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Paz y Ciencia

sábado, 7 de febrero de 2015

Psicoanálisis, Pareja y Transferencia



Principales conceptos psicoanalíticos referidos a la pareja y sus terapias
En 1912, en “Totem y Tabú”, Freud describía los estados amorosos como los prototipos normales de las psicosis; “El hombre, permanece en cierta medida narcisista, incluso después de haber encontrado objetos externos para su libido; las investiduras de objetos hacia los que tiende son, de algún modo, emanaciones de la libido que queda ligada al yo (moi) y ellas pueden ser reintegradas nuevamente en ella. Los estados amorosos, tan curiosos psicológicamente, que son los prototipos normales de las psicosis, corresponden al nivel más alto de esas emanaciones respecto al nivel de amor hacia sí mismo” (pág. 209, traducido del alemán por Marielene Weber).
En 1921, en “Psicología de las masas y análisis del yo”, Freud ponía el acento en el estado amoroso sobre la “formación de masa de a dos” (Massen bildung), caracterizada por los fenómenos de indiferenciación psíquica de las relaciones de objeto narcisista.
Él decía; “No hay manifiestamente mucha distancia del estado amoroso a la hipnosis, las concordancias entre ambos son evidentes, la misma humilde sumisión, la misma docilidad, la misma ausencia de críticas hacia el hipnotizador así como hacia el objeto amado, la misma reabsorción de la iniciativa personal; sin duda alguna el hipnotizador ha tomado el lugar del Ideal del yo. Simplemente, en la hipnosis, las relaciones son incluso más nítidas y más intensas, si bien convendría explicar más la hipnosis por el estado amoroso que al revés”.
Más adelante el autor agregaba: “Pero, por otra parte también podemos decir que la relación hipnótica representa, si se puede usar esta expresión, una formación de masa de a dos. La hipnosis no se presta tanto a la comparación con la formación de masa, pues ella es idéntica a esta. La hipnosis se desvía de la formación de masa en grupo por la limitante del número, asimismo lo hace del estado amoroso por la ausencia de tendencia directamente sexual. En este sentido, ella se ubica entre las dos”.
A partir de “Tótem y tabú” y de “Psicología de las masas y análisis del yo”, emerge una idea esencial: los fenómenos de indiferenciación, es decir los fenómenos de masa, están en el origen de un cuerpo común imaginario y de una psiquis común imaginaria de la pareja, del grupo o de la familia.
La elección del partenaire sexual se hace –para Freud- (“Para introducir el narcisismo”, 1914), según dos modalidades:
-la elección de objeto narcisista: es “un tipo de elección que se opera sobre el modelo de la relación del sujeto consigo mismo y en la cual el objeto representa a la propia persona bajo tal o cual aspecto”. (J. Laplanche y J.B. Pontalis).
- La elección de objeto por apuntalamiento: es “un tipo de elección de objeto en el que el objeto de amor es elegido en base al modelo de las figuras parentales, por cuanto ellas aseguran al niño alimento, cuidados y protección. Ella tiene su fundamento en el hecho que las pulsiones sexuales se apuntalaban originalmente en las pulsiones de auto- conservación” (J. Laplanche y J.B. Pontalis).
Didier Anzieu subrayaba- en 1986- que uno de los fantasmas de base de la pareja es que ella posee una piel común, un cuerpo común y una psiquis común.
¿Por qué vivimos en pareja?”, se preguntaba Didier Anzieu.  “… La razón originaria parece ser el miedo a la soledad, la necesidad arcaica de un apuntalamiento de las funciones psíquicas en un objeto primordial, la necesidad de precaverse de la angustia ante un retorno al estado de desamparo ante las frustraciones, fracasos y stress de la existencia. El objeto primordial es el que antaño nos protegió de ese desamparo. El enamoramiento aporta la revelación, en el sentido casi religioso del término, de que esa persona es una rencarnación del objeto primordial.   En el estado de exaltación amorosa, que en general es el estado fundador de la pareja, por lo menos en la cultura occidental, se instaura la doble creencia de que el partenaire es el objeto que importa por sobre todo para mí y que él mismo tiene el deseo de ser ese objeto primordial para alguien, yo, en este caso, así como la madre quiso serlo en otras épocas para su pequeño, quien, por su parte, la ponía en el lugar de ser ese objeto”.
