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Paz y Ciencia

domingo, 1 de noviembre de 2009

Piera y Winnicott a propósito de un caso

NOCIONES DE CONSTITUCIÓN DEL PSIQUISMO
D. W. Winnicott - Piera Aulagnier

(Extraído de Winnicott.net)
Augusta G. Heller - Maria Tereza C. Borba

Las semejanzas y cruces entre las contribuciones de Piera Aulagnier y Donald W.
Winnicott giran en torno de las nociones de constitución del psiquismo y de las patologías que se constituyen, a partir de lo que Piera diera en llamar estado de
encuentro y Winnicott desarrollo emocional primitivo. Ambos partieron -en sus desarrollos teóricos- de la metapsicología freudiana que privilegiara las neurosis,
para comprender y analizar a los pacientes de difícil acceso (Winnicott) y a las
psicosis (Aulagnier), conduciéndolos -de ese modo- a instalar una teoría de la
clínica, refiriéndose al binomio madre-bebé y que, en nuestra actualidad, se
denominan: patologías del vacío.
Para una mejor comprensión partiremos del relato de un caso clínico. Se trata de
una niña -que hoy tiene ya cuatro años de edad- y quien llamaremos Antonia. Al
nacer, Antonia fue diagnosticada como portadora del síndrome de Down. Los padres fueron informados en el momento en que su madre le daba su primera mamada. La madre interrumpió ahí el amamantamiento y permaneció, durante algunos meses, en estado de "shock", de acuerdo al relato de los padres. A pesar de tratarse del tan esperado primer hijo, la madre no logró realizar los primeros cuidados del bebé, des-invistiendo a Antonia a partir de aquel momento. El bebé, por su parte, también dejó de expresar cualquier reacción de contrariedad ante el súbito descuido materno como el llorar o cualquier otra manifestación vital. Permanecía apática en su cuna, situación que se extendió a todo lo largo del primer mes de vida. El padre -sin ningún conocimiento previo y a partir de la difícil situación que se generara entre Antonia y su madre- comenzó a dedicarse a Antonia, masajeándola suavemente y hablándole, según su propio relato.
En este período se realizaron los exámenes correspondientes para la confirmación
diagnóstica mientras el padre continuaba abocado al cuidado de Antonia. Frente
a los estímulos paternos el bebé comenzó a reaccionar. En cuanto a los resultados de los estudios, éstos demostraron que se había cometido un error. La pequeña no era portadora de deficiencia alguna. Hoy, Antonia es una niña llena de vida y considerada como normal en su desarrollo, respecto de su franja cronológica.
Para Piera Aulagnier, la psique y el mundo externo surgen como efecto del estado
de encuentro. Se encuentran y surgen uno con el otro. Uno a través del otro y
viceversa. El mundo será todo aquello que se presenta ante la psique y estará
marcado por un doble encuentro: el del cuerpo de la madre y el cuerpo del bebé o
bien el encuentro entre el inconciente de la madre y el cuerpo del bebé. El inconciente de la madre arrastra consigo la historia de sus relaciones de objeto,
de su vínculo arcaico con su propia madre, que habrá de transmitirse al bebé a
través de la denominada violencia primaria. Este soporte confiable habrá deacompañarse de un discurso llamado sombra hablada (Aulagnier, P., 1975). El
bebé de Piera es pensado desde un tiempo anterior al nacimiento, desde el cual
esta autora diferenció el deseo de madre y el deseo de hijo.
El concepto de deseo de hijo podría homologarse al concepto de desarrollo emocional primitivo winnicottiano, que se extiende desde los momentos finales del embarazo hasta los cinco-seis meses de vida. Al decir de Winnicott ...Sabemos que el mundo existía ya antes del bebé, pero el bebé no sabe acerca de eso y en los comienzos tiene la ilusión de que todo aquello que él encuentra fue creado por él mismo..(Winnicott, D.W., 1993). Esta ilusión de "crear el pecho" solo ocurre cuando la madre "hace" de un modo suficientemente bueno (Winnicott, D.W.,1956). En este espacio el bebé puede comenzar a ejercitar su creatividad, coincidiendo con la idea de que la madre y el bebé forman una unidad, desde la óptica del propio bebé.
Como éste no sabe nombrar todavía sus diferentes necesidades y deseos, es la
madre quien ejerciendo una violencia primaria, a través de su empatía y cuidados
continuos, nomina aquello que ella imagina que el bebé necesita. Las producciones psíquicas de la madre así como sus acciones, enunciados y otras marcas modeladas por ella, van derramando un flujo portador y creador de sentido, promoviendo una circulación libidinal y una investidura relacional, atravesadas por las huellas de su propio padre en el psiquismo materno. Piera lo nominó proceso originario (Aulagnier, P., 1975), resultando imprescindible la función ejercida por el medio ambiente en la relación establecida entre ambos y dependiendo del auxilio ajeno (Freud, S., Proyecto de psicología para neurólogos,[1950] 1895), para realizar la acción específica y promover la experiencia de satisfacción.
A través del registro de estas primeras vivencias, que implican una función que
Winnicott nominara holding-soporte confiable, se ofrecerá también una provisión
ambiental (Winnicott, D.W., 1960) total, que incluye madre-bebé-padre y, a través
de la cual el bebé crea su pictograma (Aulagnier, P., 1975) de origen (imagen sin
palabra). Este período remite al proceso originario de Piera. Período de sensaciones cuando el bebé se encuentra en un estado de no integración (Winnicott, D.W.,1962). Desde su presencia a través de su función, la madre predigiere, modela, remodela, modifica y transforma los diferentes elementos mientras el bebé va metabolizando-representando estos elementos que le son heterogéneos aún. Este proceso se pone en marcha por acción de las necesidades -que se imponen a la psique- de conocer las propiedades del objeto exterior a ella misma.
Vía el postulado de autoengendramiento (Aulagnier, P., 1975) se habrán de instalar en escena estas experiencias continuas. El bebé vivencia una dependencia tan absoluta (Winnicott, D.W., 1956) por carecer aún de los instrumentos necesarios para percibir estos cuidados y, por tanto, se beneficia o sufre diversas perturbaciones, en caso que el ambiente no fuera lo suficientemente estable, confiable y continuo (Winnicott, D.W., 1956).
Coincidiendo con estas ideas y a pesar de la diferencia en el modo de expresarlas,
Winnicott afirmó que un soporte confiable, más allá de proveer la satisfacción de
las necesidades físicas reales del bebé debe fortalecer al Ego inmaduro, a través
del apoyo yoico que la madre ha de ser capaz de brindar...ella tiene una criatura
en su mente como una persona completa...(Davis-Wallbridge, 1982).
Según Freud (1923), el Yo contiene la historia de las elecciones de objeto. Piera
agregó que el Yo es efecto de la apropiación de los enunciados identificatorios que
los objetos investidos formulan acerca de él (Aulagnier, P., 1975). Afirmó también
