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Paz y Ciencia

sábado, 9 de junio de 2012

El Yo según el Budismo zen




En cuanto a la persona misma, citaré a De Rougemont. Según él:

La persona es llamado y respuesta, es acción y no hecho ni objeto, y el análisis completo de los hechos y los objetos nunca será una prueba indiscutible de ella.
La persona nunca está aquí o allí, sino en la acción, en una tensión, en un impulso impetuoso -con menor frecuencia- como fuente de un feliz equilibrio, como nos sugiere una obra de Bach
http://youtu.be/xlZ7BSMFWYk Johann Sebastian Bach


Desde el punto de vista zen lo que distingue en forma única, psicológica, la experiencia del Yo es que está saturao por el sentimiento de autonomía, libertad, autodeterminación y, por último, capacidad creadora. Hokoji le preguntó a Baso Do-ichi muerto en 788), "¿Quién es la persona que está sola, sin compañero, entre las diez mil cosas (dharma)?" Rspondió Baso: "Te lo diré cuando te tragues el Río del Oeste de un solo trago". Este es el tipo de realización que el Yo o la persona logra. Los psicólogos o teólogos que hablan de haz de sucesivas percepciones o impresiones de la Idea, del principio de unidad, de la totalidad dinámica de la experiencia subjetiva o del eje no-existencial de las actividades humanas curvilíneas son los que van en la dirección opuesta al zen. Por lo tanto, afirmo que la ciencia o lógica es objetiva y centrífuga mientras que el zen es subjetivo y centrípeto.
Alguien ha observado: "Todo lo que está afuera le dice al individuo que no es nada, mientras que todo lo que está adentro lo convence de que es todo". Este es un dicho notable, porque es lo que siente cada uno de nosotros cuando se sienta tranquilamente y vuelve la mirada hacia la parte más interior de su ser. Algo se mueve allí y le susurra con voz suave que no ha nacido en vano. Leí en otra parte: "Eres juzgado solo, solo entras en el desierto; solo te pasa el mundo por su tamiz". Pero si un hombre mira dentro de sí mismo con toda sinceridad, comprenderá que no está solo, abandonado ni es objeto de deserción; hay dentro de él cierto sentimiento de un aislamiento regio y magnífico, que se sostiene por sí mismo y, sin embargo, no está separado del resto de su existencia. Esta situación única, aparente u objetivamente contradictoria, se produce cuando se acerca a la realidad a la manera zen. Lo que le hace sentirse así viene de su capacidad creadora u originalidad que experimenta personalmente, que es suya cuando trasciende el campo de la intelección y la abstracción. La capacidad creadora difiere del simple dinamismo. Es el sello de factor autodeterminante que llamamos el Yo.
La individualidad es también importante para señalar el Yo, pero es más política y ética, y está estrechamente aliada a la idea de responsabilidad. Pertenece al campo de las relatividades. Puede asociarse a la fuerza autoafirmadora. Es siempre consciente de otros y en esa medida está determinada por ellos. Donde se acentúa el individualismo, prevalece el sentimiento mutuamente restrictivo de tensión. No hay libertad, ni espontaneidad, sino una profunda y pesada atmósfera o la inhibición, la supresión y la opresión lo domina a uno y el resultado es la perturbación psicológica en todas sus variantes.
La individuación es un término objetivo que distingue a uno de otro. Cuando la distinción se hace exclusiva, el deseo de poder levanta cabeza y con frecuencia se vuelve incontrolable. Cuando no es demasiado fuerte o cuando es más o menos negativa, uno se vuelve extremadamente consciente de la presencia de comentarios o críticas. Esta conciencia nos empuja con frecuencia a la miserable servidumbre, recordándonos el Sartor Resartus, de Carlyle: "La filosofía de la ropa" es una filosofía del mundo aparente en el que todos se visten para todos los demás, para parecer distintos a sí mismos. Esto es interesante. Pero cuando va demasiado lejos, se pierde la propia originalidad, se pone uno en ridículo y se convierte en un mono...
El verdadero Yo es una especie de ser metafisico en oposición al yo psicológico o ético que pertence a un mundo finito de relatividad. El hombre de Rinzai se define como "sin ninguna jerarquía", "independiente de" o "sin ropas", todo lo cual nos hace pensar en el Yo "metafísico".
Después de esta observación preliminar procedamos a citar a Rinzai ampliamente, en cuanto a su opinión sobre el Hombre, Persona o Yo, porque creo que aquí se expresa muy elocuente y minuciosamente sobre el tema y nos ayudará a entender el concepto zen del Yo:
De Rinzai sobre el Yo, o "el que está, en este momento, justo frente a nosotros, solitaria e iluminadoramente, con plena conciencia, escuchando esta plática sobre el Dharma".

D.T. Suzuki y Erich Fromm: "Budismo zen y Psicoanálisis". 2006, Fondo de Cultura Económica, México D.F. Pp.: 29-42



http://youtu.be/Kf3yAofOV54 La pianista más rápida del mundo (Yuja Wang).

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