En su Introducción al estudio de las funciones del Yo-piel en la pareja, Didier Anzieu (1986), describía la ilusión dual o gemelar fundadora de la pareja, a la manera de la ilusión grupal fundadora del grupo.  “La primera experiencia de la pareja, escribe D. Anzieu, hecha por dos partenaires jóvenes, comienza generalmente por una fase de ilusión dual.  Las eventuales experiencias ulteriores de pareja, sostenidas con otros partenaires, tienden a reproducir esta fase tanto de forma atenuada como exacerbada.
Dicha ilusión resulta fundadora para una pareja joven y al mismo tiempo ella la funda como pareja de partenaires que son o que quieren volver a ser jóvenes.  La fase siguiente, de desilusión, puede acarrear ya sea la disolución de la pareja, que reconoce con amargura y resentimiento haber estado ciego, o bien, a través de una crisis y su superación, la reorganización de las relaciones de objeto entre sus miembros y la evolución de las funciones psíquicas ejercidas hacia el otro, efectuándose esto gracias al enmarcado por nuevos fantasmas de piel familiar”.
Esta pareja, agregó D. Anzieu, es “una pareja de gemelos imaginarios, unisex y, en último término, intercambiable.  Tal ilusión resulta ser fundadora para una pareja joven”.
La fase siguiente de desilusión es una segunda etapa que toda pareja deberá franquear.
Cinco destinos son entonces posibles, según D. Anzieu:
-Primero: “El otro es señalado como responsable de desilusión, la falta es del otro, dice, si el maravilloso enamoramiento recíproco y originario ha desaparecido, la culpa es del otro, quien no quiere o no puede compartir todo de su vida psíquica. La escena conyugal inicia entonces un proceso de ruptura”.
- Un segundo destino consiste en revivir la fascinación amorosa respecto a una tercera persona, intentando al mismo tiempo mantener la estabilidad de la primera pareja, la constancia del objeto primordial. Uno de los dos partenaires se consigue un amante o una amante.
-Un tercer destino permite que la pareja perdure transformando su espacio imaginario, reorganizando sus relaciones internas y con el exterior, volviéndose un sistema relativamente abierto, sustituyendo al motivo originario de conservar la ilusión gemelar, un motivo menos conservador, más regulador, más evolutivo. La piel común de la pareja subsiste, pero más alivianada; ella ya no es exclusiva. Cada partenaire se dota, en el seno de la pareja, de un yo-piel singular.
-Cuarto destino: la escena conyugal se instala como modelo habitual de relación intra-pareja.
-Un quinto destino consiste en sustituirle a yo-piel de la pareja, una piel familiar fantasmatizada que se crea con el nacimiento de un primer hijo, gracias al fantasma de auto-engendramiento familiar y a la aparición de una ilusión familiar.
D. Anzieu agrega: “El trabajo psicoanalítico con parejas en dificultad hace aparecer a menudo que cada uno de los partenaires ha sido muy dependiente en su infancia, si bien de manera diferente, de la imagen materna y que no pudo separarse de su familia de origen más que llevando consigo la piel imaginaria de esa madre.  Su pareja se envuelve en esas dos pieles imaginarias maternas estructuradas según la doble….., que describí en mi obra “El yo-piel”, como típica de la envoltura narcisista idealizada. Al interior de esta los dos jóvenes se sienten consagrados al proyecto de una unión excepcional”.
Por ejemplo, una mujer le dice a su marido en el curso de una terapia de pareja: “Yo lo conozco tan bien que podría hacer su autorretrato, escribir su autobiografía”.