que la psicosis pone en cuestión el patrimonio común de certeza, precioso depósito que se sedimentó en una primera fase de la vida psíquica, interrogándose sobre aquello que aconteció cuando la constitución del Yo fue perturbada, al fallar el acceso a una temporalidad que debiera haberse producido, en caso de haberse realizado el entretejido entre los hilos (Goldstein,R. Zak de, comunicación personal) del tiempo y los hilos del deseo. Piera comprendió el discurso delirante como una elaboración del Yo, que produce enunciados sobre su propio origen, en el que el pensamiento delirante se encuentra "enquistado" y no reprimido, pudiendo -bajo ciertas circunstancias romper sus membranas e invadir todo el espacio psíquico. El pensamiento delirante primario remodela la realidad de lo aprendido en relación con aquellas experiencias, que efectivamente el sujeto haya padecido (Aulagnier, P., 1984).
Las fallas ambientales reiteradas, representadas por la imprevisibilidad de la
madre, podrán desencadenar el desarrollo de un falso self (Winnicott, D.W.,
1960), que protege al verdadero self de la aniquilación. El falso self es creado
como defensa altamente organizada contra las angustias impensables (Winnicott,
D.W., 1962), surgidas por las intrusiones del ambiente no suficientemente bueno,
cuando la madre no es lo suficientemente buena en los comienzos y, por tanto,
no es capaz de identificarse con las necesidades y deseos de su bebé. Cuando la
adaptación materna no resulta lo suficientemente buena, desde los mismos
inicios de la vida, es posible que el lactante hasta pueda morir físicamente, en
tanto no se logra realizar la correspondiente investidura de los objetos externos,
por lo que el lactante permanece aislado. El bebé sobrevive pero sobrevive
falsamente, al no ser capaz de producir la correspondiente maduración yoica o de
producirlo de un modo distorsionado. La criatura "duelará" contra el colapso de
la organización de sus defensas yoicas, una vez que no logre superar las fallas
ambientales. Este duelo habrá de generar unas angustias inimaginables, agonías
primitivas (Winnicott, D. W., 1963?) referidas a la pérdida de la noción del sí
mismo, a la desintegración, a la sensación de caer para siempre, de perder la
conexión con el propio cuerpo (pérdida de la relación psicosomática), al carecer de
orientación témporo-espacial, a la pérdida del sentido de realidad y de la capacidad de relacionarse con los objetos. En conjunto, éstas angustias impensables constituyen la esencia de las ansiedades psicóticas. Tanto para Piera como para Winnicott la función especular es estructurante.
Ambos autores se fundamentan, en este aspecto, en el concepto de Estadio del Espejo de Jacques Lacan. Según Winnicott, cuando el bebé mira el rostro de la madre, se ve a sí mismo...(Winnicott, D.W., 1967), porque el interior de la madre se refleja y el bebé se reconoce allí. Se trata de un movimiento que facilita la consolidación yoica. Para Piera, el estadio del espejo implica la presencia de una madre como función identificante de la presencia corporal erótica inaugural, de su psico-sexualidad, a través del cual surge el funcionamiento mental del bebé.
La ausencia de la mirada implica el "no ser para otro". Desafío que cuestiona la
misma fuente de la vida en tanto existe un deseo de entrega, que podrá conducir
a un estado de sumisión al deseo perverso de la madre, cuando no existe un padre que atraviese el psiquismo materno como objeto de deseo.
Volviendo a nuestra viñeta clínica acerca de Antonia, pensamos en aquello que Winnicott definiera como elemento femenino puro y elemento masculino puro (Winnicott, D. W., Realidad y Juego, 1971). El primero remite al SER mientras el
segundo se refiere a la SEPARACIÓN, al HACER. Ambos elementos hallados tanto
en hombres como en mujeres. La falla en la función materna de la madre de Antonia, promovida por la grieta provocada en su narcisismo, a partir del equivocado diagnóstico de su hija, condujo a Antonia a no lograr investir su ambiente recién instalado. Ante esta no investidura y frente al riesgo de una muerte inminente, el padre reaccionó poniendo en acción la función materna, probablemente ya experimentada por él mismo como bebé, pudiendo entonces identificarse con Antonia. A través de su investidura a Antonia logró "auxiliarla", ayudándola a desarrollar su incipiente psiquismo, introduciendo la palabra y comenzando a despertar y construir una historia casi interrumpida. La desestructuración psíquica de la madre pudiera haber sido una marca de su propia historia, re-actualizando vía la "violencia médica" una violencia ya sufrida.
No sabemos cómo será el futuro de Antonia ni si las defensas organizadas hasta
ahora no habrán de fracturarse durante algún futuro suceso traumático. Pero sí
podemos tener la esperanza que su padre tendrá siempre una mirada para ella.
Una mirada instauradora tanto de placer como de realidad, aceptada del mismo modo que el errado diagnóstico.
Winnicott legitimó la posibilidad de sentir odio en la contratransferencia (1947),
surgido en el encuentro con pacientes psicóticos, y que el analista no debe negar
al sentir ese odio dentro de sí, manteniéndolo a disponibilidad para ser interpretado al analizando, en el momento adecuado. A su vez, Piera defendió la
idea que, en el discurso delirante, el psicótico denuncia la verdad de la violencia
secundaria que ha padecido, en tanto objeto del sometimiento al deseo y al saber
de un otro. El analista deberá mantenerse atento para no caer en las trampas
transferenciales ni tornarse el próximo hipnotizador del analizando, a través de
su propia verdad, imponiéndole un deseo de curación y una falsa construcción de
historia, partiendo de sus referencias teóricas sin tener en cuenta la teoría
construida por el mismo analizando, a través del su Yo historiador, que debería
controlar al Maestro Brujo (Aulagnier, P., 1992).
En nuestra actualidad, el surgimiento de patologías cada vez más primitivas hace
trastabillar las posibilidades de teorización acerca de la interpretación de la
subjetividad, característica de las neurosis de transferencia. El neurótico busca
re-encontrarse con una historia construida en su infancia, para lograr modificarla. En la psicosis se trata de construir una historia, por primera vez, rellenando
ciertos "blancos".
Concluyendo, la psicosis se refiere a la problemática de los encuentros inaugurales entre el sujeto y el mundo y a la ausencia de una subjetividad, que generó la necesidad de una reformulación de la teoría de la técnica y de la técnica, en tanto no es posible interpretar la subjetividad de un individuo que no se ha construido aún.
En este sentido, el trabajo analítico consiste en que el analista "preste" su propio
aparato psíquico como auxiliar del aparato mental del analizando y realice el esfuerzo de representación de todo aquello que el paciente no puede representar o
representa precariamente. Y que siempre es aquello que en lo profundo más se
teme: de la amenaza de perder el amor y de la angustia de aniquilación, promovidas por las fallas del gesto espontáneo (Rodman et colab, 1990) o por el efecto forjado por la misma psique de una primera representación de sí mismo, perturbadora de la constitución del Yo.

