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Paz y Ciencia

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Haciendo Garabatos; Eduardo Smalinsky


Pintura: Maria Helena Vieira da Silva

Haciendo Garabatos:

Las diferencias entre angustia y desvalimiento.

Su articulación con los fenómenos fronterizos

Por Eduardo Smalinsky. Coautor del libro "Winnicott para principiantes" junto a Daniel Ripesi. www.espaciopotencial.com.ar


Entre el vacío y la ausencia, impactos (en el proceso de estructuración psíquica) de la no-presencia de aquel de quien se depende absolutamente.



En el artículo “El terror al desmoronamiento” (Fear of breakdown) de 1974, D.W.Winnicott habla de un derrumbe en la transferencia que implica el confrontarse con agonías primitivas, una forma de desesperación extrema ligada a situaciones traumáticas que acontecieron pero de las que no fue posible hacer una experiencia.

Winnicott afirma que en estos casos el paciente siente que algo catastrófico relacionado con su existir está por suceder. Plantea que el problema para el analista es como introducir la noción de que lo que se teme no es algo que vaya a ocurrir sino algo que aconteció en el pasado, pero que al no ser experienciado retorna como algo inminente.

Se produce dentro del análisis una actualización transferencial, es decir la repetición de lo que no tuvo lugar porque justamente a ese “otro primordial” no le fue posible sostener esa experiencia.

De esa manera tampoco existe la posibilidad de recordar lo que no fue experimentado.

De alguna manera podríamos pensar que lo que intenta el analizante es la búsqueda de la ausencia de una experiencia.

Esta idea abona el concepto de Andre Green sobre el trauma negativo, si en Freud la idea de trauma está indisolublemente conectada con lo sexual y en relación a lo visto y oído, el trauma negativo estará conectado con lo no visto y con lo no oído, es un trauma no sexual ligado a la ausencia de una experiencia. Desde esta perspectiva el desvalimiento no será necesariamente carencia, sino más bien intrusión. Se trata de una invasión, de un desbordamiento, de un dejarse pisotear. No es una falta de, sino un exceso de intrusión que provoca el blanco, el vacío, que es lo que no es posible de experimentar, queda entonces del lado de los afectos y no de las representaciones.

El diccionario de psicoanálisis de Laplanche y Pontalis dice: Estado de desvalimiento, estado de falta de ayuda, estado de impotencia infantil para resolver el incremento de la tensión interna de la necesidad, desamparo, en alemán Hilflosigkeit, en inglés Helplessness.

Si bien Freud rechaza el concepto elaborado por Otto Rank sobre la angustia del nacimiento, concede al trauma del nacimiento el valor de prototipo somático (respiratorio y cardíaco).

También Freud mismo hace un pasaje de la angustia de castración a la angustia de pérdida del amor del objeto.

Al desvalimiento podríamos situarlo entre el trauma del nacimiento y la angustia por pérdida de amor. Este desvalimiento que corresponde a una fase temprana puede reaparecer cuando existe el riesgo de la irrupción del amor de transferencia, es el momento de la hilflosigkeit y podríamos considerarlo un fenómeno fronterizo, o límite, en el sentido que justamente le da Green al límite como zona de elaboración.

Este hilflosigkeit psíquico como Freud lo menciona en la Conferencia 32 sobre “Angustia y vida pulsional” dice “la incapacidad de ayudarse a si mismo psíquicamente”…”la psique en estado de desvalimiento”, es el momento de la primacía del otro, el “nebenmensch” como es nombrado en el Proyecto.

En “Inhibición, síntoma y angustia”, Freud indica cómo pensar la cuestión del Hilflosigkeit en la cura, intenta primero establecer una escala de edades, peligros y de angustias. El peligro de castración en la fase fálica, el peligro de pérdida de amor en la primera infancia, pero cuando aborda el desvalimiento psíquico ya no le es posible distinguir el peligro, del afecto psíquico que le corresponde.