En una sesión de psicodrama, uno de los miembros de la pareja propone jugar a la separación de su pareja, pero no poseen sino un corazón y un pulmón en común. Será necesario entonces hacer intervenir en el juego a un cirujano y un juez para decidir la partición imposible: ¿quién tendrá a la vez el corazón y el pulmón? ¿Quién morirá?
En otra parea, respecto a su unidad conyugal, la mujer decía: “Tenemos una tercera pierna común que nos permite caminar con el mismo paso”.
El nacimiento del fantasma del cuerpo común de la pareja es-desde nuestra perspectiva- consustancial al fantasma de engendramiento recíproco, es decir al fantasma de auto-engendramiento de la pareja. Este fantasma está en el origen de ese cuerpo común imaginario, ideal y omnipotente.
Todas las ilusiones están estructuradas en base a este modelo.
Así, en una terapia psicoanalítica de pareja, la mujer expresa los siguientes pensamientos: “Antes, decía, vivíamos en autarquía, nos alimentábamos cada uno, estábamos en plena forma en todos los planos, no necesitábamos nada más. Éramos independientes”. Luego ella agrega: “cuando se tiene a alguien sólo para sí misma, es embriagador”. Su marido agrega: “Es una necesidad”. “Sí, responde ella, pero la madre hay que compartirla con los hermanos y hermanas, mientras que aquí, es una madre sólo para una misma y al mismo tiempo cada uno es la madre sólo del otro ¿Entiende usted?  Sabe, concluye ella, es un vínculo muy fuerte, mucho más fuerte que con la madre”. Esta mujer agregaba, de un modo paradojal: “Yo pude rehacer el mismo camino de forma diferente”. Cuando ella comparaba la relación con su madre y la que estableció con su marido.
De manera similar en que René Kaës (1975) describe El aparato psíquico grupal, André Ruffiot habla de aparato psíquico familiar.
Respecto a la pareja podemos hablar de aparato psíquico conyugal. Estos autores toman en cuenta simultáneamente el espacio intra -psíquico y el espacio inter-psíquico intermediario,   trátese del grupo, de la familia o de la pareja.
El espacio inter-psíquico es el lugar psíquico en el que se ponen en común los fantasmas. En este espacio el fantasma es compartido, es común a ambos miembros de la pareja. Esta comunidad de ideales y de interdicciones del espacio psíquico intermediario, pertenece a la vez a cada uno y a la pareja. El espacio inter-psíquico privado, discreto, es normalmente sin la menor duda, desarrollado, pero él no impide la constitución y preservación de un espacio individual, intra-psíquico, íntimo y secreto (A. Carel, 1992).
En las relaciones patológicas de pareja, por el hecho de las confusiones nacidas de la masividad de las identificaciones narcisistas adhesivas o proyectivas, dado incluso el hecho de los engranajes perversos, ese espacio intermediario fantasmático transicional desaparece en pro de actuaciones y de confusión entre los miembros. El espacio transicional intermediario tiende a desaparecer en pro de la tópica interactiva que designa, según Paul-Claude Recamier: “…La organización particular que solo permite dar cuenta de los procesos psíquicos cuya unidad (que no puede percibirse en el solo límite intra-psíquico) se lleva a cabo entre varias personas (pareja, familia, grupo, sociedad) en virtud de interacciones inconscientes obligadas. Ilustrados por el proceso de engranaje y de participación confusional, así como por las defensas interactivas, esta tópica es la que emerge y prevalece en el juego de los fantasmas  no-fantasmas que circulan en toda patología narcisista grave. La tópica interactiva es un derivado de la tercera tópica, que designa la organización del real en tres registros: interno, externo e intermediario”. (P-C. Recamier, 1993)
Es la pareja en tanto objeto la que está sobre -investida en detrimento del individuo: el ‘Nosotros’ está sobre-investido en perjuicio del ‘Yo’.
