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Paz y Ciencia

domingo, 21 de octubre de 2012

Creatividad, al filo de la locura

"Es importante que no idealicemos a las personas con problemas de salud mental, que con demasiada frecuencia son presentadas como genios creativos en aprietos".
 

Creatividad: ¿una forma de locura?

La creatividad es muy similar a la locura, dicen científicos que han estado estudiando la forma en la que opera la mente.
El centro de control del pensamiento
Creativos y esquizofrénicos comparten la falta de filtros para regular la información que llega al cerebro.
Imágenes del cerebro revelan asombrosas similitudes en los procesos neuronales de las personas altamente creativas y aquellas que padecen de esquizofrenia.
Ambos grupos carecen de importantes receptores que se emplean para filtrar y canalizar el pensamiento.
Según expertos del Instituto Karolinska, en Suecia, puede que este procesamiento desinhibido sea lo que le permite a la gente creativa "pensar fuera de la caja" o lateralmente.
Pero en otras personas puede conducir a enfermedades mentales.
Los expertos sospechan que más que una división clara lo que hay es una especie de continuum, que permite a algunos tener rasgos psicóticos pero pocos síntomas negativos.

Arte y sufrimiento

Algunos de los principales artistas, escritores y pensadores de la historia han padecido de enfermedades mentales.
Un ejemplo es el pintor holandés Vincent van Gogh. Otro, el matemático estadounidense John Nash (interpretado por Rusell Crowe en la película "Una mente brillante").
También se sabe que la creatividad está asociada con un mayor riesgo de depresión, esquizofrenia y desorden bipolar.
Salvador Dalí ante los micrófonos de la BBC
La creatividad del pintor español Salvador Dalí también se expresaba en un comportamiento extravagante.
De la misma forma, la gente que tiene familias con una historia de problemas mentales también tiende a ser más creativa.
Y el profesor Fredrik Ullen cree que sus hallazgos pueden explicar por qué.
Ullen estudió los genes receptores de dopamina en el cerebro (D2), que según los expertos controla el pensamiento divergente.
Uno de sus hallazgos fue que la densidad de receptores D2 en el tálamo de la gente creativa que obtenía buenos resultados en las pruebas sobre pensamiento divergente era menor que lo esperado. Lo mismo ocurre con la gente con esquizofrenia.
El tálamo sirve como centro de control, pues filtra la información antes de que llegue a las áreas de la corteza, la que es responsable, entre otras cosas, del conocimiento y el razonamiento.
"Menos receptores D2 en el tálamo probablemente ocasionan un menor grado de filtrado de las señales y por lo tanto un mayor flujo de información", dijo el profesor Ullen.
El investigador cree que esta abundancia de información no censurada es la chispa que enciende la creatividad.
Esto explicaría por qué la gente muy creativa es capaz de ver las conexiones más insospechadas a la hora de intentar resolver problemas.
Los esquizofrénicos comparten con ellos esa habilidad para hacer asociaciones novedosas, pero en su caso el resultado son ideas extrañas y preocupantes.

Algo que aprovechar

Mark Millard, un psicólogo británico miembro de la British Psychological Society dice que la sobreposición con las enfermedades mentales puede explicar la motivación y determinación compartida por las personas creativas.
"La creatividad es incómoda. Es su descontento con el presente lo que los lleva a cambiar".


Genios "perturbados"

  • Virginia Woolf (escritora)
fragmento de Las Olas, de Virginia Woolf]


