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Paz y Ciencia

domingo, 1 de febrero de 2015

Clínica psicoanalítica de parejas


Miguel Alejo Spivacow, basándose en los aportes teóricos de René Kaës, continúa son la investigación iniciada en su obra Clínica psicoanalítica de parejas. Entre la teoría y la intervención (2005b) con el objetivo de profundizar en el estudio de los mecanismos psíquicos implicados en las relaciones de pareja. El autor aun privilegiando la cura individual, señala sus límites y la necesidad de que nos abramos al uso de dispositivos plurisubjetivos, lo cual nos obliga a una profunda revisión de nuestra teoría y nuestra práctica psicoanalíticas. En ese sentido Spivacow teoriza sobre la naturaleza del inconsciente y su articulación con el campo relacional. Concibe el psiquismo como un sistema abierto, dando protagonismo a los espacios intersubjetivos, los cuales también estarían dotados de consistencia y cualidades psíquicas. Trata de llevar más allá de lo que el psicoanálisis clásico suele hacer la conceptualización del vínculo subjetivo (normalmente definido exclusivamente bajo los parámetros de las identificaciones y las relaciones de objeto del espacio intrapsíquico de los individuos implicados) estudiando aquello que liga a los sujetos en una pareja, así como el espacio intersubjetivo que ambos crean. Para completar el estudio presenta una sesión comentada desde diferentes perspectivas, lo cual es coherente con su apuesta por avanzar en la construcción epistemológica de una forma crítica. Este es el espíritu de la obra, el cuestionamiento constante que se aleja del dogmatismo y los prejuicios que puedan empobrecer nuestra práctica.

A continuación pasaremos a resumir brevemente los capítulos que conforman el libro:

1.            Amor y pareja en psicoanálisis.

2.            El sujeto y el otro. Lo inconsciente y el partenaire.

3.            Discurso conjunto, transferencia intrapareja, intervención vincular. Conceptos distintivos de la clínica con parejas.

4.            La pareja, más acá de lo inconsciente. La superficie del discurso conjunto.

5.            De la demanda a la construcción de una posición analítica en la clínica con parejas.

6.            Sintonía y validación. Trabajos psíquicos en la relación de pareja.

7.            El divorcio, entre la fantasía y la decisión.

8.            La pareja en “segundos matrimonios” y en las familias ensambladas.

9.            Las relaciones extramatrimoniales en la terapia de pareja. “Infidelidad”.

10.         Violencia emocional en la pareja.

11.         Parejas de mañana. El futuro desde un consultorio de parejas.

12.         Una sesión comentada desde diferentes perspectivas.

1.            Amor y pareja en psicoanálisis

Dentro del psicoanálisis hay diferentes concepciones sobre el amor, algunas de ellas antagónicas. Preguntas como si es posible la armonía entre los sexos, qué es lo propio de cada uno de ellos y cuál es la naturaleza de este sentimiento, son contestadas de muy diversas formas. El término “amor” abarca realidades enormemente variadas, de hecho el amor de pareja se aleja de muchos de nuestros ideales, pues es más posesivo que generoso, y en él adaptarse a las necesidades del otro es un reto tan constante como escurridizo. La consideración del vínculo como un tercer actor que entra en escena es también un asunto polémico. Uno de los ejes centrales de este libro es precisamente entretejer el mundo intrapsíquico de cada sujeto con el mundo relacional que conforman entre ambos.

Spivacow hace un breve recorrido histórico por las ideas que diferentes autores psicoanalíticos han expresado sobre el amor, y como no puede ser de otra forma, comienza aproximándose al pensamiento freudiano. Freud en Pulsiones y destinos de la pulsión lo define como una relación del “yo” con sus objetos de placer, por lo que el primer amor es narcisista. Al ser el “yo” quien ama, queda ubicado de forma privilegiada en el consciente y preconsciente, y por lo tanto regido por el principio de realidad. Siendo narcisista el amor en sus orígenes, éste siempre aspira a dominar el objeto, aunque en el enamoramiento haya un sometimiento inicial al mismo. La dinámica dominación/rendición es la lucha de poder perpetua en cualquier relación de pareja, donde ambos sujetos están en constante peligro de borramiento. En ese sentido el autor cita a Piera Aulagnier (1979) para hablarnos de la inevitabilidad de este juego, donde el analista tendría el papel de propiciar un equilibrio de poderes. Bajo su punto de vista este aspecto de las relaciones amorosas es el más difícil de evaluar en los dispositivos individuales.