Podemos agregar que esta elección de objeto amoroso se establece seguramente a partir de “un conocimiento” de la familia interna del partenaire. Estos fenómenos se relacionarían con los de la resonancia fantasmática , la interacción fantasmática intensa entre los miembros de la pareja. Las representaciones familiares predominantes son edípicas o preedípicas (Antoedipienne).
Así, un sujeto estructurado bajo una modalidad edípica, hace una elección comúnmente de un partenaire estructurado desde la misma modalidad edípica prevalente. Esto señala la elección de objeto por apuntalamiento.
Igualmente, un sujeto estructurado predominantemente desde un modo anti-edípico (antiedípico designa la organización esencial específica del conflicto originario), es decir incestuoso, habitualmente elige un partenaire organizado según ese mismo registro anti-edípico. Esto señala la elección de objeto narcisista.
Señalemos que-según P-C Recamier- incestuoso “designa y califica lo que en la vida psíquica individual y familiar lleva la marca del incesto no fantasmatizado”.
Recordemos también que “El incesto no es el Edipo, y que incluso es lo contrario”.
Las familias internas edípicas figuran representaciones generacionales normales, en las que los padres son de mayor edad y más grandes que los hijos. Asimismo la diferenciación de las generaciones, de los seres, de los géneros, de los muertos y de los vivos ya está adquirida.  Los fantasmas de seducción narcisista y sexual coexisten, pero predomina la seducción sexual en la pareja. La relación de contención ha sido vivida de la siguiente manera: el objeto materno ha sido continente y fue introyectado como tal. Las ansiedades primitivas catastróficas claustrofóbicas (angustia ante “lo demasiado cerrado”) y agorafóbicas (angustia de “ser abandonado” o de “lo demasiado abandonado”) no son excesivas.
Por otra parte, en las familias internas anti-edípicas la diferenciación generacional está poco o nada adquirida. La seducción narcisista es predominante y la seducción sexual es puesta al servicio de la primera bajo un modo patológico. El fantasma de auto-engendramiento subyace a esta organización psíquica. Los hijos y los padres pueden estar en un mismo nivel generacional: imaginariamente tienen la misma edad. Puede existir incluso una inversión generacional: la omnipotencia infantil se configura con padres más jóvenes y más pequeños que los hijos.  En este caso, la diferenciación de las generaciones, de los seres, de los géneros, de los vivos y de los muertos no está del todo adquirida y- dado este hecho-tienen lugar confusiones de todo orden, a veces en forma masiva. O bien, los padres y los abuelos son imaginados como hermanos y hermanas, y así sucesivamente.
La relación precoz de los partenaires se ve dominada por una dependencia infantil patológica de una madre contenedora.  Ya se trate de una dependencia excesiva hacia el objeto, de una búsqueda frenética del objeto, o bien se constituye-contra esa dependencia patológica- una auto-contención megalomaníaca. Esta auto-contención patológica es verdaderamente la base del fantasma de auto-engendramiento (J-P Caillot, 1992).
Así, por ejemplo, una pareja consulta por tristeza, conflictos frecuentes y sobre todo, por pérdida de las relaciones sexuales desde el nacimiento de su hijo que actualmente tiene 5 años.                              El marido y la mujer no comprenden bien lo que les sucede.  Tienen un nivel cultural elevado, muy dedicados a educar a sus hijos y a mimarlos.  Su familia se presenta esencialmente como una institución. Ella ha excluido toda sexualidad. En sus antecedentes familiares, la madre había sido frecuentemente corregida y sermoneada por su propia madre (abuela materna), quien le decía:                       “¡Compórtate bien! ¡Siéntate correctamente! ¡Bájate la falda y junta las piernas cuando te sientas!                 ¡Tú sabes, tu padre es un hombre!”.  Cuando ella iba a acostarse debía poner cerrojo a su puerta, por las mismas razones.  Ese clima incestuoso se explicaba por el hecho que la madre de la paciente (la abuela del niño) había sufrido un intento de violación de parte de su padre (el bisabuelo materno del niño), a los 16 años.
En cuanto al marido, prácticamente él no había conocido a su padre por cuanto sus padres se separaron precozmente.