“Está muerto”, dijo Neville. “Se cayó. Su caballo se tropezó. Salió lanzado. Las aspas del mundo torcieron su rumbo y me dieron en la cabeza. Todo terminó. Las luces del mundo se apagaron. Ahí está el árbol que me impide pasar.
“Oh, ¡abollar este telegrama con mis dedos – dejar que la luz del mundo regrese a su origen – decir que esto no pasó! ¿Y para qué girar la cabeza de un lado para el otro? Ésta es la verdad. Éstos son los hechos. Su caballo dio un traspié; él fue lanzado. Los árboles que pasaban y los rieles blancos se perdieron como una lluvia. Hubo una oleada; un tamborileo en sus orejas. Después, el golpe; el mundo estalló; respiró con pesadez. Murió donde cayó.
“Los graneros y los días de verano en el campo, los cuartos donde nos sentamos – ahora quedaron en el mundo irreal que ya no existe. Cortaron mi pasado. Vinieron corriendo. Lo llevaron a un pabellón, hombres con botas para andar a caballo, hombres con viseras; entre hombres desconocidos murió. La soledad y el silencio muchas veces lo rodearon. Muchas veces me dejó. Y después, viéndolo volver, yo decía: ‘¡Miren cómo viene!’
Las mujeres pasan arrastrando los pies como si no hubiera un abismo en la calle o un árbol con hojas resecas que no podemos pasar. Entonces merecemos tropezarnos con los montículos de tierra. Somos infinitamente abyectos, arrastrando los pies con nuestros ojos cerrados. ¿Pero por qué debería rendirme? ¿Por qué tratar de levantar mi pie y subir las escaleras? Acá es donde estoy; acá, con el telegrama. El pasado, los días de verano y los cuartos donde nos sentamos se pierden en la corriente como papel quemado. ¿Para qué reunirse y volver a empezar? ¿Para qué hablar y comer e inventar otras combinaciones con otra gente? Desde este momento estoy solo. Nadie me va a reconocer ahora. Tengo tres cartas, “Estoy por jugar quoits con un coronel, así que paro”, así él termina nuestra amistad, abriéndose paso entre la gente con un saludo. Esta farsa no merece más celebraciones formales. Sin embargo si alguien hubiera dicho aunque sea: “Esperá”; o hubiera puesto la correa tres agujeros más acá – hubiera hecho justicia por cincuenta años, se hubiera sentado en la Corte y cabalgado solo al frente de las tropas y denunciado tiranías monstruosas y vuelto con nosotros.
Ahora yo digo que hay una mueca, un subterfugio. Hay algo burlándose detrás de nuestras espaldas. Ese chico perdió pie al subirse al micro. Percival cayó; murió; está enterrado; y yo veo gente pasar, que se agarra fuerte de los pasamanos de los colectivos, determinados a salvar sus vidas.
No voy a levantar mi pie para subir la escalera. Voy a pararme debajo del árbol por un momento; solo con el hombre cuya garganta está cortada, mientras abajo el cocinero da las malas noticias. No voy a subir las escaleras. Estamos condenados, cada uno de nosotros. Las mujeres pasan con bolsas de supermercado. La gente sigue pasando. Sin embargo no vas a destruirme. Por este momento, este solo momento, estamos juntos. Te aprieto junto a mí. Vení, dolor, alimentate de mí. Enterrá tus colmillos en mi carne. Cortame en pedazos. Sollozo, sollozo.”

“Tal es la incomprensible combinación”, dijo Bernard, “tal es la complejidad de las cosas, que mientras estoy bajando las escaleras no sé cuál es la pena y cuál la alegría. Nació mi hijo; Percival está muerto. Me sostienen pilares, emociones crudas a cada lado, ¿pero cuál es la pena, cuál, la alegría? Pregunto y no sé, sólo que necesito silencio y estar solo y salir y guardar nuestras horas para considerar qué pasó con mi mundo, qué hizo la muerte con mi mundo.
Éste es el mundo que Percival ya no ve más. Déjenme ver. El carnicero hace una entrega a un vecino; dos ancianos dan tropiezos en la calle; los gorriones se posan. Entonces la máquina funciona; noto el ritmo, la vibración, pero como de una cosa de la que no formo parte, ya que él no la ve más. (Está acostado, pálido y vendado en algún cuarto). Ahora entonces es mi oportunidad para encontrar qué es de mayor importancia y debo tener cuidado, y no mentir. Yo sentía que él estaba sentado en el centro de mis sentimientos. Ahora no voy más a ese sitio. El lugar está vacío.
Oh, sí, les puedo asegurar, hombres con sombreros y mujeres que llevan bolsas, que han perdido algo que hubiera sido muy valioso para ustedes. Han perdido un líder a quien hubieran seguido; y uno de ustedes ha perdido felicidad e hijos. Está muerto quien les hubiera dado eso. Está tirado en una cama de campaña, vendado, en cierto ardiente hospital de la India mientras alguien en cuclillas lo abanica.
  • Vincent van Gogh (pintor)

"La gente creativa, igual que aquella que padece de desórdenes psicóticos, por lo general ve el mundo de forma diferente a la mayoría. Es como ver un espejo quebrado. Ven el mundo de forma fracturada", dijo Millard.
"No están restringidos por los límites convencionales y eso se puede ver en su trabajo. Ahí está, por ejemplo, el caso de Salvador Dalí. Definitivamente él veía el mundo de forma diferente y se comportaba de una forma que a otros les resultaba extraña".
Según el psicólogo británico, algunos negocios ya han reconocido y están empezando a capitalizar este conocimiento.
Algunas compañías tienen laboratorios secretos y seguros, en los que su personal más creativo puede dedicarse a experimentar libremente sin interrumpir el quehacer cotidiano.
Y otro psicólogo, Gary Fitzgibbon, dice que la creatividad también puede entenderse como una habilidad particular para "suspender la incredulidad".
"Cuando uno suspende la incredulidad y está dispuesto a creer en cualquier cosa se abre la posibilidad de identificar mayores posibilidades".
"La creatividad tiene mucho que ver con no sentirse limitado por las reglas ni aceptar las restricciones impuestas por la sociedad. Aunque, por supuesto, entre más se rompen las reglas, más posibilidades hay de ser considerado como mal de la cabeza", explicó.
Fitzgibbon trabaja como asesor ejecutivo ayudándole a la gente a ser más creativa a la hora de solucionar problemas y pensar.
"Por lo general el resultado es un aumento significativo de sus niveles de bienestar. Así que en lugar de asociar la creatividad a las enfermedades mentales se la termina asociando con mejor salud mental" afirmó.

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