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Paz y Ciencia

lunes, 9 de febrero de 2015

Entrevista a la más ilustre de las figuras del psicoanálisis de familia y pareja

Entrevista a Anna Nicolò 

Graciela V. Consoli, Ezequiel A. Jaroslavsky 


 
Noviembre de 2012
Ezequiel A.Jaroslavsky:
¿Nos gustaría saber cuál ha sido su trayectoria científica y profesional? Y además desearíamos saber ¿quiénes han sido sus maestros, y qué autores la han influenciado particularmente?
Anna Nicolò:
Mi carrera científica y profesional fue de cierta manera complicada.
Comencé mi experiencia de trabajo en la Universidad, donde estudiaba MEDICINA, y en particular en la especialidad de psiquiatría, donde tuve como maestros a importantes psicoanalistas. Después de graduarme hice mi especialización en neuropsiquiatría INFANTIL. Era la época en la cual Italia estaba en un fermento político, caracterizado también por la “revolución anti psiquiátrica”, guiada por los alumnos de Franco Basaglia.
ESTE psiquiatra italiano PUEDE ser considerado el fundador de la concepción moderna de la salud mental. Él fue un reformador e inspiró una ley revolucionaria que impuso el cierre de los manicomios e instituyó servicios de higiene mental pública.
Estábamos en los años setenta y fue justamente en respuesta a este fermento político que comencé a ocuparme de la psicoterapia familiar.
Anna Nicolò
Al mismo tiempo continuaba mi formación psicoanalítica, con frecuencia tomaba en la universidad los seminarios de supervisión de Salomón Resnik, y había iniciado un análisis PERSONAL de entrenamiento (didáctico) en la Sociedad Psicoanalítica Italiana. Así mientras me comprometía con los nuevos estudios de terapia familiar, ya había iniciado mi formación en psicoanálisis, y al mismo tiempo estaba dedicada a realizar el curso de psicoterapia psicoanalítica del niño y del adolescente Asne sipsia, que tenía su sede cerca del instituto de neuropsiquiatría infantil de la Universidad de Roma. La influencia netamente winnicottiana de este curso, a pesar de mi largo análisis kleiniano (mi analista era un alumno de Esther Bick), se hizo sentir rápidamente y me influenció profundamente.
Entre los psicoanalistas que entonces participaban ACTIVA y regularmente en la actividad clínica y científica del curso, se destacan C. Bollas, F. Tustin junto a otros eminentes psicoanalistas de fama internacional.
En los años de mi especialización tuve grandes maestros, entre los que se encontraban Andreas Giannakoulas, que traía con él toda la tradición winnicottiana londinense; y Arnaldo Novelletto, que fue para mí un maestro del psicoanálisis del adolescente.
En paralelo, estudiaba psicoterapia familiar impulsada por la necesidad de dar una respuesta, incluso política, a las necesidades de los pacientes.
No puedo ni siquiera imaginar el esfuerzo intensísimo que caracterizó mis años de formación. Tenía un hambre enorme de lectura, de estudio, de experiencia, y se me había abierto un mundo increíble para mí que había llegado desde Calabria, una región atrasada del sur de Italia. Era la última de cuatro hijos todos mucho más grandes que yo; desde pequeña estaba sola, pero en compañía de todos adultos y siempre debía tratar de entender para estar a su nivel.
En aquellos años de la especialización y después de haber iniciado mi análisis, habíamos formado un grupo de estudio con colegas que había comenzado a reunirse y organizarse dentro de un centro dentro del cual se reunían los psicoterapeutas familiares más grandes de la época: de Sluzky a Haley, Watzlawick, Minuchin y Framo.
Dos psicoterapeutas que encontré en aquel período, en aquel instituto que habíamos fundado en Roma, fueron Murray Bowen, que me guió en los estudios sobre terapia trigeneracional (es de Bowen la frase “se necesitan tres generaciones para hacer un psicótico”, y también son suyas las definiciones de “masa indiferenciada de lo familiar” y de “diferenciación”); Salvador Minuchin y Carl Whitacker.
Whitacker y Minuchin fueron huéspedes durante mucho tiempo en el Instituto de Psicoterapia Familiar de Roma, que después de muchas peripecias yo había fundado junto a otros tres colegas en 1976. Whitacker me había impresionado mucho por la dimensión paradojal de su trabajo y su capacidad para usar la metáfora.
Junto a otros fundé también en aquellos años la Sociedad Italiana de Terapia Familiar y la revista Terapia Familiar, que fue la primera revista de este tipo en Europa.