Cuando su madre peleaba con su segundo marido, lo echaba de la habitación y acogía a su hijo en su cama.  Estas actuaciones incestuosas se dieron hasta la edad de 15 años del hijo, edad en la que él dejó a su familia.  Posteriormente él vivió solo en un estudio.                                                                      Pareciera que-como la historia de Edipo- el nacimiento de ese hijo en la actualidad hizo emerger fantasmas incestuosos compartidos por él y su pareja (padre y madre actual). Entonces aparecía en ellos el temor inconsciente de que pudiese darse una relación incestuosa con el hijo, intentando en consecuencia-de forma defensiva- eliminar toda sexualidad en la pareja y en la familia.
Es como si los padres se dijeran: “Si suprimimos la sexualidad en pareja, en nuestra familia, viviremos sin drama”.  El padre se identifica proyectivamente con su hijo y la madre deposita en su hijo su objeto interno padre..
Es en este momento cuando surge una demanda de parar la terapia por miedo a que surjan relaciones incestuosas en nuestro grupo.
En esta esfera incestuosa, anti-edípica, los fenómenos de influencia están en primer plano, así como las identificaciones narcisistas masivas, los fantasmas envidiosos están exacerbados y los actos envidiosos son frecuentes.
Las angustias son habitualmente del tipo ansiedades catastróficas primitivas, ágorafobicas o claustrofóbicas. Por otra parte, es frecuente observar en la pareja una repartición de esas dos formas de ansiedades: uno es portador de las ansiedades claustrofóbicas primitivas, mientras que el otro es depositario de las ansiedades agorafóbicas primitivas.
En otras palabras, el partenaire agorafóbico, al buscar la presencia del compañero claustrofóbico refuerza las ansiedades de este último y lo empuja a alejarse. Se instala así un círculo vicioso, surgen inter actuaciones conflictivas. El sujeto agorafobico tiende a volverse intrusivo y el claustrofóbico se pone rechazante, se siente humillado.
Es así que los fenómenos paradojales del registro anti-edípico están en el origen de un impasse relacional de la pareja. Pudimos describir (J-P Caillot, G. Decherf, 1982) relaciones paradojales entre los miembros de la pareja y en la transferencia. Podemos resumirlas de la manera siguiente: “Vivir juntos nos mata, separarnos es mortal”. Ellas pertenecen a la posición narcisista en la que la investidura narcisista del objeto es fuente de sensación o de ansiedad claustrofóbica primitiva. Esta sensación o esta ansiedad insoportable, lleva a una ruptura de esa investidura narcisista del objeto. Esto conlleva a un retraimiento narcisista del sujeto, presa de una sensación o de una ansiedad agorafóbica primitiva, hecho que lo impulsa a reinvestir narcisísticamente al objeto, y así sucesivamente.
Lo hemos visto, la oscilación de las investiduras narcisistas y anti-narcisistas (F. Pasche, 1978) caracteriza la defensa paradojal y rítmica de esta posición contra las sensaciones y ansiedades primitivas claustrofóbicas y agorafóbicas.
Las relaciones narcisistas paradojales patológicas son responsables de los disturbios de la figuración (irrepresentabilidad) que dan lugar a fantasmas-no/fantasmas, a la representación de objeto paradojales (por ej., la representación de un padre incestuoso es a la vez la representación de padre, de objeto sexual, de bebé y de gemelo; se trata de una representación de un padre-no padre).  Estas relaciones son igualmente responsables de disturbios emocionales, tales como la creación de afectos paradojales que sideran al Yo (el afecto paradojal es una formación de afectos ligados indisociablemente entre sí, reenviando uno al otro dos afectos irreconciliables-pero no opuestos-tales como el terror o el horror y la fascinación) Esta posición narcisista paradojal patológica es fuente de confusión.
D. Anzieu enunció otras formas de paradoja: “Nosotros somos una buena pareja, en la que cada miembro es malo para el otro”. O bien: “Somos buenos miembros que formamos una mala pareja”.