La angustia es siempre angustia de, ya sea por falta de objeto en Freud, o por la presencia del Otro, A en Lacan. La angustia contiene la expectativa de su objeto, la apertura sobre este. La angustia también es la anticipación de las representaciones. Es la posibilidad del analizante de poder hablar cuando está angustiado y hay otro que lo escucha. La angustia puede ser motor y brújula de un análisis.

La angustia puede ser la apertura hacia una pregunta, es parte fundamental de la interioridad.

El desvalimiento en cambio, no es desvalimiento de, el desvalimiento paraliza, indica que la vida continua fuera de si, en la apertura desesperada sobre el otro, hacia el otro, otro que no responde o lo hace mal.

Hay una prevalencia del fuera de si, del espacio psíquico externo e inevitablemente la dinámica de la cura se orienta hacia el análisis de la contratransferencia.

Ante el desvalimiento, el analista queda ubicado como otro al que se le demanda que reconozca un fracaso original y sus consecuencias.

Una forma clásica en la que el desvalimiento se manifiesta en la transferencia es la de hacer experimentar al analista lo que en algún sentido el paciente no se encuentra en condiciones. Esto se da al modo de la función de reverí tal como la desarrolla Bion.

En algún sentido podríamos pensar que esos pacientes, o durante lapsos de los tratamientos, en plena hilflosigkeit, el paciente existe porque el analista lo piensa, y es frecuente que gran parte del despliegue transferencial apunte a que el analista se tome el trabajo de no poder dejar de pensar en el paciente. Se produce muchas veces un trabajo que apunta a dejar al analista pendiente, como forma de continuar existiendo en la expectación que se genera en el analista. Todo sucede como si el espacio psíquico del analista, fuera para el paciente el único lugar fuera de si que asegura una continuidad mínima de la vida psíquica.

Lo propiamente analítico en estos casos es la paciencia, aunque es una palabra que expresa mal la complejidad que implica.

El desvalimiento significa la apertura máxima de un psiquismo al borde del abismo y al mismo tiempo la descalificación del otro, como forma de responder a la desesperanza de la vuelta al objeto.

Freud fue el primero en poner al desvalimiento psíquico en relación al estado precoz de la vida donde el yo está inmaduro, el problema es la constitución de la interioridad psíquica. La forma de alienación propia de la psicosis nace de que el otro es yo.

En las configuraciones fronterizas el único yo es otro, otro fuera de si.

Desde esta perspectiva, una hipótesis posible sería: para poder ser y para que el des-ser no se constituye en la forma privilegiada del sufrimiento psíquico, es necesario que la identificación/ introyección, con el objeto primario (pecho) sea suficiente (mínima).

La condición de ser es la formula pre-verbal “yo soy el pecho” que podría ser pensada como la fantasía fundadora del narcisismo primario. Es decir que el otro primordial esté conectado para que el objeto pecho esté mínimamente en tiempo y forma, cuando el bebé tenga la experiencia de encontrarlo/crearlo.

Para hablar de esto Ferenczi se refiere a los allegados al niño y a su tacto, Winnicott habla del ambiente y Freud en el proyecto del 95 escribe sobre la Verstandigung, como la comunicación del adulto y del niño en estado de desvalimiento.

Es decir que si el narcisismo se constituye con cierta solidez, se libera de mostrarse impaciente y exigente.

La alternativa es que cuando esperemos al amor de transferencia, surja el desvalimiento. Freud en “El malestar en la cultura” dice:…nunca estamos menos protegidos contra el sufrimiento que cuando amamos, nunca somos más desdichados y estamos en hilflosigkeit que cuando hemos perdido al objeto amado o su amor.

En definitiva el elemento distintivo entre la angustia neurótica y el desvalimiento es su correlato de esperanza y desesperanza respectivamente. Será el analista, en el mejor de los casos, el que en tanto otro, sostendrá la esperanza de ser usado, para constituir una experiencia inaugural en la que el paciente pueda sacar provecho de cada una de las fallas del analista.

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