Prosiguiendo con Freud, éste señala que el núcleo básico del amor de pareja es lo sexual, aunque como sentimiento duradero esté basado en un cálculo de conveniencia. Psicología de las masas y análisis del yo. (1921:105) Spivacow reflexiona que Freud encarna los ideales románticos de su época cuando considera un logro evolutivo conseguir la confluencia en un solo objeto de los impulsos sexuales y la ternura. Cita a Jones y Lacan (1960:36), los cuales piensan que Freud posee un mandato superyoico rígido que exige la monogamia, aunque sin idealizar el encuentro amoroso, ya que este no deja de insistir en su naturaleza fallida. Para Freud todos los objetos son sustitutos del original perdido, y por lo tanto solo parcialmente satisfactorios. Algo de la propia pulsión sexual es desfavorable al logro de la plena satisfacción, lo cual explica la interminable serie de objetos sustitutivos. El deseo está asociado a lo prohibido e inevitablemente declina en una relación de pareja, lo cual no significa que ésta vaya necesariamente a perder valor con el paso de los años, ya que hay personas para las que la historia compartida se convierte en un preciado capital que aporta solidez al vínculo. Vemos pues que amor y deseo transitan diferentes caminos.

En cuanto a Lacan, Spivacow nos habla de cómo estuvo profundamente influido por el artículo de Freud Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa (1912), por lo que consideraba que los encuentros eran necesariamente disarmónicos. El autor subraya la frecuencia con la que en clínica nos encontramos ante la pretensión de un amor sin sufrimiento, lo cual constituye una negación de esta realidad incómoda.

Por otra parte, Spivacow nos advierte contra el concepto de “natural” en el sexo y el amor. Como sabemos lo “natural” es reclamado por todas las culturas para defender sus normas, ante esto el analista debe conservar su capacidad crítica evitando alinearse  con los mandatos culturales que le rodean. De hecho podríamos considerar que un tratamiento psicoanalítico exitoso implica que el analizante pueda discrepar en algún punto con la cultura a la que pertenece. Como sabemos, el espíritu freudiano nunca ha apostado por la adaptación a las normas sociales. Además debemos añadir que el concepto de “natural” ha estado de forma privilegiada al servicio de justificar las diferencias de género. A la posición femenina se le ha supuesto siempre la aspiración de articular deseo y amor, mientras que la posición masculina tendería a la separación entre ambos. Es importante que recordemos que la polaridad hombre/mujer no se equipara a la polaridad masculino/femenino, y que los prejuicios dominan en gran medida este tipo de reflexiones.

La concepción de la relación amorosa como vínculo emergió en la segunda mitad del siglo XX, el autor cita a Dicks, el cual en su libro Tensiones matrimoniales (1967) da cabida a la interacción propiamente dicha, y a cómo los sujetos se influyen mutuamente de forma consciente e inconsciente. Por primera vez la relación se define como algo más que la suma de individualidades. Siguiendo con esta idea Spivacow estudia a lo largo de la obra el modo en que los partenaires seleccionan consciente e inconscientemente lo que es posible y no disruptivo en su relación: de qué se habla y de qué no, cómo son ciertas cosas, qué se hace y qué está prohibido, qué sentimientos son reconocidos o se suponen verdaderos, qué se puede esperar de la relación sexual… Y toma de Kaës (1993) el concepto de alianza inconsciente para explicar este funcionamiento, en el cual se produce un acoplamiento a través  del que se definen las posiciones subjetivas mutuamente sostenidas. Estas alianzas son peculiares de cada vínculo y pueden no expresarse en la transferencia de una psicoterapia individual. El autor nos recuerda que debemos ser conscientes de que estas alianzas regulan las semantizaciones de la realidad, lo sabido y lo no sabido, lo lícito y lo ilícito, por lo que desentrañarlas se vuelve un reto difícil y muchas veces imposible desde estos dispositivos individuales.

Spivacow retoma a Freud y su ideal de llegar a una fase libidinal definitiva, la organización genital adulta, para precavernos de un abordaje clínico en el que definamos cómo debe ser una relación de pareja “normal” o “sana”. Así como Freud se vio influido por los ideales de las familias burguesas de su medio social, nosotros debemos ser conscientes de que nos vemos influidos por nuestro entorno. Frente a autores que diferencian entre “normalidad” y “patología” en las relaciones amorosas, otros como Stoller y él mismo, atribuyen un ciento por ciento de “anormalidad” a la vida erótica. La pareja es una experiencia “anormal” en el sentido de que no se ciñe a una norma “modelo”, en ella además se despliegan altas dosis de regresión, especialmente si está basada en el enamoramiento, lo que la vuelve en gran medida incompatible con la individuación adulta.

“Un vínculo de pareja implica equilibrios que se alcanzan, se pierden y se reconquistan, e incluye variadas dosis de egolatría y humildad con el objeto; locuras personales y alteraciones del yo; trabajo de lo intersubjetivo y destructividad. No hay un modelo de amor de pareja que pueda considerarse ideal o sano, no hay amor “logrado” ni hay punto de llegada, y por ende la clínica va a ser siempre un problema singular, caso por caso” (pág. 60)

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