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Paz y Ciencia

domingo, 7 de marzo de 2021

Lacan y su As: El Amor

Rodrigo Córdoba. Psicólogo y Psicoterapeuta. Teléfono: +34 653 379 269 Zaragoza. Gran Vía Página Web: www.rcordobasanz.es              rcordobasanz@gmail.com Twitter:@psicoletra Instagram: @psicoletrazaragoza

Amor, ¿Amor normal o Amor patológico?: Una exploración es Amar es ante todo querer ser amado, y uno sacrifica su subjetividad para hacerse objeto del otro en el amor.

 ¿El amor es amor por el otro o goce de ese discurso tan particular que constituye el hecho de ‘hablar de amor’? En ambos casos, hay poca diferencia entre amor y erotomanía. Con la salvedad de que el ‘Fallo’ del Otro producido por el narcisismo. El amor lo definimos ‒en el campo psicoanalítico al menos‒, como una respuesta a una de las tesis fundamentales que postula el psicoanálisis de la escuela francesa, más específicamente me refiero a Jacques Lacan, es el quien articula la tan difundida como manoseada frase: “No hay relación sexual”.a consecuencias más o menos radicales”

En la temática del amor desde el psicoanálisis...


La temática del amor, es un núcleo central para el psicoanálisis, encontramos frases tales como: “El amor es dar lo que no se tiene a quien no es” “no eres tú eres lo que en ti inventa mi deseo” “amamos a aquel que responde a nuestra pregunta: “¿Quién soy yo?” por mencionar algunas. La importancia de este escrito recae en que sobre todo en nuestra época, sigue siendo central la apuesta a interrogarse: ¿Qué es el amor?

 

 

                

                              La Nascita di Venere de Botticelli (1445 – 1510)*

 

        

Introducción

 

 

  

"La temática del amor comprende diversas áreas, y son muchos los intentos que hay para definirla o acercarse a la comprensión. Parece curioso todo lo que desprende un concepto, pero ciertamente aún en nuestra Posmodernidad, no hay consenso respecto a ella; filósofos, poetas, la psicología como disciplina, etc. Asimismo los estudios y libros que trabajan la temática son una extensa lista". Jacques-Alain Miller

 

  El psicoanálisis en esto, en el intento por definir este fenómeno, tan interesante al momento de comprender al ser humano, entrega un punto de partida, el tomar en consideración el caso a caso que se produce en las relaciones que se generan.

Ahora bien, ¿hay un tipo de amor que sea correcto? ¿Existe amor normal y anormal? En un intento de acercarnos a la respuesta a estos interrogantes traemos a Jacques-Alain Miller (2008) quien refiere:

 

“Las psicosis no deben considerarse como ‘Trastornos’, tal como lo querría cierta psiquiatría reducida a la estadística, sino como una forma singular de la subjetividad humana sin la cual la civilización, que no es nada sin eros, no existiría. Las psicosis pueden entonces enseñarnos mucho sobre esa locura común que es el amor, y sobre todo la transferencia” (pp.12).

 

  Desde este escrito, podemos ver como aún en casos “complejos” de funcionamiento respecto a un individuo, la temática del amor parece ser común. Los diagnósticos en este sentido no hacen más que encasillar y restringir. Pero, ¿restringir qué?, no solo al individuo, sino también la oportunidad que hay de generar nuevos conocimientos respecto a la condición humana.

 

 

El psicoanálisis y el amor

 

“En el psicoanálisis el síntoma representa la huella de un amor pasado y, a menudo, el punto de partida de un nuevo amor. Pero el amor representa el mejor síntoma debido al hecho evidente de que nos gusta amar a Otro que no existe, sea hombre, mujer o Dios” (Miller, 2008.pp. 12)

 

  Jacques Lacan respecto al amor nos dejó en claro que el amor siempre es reciproco, ¿pero que significa esto? Que a quien amo me amará por igual, en una entrevista realizada a Jacques-Alain Miller en mayo del 2011 este responde “se repite esta frase sin comprenderla, o se la comprende de través. No quiere decir que basta con amar a alguien para que el lo ame. Eso seria absurdo. Quiere decir:

 

“si yo te amo, es que tú eres amable. Soy yo quien ama, pero tú, tú también estas implicado, puesto que hay en ti algo que hace que te ame. Es reciproco porque hay un ir y venir: el amor que tengo por ti es el efecto de retorno de la causa de amor que tú eres para mí. Por lo tanto, algo tú tienes que ver. Mi amor por ti no es solo asunto mío, sino también tuyo. Mi amor dice algo de ti que quizá tú mismo no conozcas”.