BIBLIOGRAFIA
AULAGNIER, Piera. (1975) La violencia de la antecipación (la sombra hablada) In:
La violencia de la interpretación. Buenos Aires: Amorrortu, 1993.
_______________ (1975) La actividad de representación, sus objetos y su meta. In:
La violencia de la interpretación. Buenos Aires: Amorrortu, 1993.
_______________ (1975) El proceso originario y el pictograma. In: La violencia de la
interpretación. Buenos Aires: Amorrortu, 1993.
_______________ (1975) El espacio al que el yo puede advenir. In: La violencia de la
interpretación. Buenos Aires: Amorrortu, 1993.
_______________ (1984) Os dois princípios do funcionamento identificatório:
permanencia e mudanza. In: Um intérprete em busca de sentido. São Paulo:
Escuta, 1990. v. II.
_______________ El aprendiz de historiador y el maestro-brujo. Buenos Aires:
Amorrortu, 1992.
DAVIS M. & WALLBRIDGE, D. A teoria do desenvolvimento emocional. In: Limite
e Espaço. Rio de Janeiro: Imago, 1982.
GOLDSTEIN, Raquel Zak. Grupos de Estudo em Porto Alegre, de 1996 a 2004.
HORNSTEIN, Luis y otros. Cuerpo, historia, interpretación. Buenos Aires: Paidós,
1994.

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