Finalmente, para René Kaës, las alianzas inconscientes de la pareja, tales como la comunidad en la desmentida, “permiten comprender cómo, en las modalidades neuróticas y psicóticas de la represión, se constituye o fracasa en constituirse, para los sujetos singulares, en razón del interjuego de sus vínculos, la función represora”. Las alianzas inconscientes “Ellas son, dice, formaciones del aparataje psíquico de los sujetos de un conjunto inter-subjetivo”. Una pareja, en el caso que nos ocupa.
Las alianzas inconscientes están al servicio de la función represora.
En el ejemplo que acabamos de citar, la alianza inconsciente es la comunidad de desmentida en la pareja. Ella tiene como base la desmentida común de las relaciones de objeto incestuosas en sus familias de origen y en la pareja; los fantasmas-no/fantasmas incestuosos son desmentidos y cada partenaire identifica proyectivamente a su partenaire con su padre interno del sexo opuesto. En este caso, hay confusión entre la madre interna del marido con su esposa y del padre interno de la mujer, con su esposo.
Encuadre psicoanalítico de la pareja
-Lo más a menudo el intercambio es verbal
-A veces se plantea una indicación psicodramática, lo que da un lugar esencial al juego.
Los psicoanalistas, habitualmente proponen encuentros semanales o bi-mensuales.
Ellos invitan a la pareja a hablar libremente de su pareja en pareja.
La regla de no omisión, específica de la situación psicoanalítica individual, es remplazada aquí por una invitación a hablar libremente más que a una obligación a no omitir nada.                                                                   La constitución de los secretos individuales no patológicos marcará a menudo, en efecto, el progreso de la terapia de pareja.
En suma, cada uno dirá lo que desea decir. Aquí no se trata de la regla de “decir todo”, como en el abordaje individual. Se hablará entonces de asociación verbal libre de la pareja.
Cuando las maniobras perversas en una pareja-a veces perversa- son masivas y frecuentes, proponemos, ya en un primer tiempo, encuentros puntuales dedicados al develamiento de dichas maniobras, sin dar demasiada importancia a las actuaciones envidiosas de la pareja hacia la situación psicoanalítica. Eventualmente,  es en un segundo tiempo-cuando aparecen las angustias- que podrá instalarse un marco de encuentros regulares.
La asociación libre verbal de la pareja es asociada a la regla de abstinencia.
La pareja deberá renunciar a obtener consejos, soluciones relativas a la realidad cotidiana y a compartir relaciones privadas o sociales con el o los psicoanalistas.
La regla de restricción obliga al analista a restituir el contenido de lo que pudiera decirle –entre sesiones- uno de los miembros de la pareja. Solamente se recibirá a la pareja. No habrá encuentros individuales.
Indicaciones
En una familia, las indicaciones de terapia de pareja se dan cuando las dificultades relacionales encontradas están localizadas esencialmente en la pareja.
La pareja reconoce que el disfuncionamiento se sitúa en ese nivel.  A menudo se trata:
-de conflictos verbales o físicos con, a veces, deseos de separación;                                                                                        - de depresión con pérdida de los deseos sexuales;                                                                                                                      - de disturbios sexuales aparecidos con ocasión del nacimiento de un hijo;                                                                            - de ansiedad catastrófica. Uno de los partenaires se siente ahogado por el otro y este se siente abandonado;                                                                                                                                                                                      - de temor a un paso al acto asesino en la pareja, asociado a pasos al acto incestuosos hacia los hijos;                                                                                                                                                                                                     - uno de los miembros de la pareja se queja de los incesantes actos de dominio del otro.
Estructura de los diferentes tipos de pareja
-          Las relaciones perversas narcisistas son frecuentes, con su cortejo de maniobras sado-masoquistas y de provocación, de maniobras de seducción mentirosa, de descalificaciones de todo orden, de inoculaciones de angustia y de maniobras confusionantes.                                                     Señalamos en esta oportunidad la muy bella obra de Maurice Hurni y Giovanna Stoll, La haine et l’amour, que trata del vínculo perverso en la pareja y de la tensión inter-subjetiva perversa.