 

  El amor como tal, responde a ese lanzarse al vacío, lanzarse al caos natural de la vida, y dejar que el azar, el milagro o lo que sea que genere el encuentro mágico emerja. No podemos negar la importancia del amor en nosotros. Freud ya lo dejaba en claro: “Si amas; sufres, si no amas; enfermas”. Los afectos negados, las emociones inexpresadas solo incrementan el caos natural de la vida misma.

 

“Así se consideraba que el único amor verdadero estaba aparado de cualquier perspectiva de recompensa y de cualquier interés propio, u el criterio de validez e incluso de legitimidad del amor era la perfección de un desapego llevado hasta la pérdida del sujeto” (Le Brun, 2004. p.8)

 

 

Signos de amor

 

  Según J. A. Miller “Amar verdaderamente a alguien es creer que amándolo se accederá a una pregunta sobre sí mismo (…) quién soy” (Miller, 2008).

Quienes pueden decir del amor son las mujeres considerando que para amar hay que “asumir su falta, su castración, y esto es esencialmente femenino” (Miller, 2008).

 

  Amar es reconocer su falta, lo que Lacan estableció en su frase “amar es dar lo que no se tiene”. Por lo tanto, en el caso del hombre y cómo amar verdaderamente es amar con la falta, a partir de una posición femenina, entonces amar naturalmente lo feminiza, por lo cual el hombre ha de estar bien parado en su posición viril, y así sostenerla.

 

  Ahora bien, para reencontrarse con su posición viril el hombre desea a la mujer que no ama, le acontece una escisión del amor y del deseo que Freud denominó como “degradación de la vida amorosa” (Miller, 2008)

 

  Traigo otra frase; “Aquello que se da no es todo”, esto, debería considerarse “el arte”, la forma en que se da, y esta manera de dar, contempla un artificio (devenido de arte) que implica cierta cualidad etérea de regalar naderías con preciosísimos envoltorios. Por ejemplo; galas de cintas, papeles de seda. Miller lo refiere también a la “ceremonia del té”. Un pequeño cuenco que alberga el líquido y que, ceremonia mediante, adviene una y otra vez el ancestral obsequio amoroso típico de la cultura japonesa.

 

  Con el amor, al decir de Miller acontece de manera similar al “demandar nada”. Es una lógica desprovista de la abundancia “por amor a Dios, a una mujer,”… por amor al arte.

 

  Lacan muestra, como en occidente a través de una elaboración “culta” del amor aparece lo que se denomina “amor cortés” en el siglo XVIII, en esos salones las mujeres educaron al hombre en los interludios precisos de modo tal que “las maneras se refinaran” y para no llegar al objeto de la necesidad grotescamente es que las mujeres emprendieron la educación del amor para que ellos, los hombres respetaran la “nada”, “respetaran la nada”.

 

  Miller comenta que en el siglo XVIII el gusto mismo se convirtió en un problema teórico… Hume primer filósofo… con la paradoja de la inducción… Se situaba en ruptura con la cadena significante” (Miller, 2011. Pp. 236).

 

  En relación a “Las buenas maneras” estas se ordenan alrededor de la falta. Incluso las buenas maneras que se observan en el saludo, antes de conducir a la palabra a la finalidad del pedido, si lo hubiere.

Son necesarias como semblante de la falta, y como condición de posibilidad para que sea respetada.

 

  En relación a esto Miller nos dice “que este asunto de las buenas maneras, el falo siempre participa, incluso… bajo la forma verbal “complacer”.

Ahora, es importante considerar que la mujer siempre espera el signo de amor en el otro, el signo de amor es de un valor que lo diferencia de la prueba de amor.

 

  Hay diferencias entre el signo de amor y la prueba de amor. Esta última requiere de sacrificar el tener a la nada mientras que el signo de amor es una “nadería” (1) que desaparece sino se lo respeta (Miller, 2011. Pp. 237).