Comenzamos a ser bastante famosos en el mundo con la denominación de “Escuela de Roma”. En aquel tiempo nos ocupábamos en particular de familias graves y, entre los terapeutas familiares de orientación sistémica, éramos los más atentos a las influencias trigeneracionales y transgeneracionales sin omitir las dinámicas individuales, de la cual era yo sobre todo quien llevaba adelante el estudio, representando ya en esa época, el ala más psicodinámica del grupo. Desde entonces el aspecto que me caracterizaba en el grupo era el intento de unir el psicoanálisis con el setting de la familia y de la pareja.
Motivada por los TRABAJOS de Bateson y por la sesiones de Whitacker que había podido ver y seguir en Roma, dentro de la cámara Gesell, o en el contexto terapéutico con él, uno de mis primeros trabajos fue en el ’76 “El uso de la metáfora en la terapia familiar” (publicado en “Terapia Familiar” y llevado por mí a Buenos Aires en ocasión de dos conferencias que hice para la recientemente constituida Sociedad de Terapia Familiar Argentina). En este artículo mostraba claramente mis raíces psicoanalíticas y se podía ver en germen aquel que sería mi futuro desarrollo profesional. La metáfora era desde ese entonces vista como un vehículo de mediación entre diferentes niveles de la mente, y entre el psicoterapeuta, el paciente y la familia.
Eran muchos los colegas jóvenes y no tan jóvenes que venían a TRABAJAR con nosotros de la Escuela Romana de la calle Reno, y muchos eran también los institutos y asociaciones que fundaban nuestros alumnos.
Llevábamos adelante esta orientación hasta que, algunos años después, llegó casi inevitablemente la ruptura de la “Escuela de Roma”, debido a la incompatibilidad que existía entre los fundadores en el plano teórico y clínico; por un lado la psicoanalista, yo, y del otro lado los sistémicos. Después del primer libro que realizamos juntos y que fue traducido a muchos idiomas, “Behind the family mask” (la versión española llevaba el título “Detrás de la máscara familiar”) nos separamos. Las divergencias teóricas, clínicas y PERSONALES no eran ya superables.
Mientras tanto había llegado a ser miembro asociado de la Sociedad Psicoanalítica Italiana (SPI) y por lo tanto de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA). Había realizado supervisiones con múltiples y valiosos maestros. Debo recordar que en mi formación personal fui beneficiada, al INICIO, por un precoz trabajo de análisis de grupo con un analista del Karen Horney Institute; y al finalizar por otro análisis, aunque breve, para elaborar mi separación matrimonial, con otra psicoanalista de origen chileno, la Dra. Bon de Matte.
En estos años se multiplicaba mi experiencia clínica con los pacientes adultos, adolescentes, niños, familias, y parejas, en el servicio de salud pública y en la comunidad terapéutica; y también como supervisora en instituciones públicas y privadas.
El curso se Psicoterapia Psicoanalítica del Niño y del Adolescente Asne sipsia, donde fui formada como psicoterapeuta de niños y adolescentes, y que hoy ha agregado a su nombre aquel de “centro Winnicott”, me dio, entre todas las cosas, la oportunidad de CONTACTAR importantes psicoanalistas de niños y de adolescentes. De esta escuela llegué con bastante rapidez a secretaria científica.
En aquel período el ENCUENTRO con Egle Laufer fue muy significativo para mí, porque me permitió conocer de cerca un modelo de psicoanálisis que se inspiraba en Anna Freud, pero que era “recreado” de un modo genial por ellos.
Por años he continuado siempre con mi trabajo de psicoanalista de adolescentes, lo que me ha llevado a estudiar y trabajar en este ámbito, y a llegar a ser por un largo período Chair del fórum de psicoanálisis del adolescente de la FEP, Federación Europea de Psicoanálisis.
Mientras tanto me había casado y tenía ya dos hijos: Alessandro y Marinella. Creo que esta ha sido la experiencia más trascendente de mi vida. Mi segunda (¿o primera?) PASIÓN.
Entonces mi trabajo como psicoanalista estaba bastante definido. Por ello fundé junto a otros colegas un grupo que se ocupaba de Psicoanálisis familiar, y una revista que justamente en el año 2012 cumplió veinte años, y que decidí llamarla “Interazioni (Interacciones). Clínica e investigación psicoanalítica del individuo, la pareja y la familia”.
Interazioni ha sido un proyecto muy importante para mí, que me ha permitido conocer y ALBERGAR artículos de autores significativos.