En este caso, el trabajo interpretativo debe ser precedido por un trabajo de develamiento de las maniobras perversas, de modo que aparezca un cierto monto de angustia necesaria para el trabajo analítico.  Estas maniobras gozadoras de dominio paradojal impiden en un primer tiempo el establecimiento de un marco de encuentros regulares.
Es así que la pareja se ubica de buenas ganas en una posición fálico-narcisista, variante-nos parece- de la posición esquizoparanoide: lo que se inviste preferentemente es la posición dominante-dominado. Una lucha por la posesión de un pene imaginario omnipotente da rabia.
-La asociación de una organización psicótica en uno de los miembros y de una organización perversa en el otro, es también un caso frecuente.                                                                                                              – Sean cuales fueran las estructuras individuales de los partenaires, los fenómenos paradojales son frecuentes, así como las maniobras perversas.
Las transferencias
Nosotros distinguimos tres categorías de objetos en las terapias colectivas: -el objeto individuo, el objeto pareja y el objeto grupo.
Resumiremos aquí las diferentes figuras transferenciales:
-          La transferencia grupal global hacia el grupo terapéutico como objeto transferencial: uno de los partenaires o ambos transfieren en el grupo terapéutico (pareja y psicoanalistas) como objeto;
-          La transferencia grupal central de la pareja hacia el o los psicoanalistas; aquí el objeto transferencial es el o los analistas. La pareja como unidad transfiere en el o los analistas como unidad.
En la transferencia global o central, la suma de los sujetos que transfieren y de las personas que constituyen el objeto transferencial reúne el conjunto de los participantes del grupo terapéutico.
Uno de los miembros de la pareja puede ser el portavoz de un fantasma transferencial de la pareja.
-           Las transferencias laterales entre partenaires de la pareja están en relación con fenómenos de identificación proyectiva.  Ellas son vueltas a llevar hacia el o los analistas.
Ejemplo clínico
Tenemos aquí un ejemplo de una sesión de terapia de pareja que se da un año después de la primera entrevista.
Ella: “Pasamos muy buenas vacaciones. Al principio estábamos los tres juntos, luego yo tuve que hacer un remplazo de una semana, tiempo durante el cual mi marido se ocupó de nuestro hijo César. Nos volvimos a encontrar de nuevo los tres”.
Él: “La última semana retomé mi trabajo y mi mujer pudo descansar algunos días con César. Todo anduvo bien. Lo que me molesta es que, con mi nuevo trabajo, en este momento hago muchos desplazamientos y sólo regreso los fines de semana. Entonces, ¿Qué hay que hacer respecto a la psicoterapia? ¿Podemos hacer un buen trabajo con usted ya que mi mujer y yo no nos vemos tanto? Habitualmente lo que sirve de base a nuestro trabajo acá son los intercambios y dificultades de la semana”.
Psicoanalista: “ ¿Ud. teme encontrarse aquí en el vacío sin tener material con qué trabajar?
Él: “Sí, es un poco eso.”
Ella: “También está la idea que, al remover las cosas acá, corremos el riesgo de volver a reflotar conflictos entre nosotros. Entonces, ¿No será malo para nosotros venir a verlo cuando ahora anda todo bien?”.
Psic.: “Varias veces hemos observado juntos que uno de ustedes era señalado como siendo la causa de la desdicha del otro. Hoy día, en nuestra relación, ¿Seremos nosotros la causa de su desdicha?
Él: “Es así como hemos funcionado mucho, pero ahora estamos mucho más serenos, mucho más distendidos. Hay una adquisición y todo lo que mi mujer y yo hacemos juntos acá, eso permite ver las cosas de otra manera”.
Ella: “Hemos encontrado algo bueno, en lo que ya no creíamos…y hay que preservarlo, antes, mi marido y yo, siempre teníamos ganas de pensar igual, de ser iguales en relación al otro…no era posible vivir así”.
