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Paz y Ciencia

sábado, 22 de febrero de 2020

El Poder de la Fragilidad



Si no dejamos que los niños y niñas ansiosos aprendan a afrontar el problema, les estamos debilitando. Eva Millet

Se está empezando a dar un fenómeno curioso, la ansiedad como reclamo cool. Así lo viven algunos adolescentes, a los que sorprendía que la ansiedad fuera una efectiva forma de llamar la atención en las redes sociales

Pero esta sublimación de la ansiedad no sólo sirve para conseguir más likes, En torno a la ansiedad existen unas deferencias que se están convirtiendo en privilegios debido a un mal uso. En el sistema educativo anglosajón, por ejemplo, si un alumno es diagnosticado con ansiedad tiene automáticamente unas facilidades, como disponer de más tiempo en los exámenes que el resto. Estas ventajas están provocando que haya un cierto afán por ser diagnosticado como "ansioso" y que se esté pervirtiendo un sistema pensado para ayudar a los que realmente son más vulnerables.

Porque, cuantas más ventajas implique sufrir ansiedad, menos ganas habrá de enfrentarse a ella. Esta era la tesis de un reportaje de portada en The New York Times titulado: "¿Por qué cada vez más adolescentes americanos sufren ansiedad severa?". El texto desvelaba que, en los Estados Unidos, la ansiedad había superado a la depresión como motivo de consulta en los departamentos de atención a los estudiantes de instituto. Citaba también la encuesta de 2017 de la Asociación de Salud de Escuelas de Secundaria, que detectaba que el sesenta y dos por ciento de los alumnos aseguraban haber sufrido "ansiedad extrema". Esta estadística se sumaba a otro dato: el aumento -el doble- de ingresos hospitalarios por intentos de suicidio adolescente en los últimos diez años. En especial, poco después del inicio del curso, en septiembre.

El reportaje recogía el caso de Jake, que empezó a padecer ansiedad extrema a los diecisiete años, cuando una mañana se negó a ir a la escuela y se acurrucó en el suelo, en posición fetal. "¡No puedo más! No podéis entender lo que siento", les dijo a sus padres. Lo cierto es que Jake, como escribe el autor, Benoit Denizet-Lewis: "No podía verbalizar lo que intuía que le pasaba: que ir a la escuela le parecía imposible, que sentía que la gente le juzgaba y que nada de lo que hacía era lo suficientemente bueno". Equivocarse era uno de sus grandes miedos. Como el no estar a la altura de sus compañeros y no poder "triunfar" en la vida.

El autor desgrana otras fuentes de ansiedad adolescente: el estrés, la búsqueda de la perfección y las redes sociales. Pero en el texto también se pregunta algo clave: si la fórmula más habitual que se utiliza para mitigar la ansiedad en estos casos, basada en evitar y no confrontar sus causas, no resulta contraproducente.

En el país han proliferado clínicas especializadas en "adolescentes con ansiedad aguda". Centros privados, muy caros (rondan los mil dólares diarios y la estancia media es de dos y tres meses). ¿La metodología? Se aplica desde el mindfulness a la terapia de caballos, pero, especialmente, la terapia cognitivo-conductual.

Pero, como sucede en otros países, en los Estados Unidos la medicación sigue siendo el tratamiento más común para combatir la ansiedad -lo que no le convierte en lo más recomendable-. Se utiliza, en parte, porque las técnicas de exposición resultan más "duras" para el paciente (en especial, si tiene poca o nula práctica en afrontar los problemas). Asimismo, algunos terapeutas no se sienten cómodos en el rol de "empujarlos" a exponerse a sus fuentes de angustia. Sin olvidar la falta de tiempo para hacer terapia y la presión de la industria farmacéutica.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Nº Col.: A-1324 Zaragoza
Tfno.: (+34) 653 379 269
Instagram: @psicoletrazaragoza
Página Web: www.rcordobasanz.es

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