Hacíamos continuamente un esfuerzo de abrir al público italiano un conocimiento más profundo del psicoanálisis familiar y de pareja, pero el intento era también demasiado audaz. Mi revista se llamaba Interazioni, porque ya en los primeros años del ’90 nosotros comenzábamos a ocuparnos de interacciones que en Italia, pero más en toda Europa en general, hablar de interacción era entendido todavía como una cosa anti - psicoanalítica.
Desde este punto de vista, Interazioni, puede ser considerada una revista anticipada, que se ha adelantado a los tiempos. Estábamos ocupados en esta perspectiva – absolutamente innovadora para la época – que preveía no solo el estudio y la profundización del mundo intrapsíquico del individuo, sino también la observación del rapport (CONTACTO) entre el individuo y la familia, y entre el individuo y otro individuo.
Asumir y mantener esta perspectiva ha sido a menudo difícil, porque éramos considerados “extraños”. Yo en particular sabía que era considerada “no ortodoxa”, sea a los ojos de los psicoanalista más clásicos, aunque mi formación analítica era articulada y profunda; sea a los ojos de los psicoterapeutas familiares sistémicos porque CONTINUABA insistiendo en la necesidad de estudiar el rapport entre lo intrapsíquico y lo interpersonal.
Este ha sido siempre mi foco de observación en el setting con la pareja y la familia: el estudio y la observación de la relación entre el sí mismo y el otro, entre el mundo interno del individuo y el mundo fantasmático de la familia. Esto ha sido aquello que podría definir como el interés que no he perdido nunca buscando en diferentes contextos las posibles respuestas a mi cuestionamiento.


Mirándome hacia adentro, creo poder afirmar sin duda que siempre me acompañaba pasión, curiosidad y ansias de investigación. Tratar de comprender a los pacientes me incentivaba a emplear siempre más tiempo y energía. El psicoanálisis, el trabajo con los adolescentes y los pacientes graves; el estudio de la relación humana, de la pareja y de la familia, han sido siempre los grandes caminos de mi vida profesional y he buscado siempre profundizar, aprendiendo sobre todo de mis pacientes y del intercambio con grupos de colegas con los cuales ha habido y hay una estimulación recíproca del crecimiento.
No sé cuántos nombres debería citar entre mis compañeros de viaje: Tavazza, Lucarelli, Norsa y muchos otros.
Con una colega napolitana, Gemma Trapanese, organicé el primer congreso internacional de Psicoanálisis de la pareja y de la familia, que se llamaba precisamente “¿Qué psicoanálisis para la pareja y la familia?”, que se llevó a cabo en el año 2000 en Nápoles. Este congreso reunió muchos psicoanalistas de pareja y familia de la época, entre ellos los Losso, los Scharff, Eiguer y muchos otros.
Algunos años después con Eiguer, Loncan, Granjon, Tavazza, Lucarelli, Scharff, Losso, Jaroslavsky y otros fundamos en Montreal la AIPCF, la Asociación Internacional de Psicoanalistas de Pareja y Familia. Y dentro de ésta Asociación fui elegida miembro del comité directivo con la tarea de ocuparme de las publicaciones de la Asociación. Junto con otros decidimos así dar vida a la Revista de la Asociación, que ha iniciado sus publicaciones en Internet y de la cual fui la primera directora científica.
Graciela V. Consoli:
¿Qué determinó que se interesara en los adolescentes, la pareja y la familia?
Anna Nicolò:
La respuesta a esta pregunta puede ser particularmente compleja. Por una parte me parece que la adolescencia es una fase particular de la vida. Recuerdo la frase de Kestemberg: “Todo se prepara en la infancia, pero todo se juega en la adolescencia.”
La adolescencia es una suerte de enzima que actúa en la mente e influencia el desarrollo ulterior de la personalidad, pero es también el momento en donde tenemos más chances de cambio si sabemos trabajar bien. Y por ello trabajar con la adolescencia significa trabajar con mejores perspectivas en cuanto al futuro del paciente.
En el trabajo con patologías graves resulta inevitable la intervención con la pareja parental y la familia, contexto este que me interesó al comienzo por razones políticas y sociales.
El trabajo sobre la familia y la pareja, si excluimos las intervenciones más simples sobre conflictos educativos o sobre separaciones, necesita de una intervención sobre fantasías inconscientes compartidas por el grupo familiar; sobre vínculos co – construidos; sobre mitos; sobre el sueños en la familia y en la pareja; sólo por decir algunas de las cosas que me han interesado mucho en mi trabajo.