Ella agrega: “Ayer, mi marido me dijo que necesitaba hacer algo para él, que no tuviera relación conmigo, y eso me pareció muy bien…pues, si no somos iguales uno respecto al otro, seremos independientes…antes del nacimiento de nuestro hijo, o bien hacíamos lo mismo juntos o bien necesitábamos uno del otro, dependiente.  Y desde luego, nos sentíamos muy culpables por la más mínima cosa que hacíamos sin el otro. Con esto sentíamos un gran bienestar y nos causaba un gran malestar tener que cambiar algo en ese bienestar que construíamos juntos y que respondía a nuestras necesidades. Hoy me digo: ¿Por qué él no podría hacer algo sin mí? ¿Por qué yo no podría volverme diferente de lo que él esperaría? Estábamos en autarquía y cuando se está en autarquía uno se alimenta a sí misma, se está en plena forma en todos los planos, no se necesita del otro…se es independiente.  Sin embargo algo me irritaba: a veces comenzábamos una actividad juntos y lamentábamos terminarla. Yo sobre todo, terminaba por ahogarme…incluso más después del nacimiento de César, ya que tenía la sensación de decaimiento corporal. Pienso que nos pusimos la vara demasiado alta”.
Él: “Ahora sabemos que somos diferentes y que tenemos necesidades diferentes”.
Psic.: “Poner la vara demasiado alta, ¿Era quizás ejercer una tiranía entre ustedes…?
Ella: “Sobre todo después del nacimiento de César, porque nuestro hijo nos impedía continuar nuestro camino juntos. A veces, e incluso todavía ahora, yo me digo que él me agota con todas sus necesidades…pero yo lo amo mucho…es un buen chico”.
Él: “Al comienzo de la sesión…¿Ud. nos señaló nuestro miedo al vacío?
Psic.: “A propósito de su pareja, Ud. hablaba hace poco de autarquía, de independencia ¿Imagino que no tenía miedo al vacío en ese momento?
Ella: “Sí, pero después… ¡No me diga! ¡Lamentamos enormemente reconvertir! Cuando se tiene a alguien sólo para sí misma, ¡Es embriagador!
Él: “¡Es una necesidad!”.
Psic.: “Eso me hace pensar en la relación del bebé con su madre”.
Ella: “Sí, pero la madre hay que compartirla con los hermanos y hermanas, mientras que aquí es una madre solo para una misma y al mismo tiempo cada uno es madre para el otro ¿Comprende Ud.?  Sabe, es un vínculo muy fuerte, mucho más fuerte que con la madre…con mi abuela yo pude compensar la insuficiencia de mi madre…todo eso es una ilusión de identidad-dice-: viendo al otro, al mismo tiempo nos admirábamos.  Cuando yo era pequeña, me consideraba mala. Mi hermano mayor se burlaba de mí…todo lo que he vivido con mi marido, eso me ha hecho bien. Pude volver a partir de forma diferente, rehacer el mismo camino diferentemente…mi marido querría tener otros hijos. Yo aún no estoy del todo madura. Me bloqueo. Cuando me vienen ideas negras pienso arrojarme por la ventana…cuando era adolescente, tenía el sueño siguiente: me caí en un agujero y sentía el aire en mi piel. Me despertaba con una sensación de caer”.
Psic.: “Caer en el vacío ¿Estará esto relacionado con la llegada de un nuevo hijo?.
Ella: “Teníamos un equilibrio de a dos formidable. Y hemos vuelto a encontrar uno de a tres. Sin duda habría que rencontrar uno para nosotros cuatro. Quizás es eso lo que nos da miedo. En el fondo, mi marido y yo podemos tener muy bien actividades diferentes en el exterior, podemos reconocernos como diferentes uno del otro. Encontrar un nuevo equilibrio si tenemos otro hijo, quizás sea más fácil si nos sentimos diferentes”.
Jean-Pierre Caillot          

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