciente que tiene cáncer depulmón se le puede extirpar parte de ese órgano. Seria verdaderamente horrible si un cirujano le hiciera lo mismo a una persona cuyo pulmón está sanísimo. Pero también sería horrible si un cirujano se lo hiciera a un enfermo de cáncer contra la voluntad de este. Porque, a fin de cuentas, lo que hace que una intervención médica sea permisible desde el punto de vista moral no es el hecho de que sea terapéutica, sino que el paciente la desea. De modo parecido, lo que hace que la intervención casi médica de la hospitalización psiquiátrica forzosa no sea moralmente permisible no es su carácter dañino, sino que se trate de algo que el supuesto paciente no quiere.

La hospitalización mental involuntaria es como esclavitud. Mejorar los criterios que rigen el ingreso en un hospital mental viene a ser como adornar las plantaciones de esclavos. El problema no consiste en cómo mejorar los requisitos de ingreso, sino en cómo abolir esta clase de hospitalización.


Thomas Szasz: "El Segundo Pecado". Ed. Alcor.

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