Debo reconocer sin embargo, que todos los maestros que caracterizaron mi primer estudio de terapia familiar han implementado, de hecho, en esa época una revolución, porque se opusieron al psicoanálisis americano que era, en ese momento, rígido y ortodoxo en el cual el analista era un espejo no participante. La presencia de la persona del analista no era considerada con toda la riqueza, sobre el plano de la relación terapéutica que ella implica. Era un psicoanálisis que todavía no había recogido y apreciado el pensamiento de Bion o de Winnicott.
Era probablemente inevitable que yo dejara esta perspectiva sistémica, que antes había promovido, influenciada también por el ferviente clima político del momento. Para hacerlo necesité de un acto de coraje considerando también la posición pionera en la cual el momento me había colocado.
Ezequiel A Jaroslavsky:
¿Cuáles son los temas de su interés en la actualidad?
Anna Nicolò:
No creo que hoy, a la distancia de tantos años, yo haya cambiado mucho el núcleo de mi interés principal.
Veinte años atrás en mí revista Interazioni escribía que “el otro está siempre presente en la vida psíquica del individuo” y que “una provechosa fuente de investigación es el ESTUDIO de la interacción entre el individuo y la matriz relacional que lo comprende”.
Escribía que “el lugar que mejor permite estudiar estos procesos es la pareja terapéutica, la pareja matrimonial y la familia. El foco sobre las interacciones, sobre el CONTACTOentre lo intrapsíquico y lo interpersonal, lo podemos considerar (escribía veinte años atrás) una innovadora perspectiva de observación y una verdadera y propia metodología de TRABAJO.”
Pienso que podría suscribir todavía hoy estas palabras aunque se han realizado muchos estudios sobre la interacción; sobre la naturaleza de las interacciones; sobre la diferencia entre las interacciones, los vínculos y las relaciones.
Hoy otros estudios RECUPERAN memorias antiguas en la interacción, aquello que Bollas podría llamar “lo conocido no pensado” o sea las huellas de memoria arcaica no simbolizadas o no simbolizables. Incluso los adolescentes graves como los borderline, o los breakdown evolutivos, sus familias y sus padres son un campo importante de mi trabajo clínico.
En las situaciones más graves, y siempre en comunidad terapéutica, intervengo con aquello que yo llamo una terapia integrada o sea con un proyecto terapéutico que consiste en llevar adelante un trabajo con el adolescente y al mismo tiempo con su familia en setting separados, realizados en general por dos analista diferentes, que sin embargo se esfuerzan por encontrar una posibilidad de integración recíproca dentro de un tercer setting. Este tercer setting permite, en mi opinión, integrar lo intrapsíquico del paciente con lo interpersonal de la familia y entonces -porque yo creo que estas patologías son en realidad expresión de una organización traumática del vínculo- integrar los aspectos escindidos rechazados por el paciente y actuados en la familia; y los aspectos transgeneracionales, que a menudo determinan la intrusión masiva de las identificaciones alienantes y viceversa; y permitirle a la familia retomar sus propios aspectos rechazados y escindidos, de los cuales el paciente ha sido el portavoz.
Ezequiel A. Jaroslavsky:
¿Piensa que en la actualidad las patologías son diferentes de las descriptas por Sigmund Freud? ¿Cómo cree que influyen los cambios que se han producido en las familias y en la sociedad?
Anna Nicolò:
Asistimos de hecho a ver epidemias de enfermedades que remiten al cuerpo, desde la anorexia, la obesidad, los disturbios alimenticios, por no hablar del fenómeno particular que se ha construido por el uso de internet en sus varias manifestaciones: como la participación en escenarios complejos como la second life, hasta los intercambios virtuales, siempre más frecuentes, que constituyen una parte relevante de la vida relacional del adolescente.
Internet, video juegos, CHAT, blog, etc., son caracterizados por la presencia virtual del otro. En estas experiencias el cuerpo propio el del otro realmente experimentado no existe, y es sustituido por otras comunicaciones que asumen, frecuentemente, un carácter fetichista.
La multiplicación de estas experiencias tiene el fin de cubrir un vacío de sí y de la propia existencia y de persuadir con una identidad ficticia, el trabajo angustiante de existir realmente y subjetivarse. Estos fenómenos son la punta de un problema mucho más amplio que encuentra en la adolescencia su prueba de fuego y que pertenecen a la actual complejidad de la integración del cuerpo en el proceso de subjetivación de cada uno de nosotros, a la inestabilidad de nuestra identidad que multiplica angustiosamente la búsqueda de sustitutos de ella, o a través de ACTIVIDADES subrepticias actuadas sobre el cuerpo o a través del cuerpo.
