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Paz y Ciencia

lunes, 2 de febrero de 2015

Íñigo Gurruchaga: ¿Verdad contra psicosis?

Hanna Segal es la gran matrona del psicoanálisis kleiniano en Reino Unido. Tras la muerte de Sigmund Freud- pasó sus últimos años en esta bella casa del barrio de Hampstead, abierta al público-, sus seguidores se dividieron entre partidarios de las interpretaciones deMelanie Klein o de la hija de Freud, Anna.
Segal acaba de publicar en inglés una colección de ensayosy ha dado alguna entrevista con la coletilla jocosa de que es posiblemente la última. En la que publicó el periódico liberal-laborista The Guardian, Segal ofrece su mapa de las que podrían ser nuestras proyecciones desde lo personal a lo social.
“Los grupos contienen nuestra ansiedades psicóticas…Generalmente, delegamos a subgrupos, como el ejército o la iglesia, lo que se pueden llamar tareas locas: la guerra, la religión. Pero esos subgrupos deben estar bajo el control de la parte del grupo que funciona. Lo que digo es que ocurren cosas locas cuando los subgrupos quedan descontrolados y particularlemente cuando se combinan. Dios, dinero y lo militar es una receta particularmente letal”.
Segal cree que estamos amenazados por esta parte interior de nuestro organismo humano colectivo, que vive un delirio que combina afanes de omnipotencia, maldad absoluta, santidad, codicia,…Y en este su presunto testamento dice que hay que tomar partido en “la batalla entre la insanity- demencia-, basada en proyecciones recíprocas, y la cordura basada en la verdad”.
Aunque he conocido aguna kleiniana aberrante, he de confesar una vaga simpatía por el nudo de una visión del mundo que parece subrayar que las posiciones prominentes o de poder son ocupadas con gran frecuencia por personas psicóticas, por quienes tienen personalidades más débiles, por los más necesitados de lo elemental: felicidad, placeres, afectos,…
Pero Hanna Segal me asusta como compañera de viaje en la búsqueda de la verdad cuando cuenta lo siguiente en esa misma entrevista.
Hace muchos años, cuando iba en un tren de evacuación de judíos y de gentes opuestas a los nazis, antes de la guerra, una chica tuvo un brote esquizofrénico y gritaba cosas que a Segal le parecieron pura histeria. “Gritaba: ‘¡He cagado a mi novio en el baño!’ Tras leer a Klein, comprendí que las palabras de la chica tenían un significado evidente. Ella era la evacuada, pero en su mente había revertido esa situación y era ella la evacuadora. Entendí que era el lenguaje de la fantasía subconsciente”.
Semejantes certezas me parecen al menos desconcertantes.

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