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Paz y Ciencia

sábado, 7 de noviembre de 2009

Poemas T.S. Eliot


En continuidad con el post anterior les dejo unos poemas de T.S. Eliot, poeta releído por Winnicott.

T.S. ELIOT (Missouri, USA, 1888-Londes, 1965)


LA MUERTE DE SAN NARCISO



Ven bajo la sombra de esta roca gris
Entra bajo la sombra de esta roca gris,
Y te mostraré algo distinto, lo mismo de
Tu sombra extendiéndose sobre la arena al alba, o
Tu sombra saltando tras el fuego contra la piedra carmesí:
Te mostraré su ropa y miembros manchados de sangre
Y la sombra gris sobre sus labios.

Una vez caminaba entre el mar y los acantilados
Cuando el viento le hizo consciente dé sus miembros
sucediéndose suavemente
Y de sus brazos cruzados sobre el pecho.
Al caminar por la pradera
Estaba ahogado y sosegado por su propio ritmo.
En el río
Sus ojos se percataron de los ángulos agudos de sus ojos
Y sus manos, de las puntas agudas de sus dedos.
Sobrecogido por tal conocimiento
No pudo vivir al modo de los hombres, y se convirtió
en un danzante ante Dios
Si caminaba en las calles citadinas
Parecía pisotear los rostros, convulsos muslos y rodillas.
Así que surgió del fondo de la roca.

Al principio estaba seguro que había sido un árbol,
Entreverando sus ramas una con otra
Y trenzando sus raíces una con otra.

Luego supo que había sido un pez
Con el vientre blanco y resbaladizo atrapado entre sus dedos,
Retorciéndose en su propio puño, su antigua belleza
Fija por un instante en las puntas rosáceas de su nueva belleza.

Después había sido una muchacha
Acorralada en los bosques por un viejo borracho
Y así conoció al final el sabor de su propia blancura
El horror de su propia tersura,
Y se sintió borracho y viejo.

Se convirtió entonces en un danzante ante Dios.
Como su carne estaba enamorada de las flechas en llamas
Danzó en la arena ardiente
Hasta que las flechas llegaron.
Mientras las abrazaba, su carne blanca se rindió a lo rojo
de su sangre, y halló satisfacción.
Ahora él es verde, seco y manchado
Con la sombra en los labios.

(Traducción: Alberto Blanco)




EL PRIMER CORO DE LA ROCA



«Se cíerne el águila en la cumbre del cielo,
El cazador y la jauría cumplen su círculo.
¡Oh revolución incesante de configuradas estrellas!
¡Oh perpetuo recurso de estaciones determinadas!
¡Oh mundo del estío y del otoño, de muerte y nacimiento!
El infinito ciclo de las ideas y de los actos,
infinita invención, experimento infinito,
Trae conocimiento de la movilidad, pero no de la quietud;
Conocimiento del habla, pero no dei silencio;
Conocimiento de las palabras e ignorancia de la Palabra.
Todo nuestro conocimiento nos acerca a nuestra ignorancia,
Toda nuestra ignorancia nos acerca a la muerte,
Pero la cercanía de la muerte no nos acerca a Dios.
¿Dónde está la vida que hemos perdido en vivir?
¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información?
Los ciclos celestiales en veinte siglos
Nos apartan de Dios y nos aproximan al polvo.»

(Traducción: Jorge Luis Borges)

LOS HOMBRES HUECOS

I

Somos los hombres huecos
Somos los hombres rellenos
Inclinados unos con otros
La cabeza llena de paja. ¡Pobres!
Nuestras voces secas, cuando
Susurramos juntos
Son suaves y sin sentido
Como el viento sobre el pasto seco
O pies de ratas sobre vidrio roto
En nuestra bodega seca
Figura sin forma, sombra sin color,
Fuerza paralizada, gesto sin movimiento;
Aquellos que han cruzado
con mirada decidida, al otro reino, al de la muerte
Recuérdennos, -si es que lo hacen- no como perdidas
Violentas almas, sino sólo
Como los hombres huecos
Los hombres rellenos.


II

Ojos que no me atrevo a encontrar en sueños
En el reino de los sueños de la muerte
Ellos no aparecen
Allí los ojos son
Luz solar sobre una columna rota
Allí, está un árbol balanceándose
Y las voces son
En el canto del viento
Más distantes y más solemnes
Que una estrella desvaneciéndose.
Déjame estar lejos
En el reino de los sueños de la muerte
Déjame también ponerme,
Tales disfraces deliberados
Saco de rata, piel de cuervo,
Cruces del campo santo
Que se comportan como el viento se comporta
No mas cerca -
Ni siquiera en ese encuentro final
En el reino de las penumbras
III


Esta es la tierra muerta
Esta es tierra de cactus
Aquí las imágenes de piedra
Se levantan, aquí reciben
la súplica de la mano de un hombre muerto
Bajo el parpadeo de una estrella que se desvanece.
Es así
En el otro reino de la muerte
Despertando sólo
A la hora en que estamos
Temblando con ternura
Labios que podrían besar
Componen rezos para piedras rotas.


IV

Los ojos no están aquí
Aquí no hay ojos
En este valle de estrellas que agonizan
En este valle hundido
Esta mandíbula rota de nuestros reinos perdidos
En estos últimos lugares de reunión
Vamos a tientas, juntos
Evitando hablar
Reunidos a la orilla del río caudaloso
Ciegos, a menos
Que los ojos reaparezcan
Como la estrella perpetua
Rosa multifoliada
Del reino crepuscular de la muerte
La única esperanza
De los hombres vacíos.

V

Aquí vamos alrededor del espinoso peral
Espinoso peral espinoso peral
Aquí vamos alrededor del espinoso peral
A las cinco en punto de la mañana .
Entre la idea
Y la realidad
Entre el movimiento
Y el acto
La sombra cae
Porque tuyo es el reino
Entre la concepción
Y la creación
Entre la emoción
Y la respuesta
La sombra cae
La vida es muy larga
Entre el deseo
Y el espasmo
Entre la potencia
Y la existencia
Entre la esencia
Y el descenso
La sombra cae
Pues ligero es el reino
Pues ligero es
La vida es
Pues ligera es la
Así es como el mundo acaba
Así es como el mundo acaba
Así es como el mundo acaba
No con una explosión sino con un gemido.

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