François Richard (2011) llama a este tipo de patologías que caracterizan a los adolescentes hoy en día, “patologías de la externalización”. Deberíamos, en cambio, considerarles sobre todo patologías de la interioridad, índice de un colapso simbólico que usa como defensa la externalización. Los adolescentes son entonces otra vez desde este punto de vista los indicadores más evidentes de un malestar más amplio que no pertenece solamente a esta edad de la vida.
Este adherirse al cuerpo expresa el adherirse al último baluarte para constituir una identidad que hoy está cimentada por múltiples ataques: desde el cambio de la forma de familia, de la puesta en discusión de la identidad de género, de la aparición repentina de diferentes formas de identidad, incluso cibernética.
Sin perjuicio de mis perplejidades contra las explicaciones psicoanalíticas de fenómenos sociales, que en mi opinión necesitan instrumentos diferentes, todavía no podemos hacerlo al menos que notemos hoy la puesta en discusión de la función del padre.
Nos encontramos de frente a padres – no padres, que pueden tomar diferentes fisonomías, pueden anularse en su pareja, ridiculizar o sentir ridícula la necesidad de representar el límite, la ley, la castración. En la base de estas nuevas fisonomías existe ciertamente una necesidad de definir nuevas identidades, pero el camino se está haciendo actualmente.
Graciela V. Consoli:
Para finalizar ¿Qué piensa acerca del Psicoanálisis y su futuro? Incluyendo el Psicoanálisis de familia y de pareja.
Anna Nicolò:
Creo firmemente que el psicoanálisis es aún hoy una metodología de TRABAJO y un modelo de la mente absolutamente válido, y es por este motivo que no podemos dudar de su futuro. Él forma parte de nuestra cultura y se ha convertido en un instrumento y una metodología completamente difundida. Hoy el psicoanálisis es utilizado por muchísimos grupos, institutos, centros, sociedades, a veces de manera aproximada, y otras de un modo más correcto. Creo que hoy el problema no es del psicoanálisis como ciencia en sí misma, sino de la existencia de instituciones psicoanalíticas que sufren una crisis en su interior; una crisis de vocación; una crisis de candidatos; una crisis de ausencia de la universidad o de las estructuras públicas; o una crisis ligada al envejecimiento de los psicoanalistas. Esta es una cuestión bastante grave y relevante. Aquello a lo que estamos asistiendo en estos momentos, es una situación de crisis mientras, a veces, otros modelos y otras instituciones roban el psicoanálisis y lo utilizan alterándolo y deformándolo.
Este es un problema que está adquiriendo proporciones preocupantes y que debemos prepararnos para enfrentar, una realidad de la que debemos defendernos y que se puede ayudar a cambiar. Estoy convencida que el psicoanálisis, a pesar de todo, revela una extraordinaria capacidad de mantenerse joven, de mantenerse curioso frente a nuevas investigaciones, y de mantenerse extraordinario sobre todo en su aplicación clínica.
En tanto aquello relacionado con el psicoanálisis de la pareja y de la familia, que es uno de los temas de vuestra revista, debemos reconocer que en tanto este acercamiento tenga raíces antiguas, tiene necesidad entonces de ser profundizado.
Es verdad que probablemente aquellos que estudian estos settings deben llevar nuestras investigaciones dentro de contextos más oficiales, y también es cierto que la realidad que estudiamos es tan compleja que necesita todavía trabajo, descubrimientos, reflexiones ulteriores y siempre más profundización.
Graciela V. Consoli, Ezequiel A. Jaroslavsky:
Estimada Anna le agradecemos muchísimo su buena disposición y la honestidad con la que ha respondido todas nuestras preguntas. Hacer esta entrevista ha sido sumamente grato y seguramente nuestros lectores la disfrutarán a pleno.
Traducción del italiano realizada por Graciela V. Consoli, supervisada por Laura D. Jaroslavsky Consoli
Anna María Nicoló
MD neuropsiquiatra INFANTIL, psicoanalista didacta de la sociedad psicoanalítica italiana, Chair del forum de la adolescencia de la Federación Europea de Psicoanálisis; Docente de psicoterapia del adolescente en el Instituto Winnicott, Curso de psicoterapia del niño y el adolescente, Roma; Directora y de la Revista de la Asociación Internacional de Psicoanálisis de Pareja y Familia; Miembro (representante por Europa) de la Comisión Directiva de la Asociación Psicoanalítica Internacional

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