 

  Lacan para establecer cómo entra el amor en la clínica lo transmite con la dialéctica de la frustración en la articulación del objeto y la falta, en esta falta fálica surge la ecuación simbólica de Freud, pene-niño. Ecuación ausente en el “amor cortés” el amor de las cortesanas.

 

  La mujer realiza una conjunción de sustituciones ya que los atributos masculinos, caros, para ella se eliden al feminizarse el Otro del amor.

Con la dialéctica de la frustración y la falta Lacan puntualiza la demanda de un objeto (de la necesidad) y la demanda de amor (de signos del Otro), sin objeto en tanto es demanda de nada.

 

  Se consideran entonces:

Privación - necesidad

Frustración - demanda de amor

Castración - deseo.

 

  La articulación elemental: objeto en relación a la falta y cómo interviene el amor en esta articulación.

En esta articulación el amor aparece en la importancia del derrotero del objeto, en el sentido de la relación del objeto con la nada.

 

 

El niño

 

  En un principio depende de un Otro que tiene (ser-tener), la madre que debe atender a su necesidad, esto es un efecto de significación de la necesidad, de la cual la madre debe diferenciar de la demanda de amor. El niño no solo demanda alimento, demanda amor. Esto es  comprobable (si fuese necesario comprobar) en los casos de niños hospitalizados, la presencia es absolutamente del orden de la vida (en la referencia presencia-ausencia).

 

  La responsabilidad de la madre, estará en no confundir el alimento con el amor, que es demanda de nada. La observación de Freud en el juego del fort-da muestra el movimiento de la demanda de amor. Lacan sitúa la función de la repetición en Freud, luego la demanda de amor, el goce y la relación del sujeto con el goce.

 

 

La carta

 

  Ausencia y demanda de amor. Una carta de amor se envía en ausencia de alguien que no está, la ausencia del Otro es también la propia, quien escribe esa carta también está incluido en la ausencia. Lacan establece que el deseo está entre la demanda y la demanda de amor.

 

  La demanda de algo es el objeto. La demanda de amor es la nada. Objeto del deseo como agalma entre algo y nada.

El objeto a, objeto causa, es el significante entre nada y algo.

“El objeto del deseo como un objeto en relación con la metonimia de la nada” (Miller, 2011. Pp. 244-245).

 

  Pero en relación al deseo, Lacan establece una diferenciación con el amor.

En el amor, lo que se espera del Otro es el signo de amor. El deseo se sustrae a la relación con el Otro “tiene relación con algo en el Otro”.

Hay un elemento desconocido por el Otro mismo. Miller llama a esa zona del Otro extimidad. (Lacan, 1981. Pp.64).

La angustia respondería a ese enigma –“qué me quiere?–

 

 

Conclusión

 

  Aun quedarán infinitas vías del amor y del des-amor y el goce sexual por recorrer en un escrito. Elegimos estas las palabras de Lacan que entregamos para concluir:

 

“El signo no es signo de algo, es signo de un efecto... a partir del funcionamiento del significante... punto de partida del discurso analítico, o sea del sujeto.

En el amor se apunta al sujeto, al sujeto como tal, en cuanto se le supone una frase articulada, a algo que se ordena, o puede ordenarse, con toda una vida.

Un sujeto como tal, no tiene mucho que ver con el goce. Pero su signo puede provocar el deseo. Es el principio del amor.”

 

 

Imagen*: “El nacimiento de Venus” realizado en 1486 es un cuadro realizado por el pintor renacentista Sandro Botticelli, una de las obras cumbre del maestro florentino y del Quattrocento italiano.

 

 

 

Bibliografía:

 

Entrevista a Jacques Alain Miller por Hanna Waar, en mayo del 2011: NEL, ciudad de México.

 

Miller, J. (2008) El amor en las psicosis. Buenos Aires: Paidós.

 

Le Brun, J. (2004) El amor puro: De platón a Lacan. Argentina: Ediciones literales en coedición con el cuenco de plata

 

 

Conferencia de J. A. Miller para Psycologies Magazine, octubre 2008, n°278

 

J. A. Miller Donc La lógica de la cura. Ed. Paidós 2011. Cap.XII Los signos del goce pag 233.

Ibid.pag. 236

       Pag. 236

       Pag. 237

       pag. 244-245

 

Seminario Aun J. Lacan Ed. Paidós 1981 Pag. 64

 

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