LAS RELACIONES DE PAREJA DESDE EL PSICOANALISIS



LAS RELACIONES DE PAREJA DESDE EL PSICOANALISIS
Ni huir, ni arremeter contra nada.
Aprender conversar
tranquilamente, eso enseña el amor.
Miguel Oscar Menassa
El amor deberia ser un mundo siempre por nombrar, como lo es el poema. Sin embargo, el amor recibe todo tipo de calificativos, adjetivos y nombres todo el tiempo. El psicoanálisis ha sido la ciencia que más se ha interesado en el amor, ese gesto del cual no imaginamos nada que fuera el pasado, ni siquiera el porvenir, por lo tanto nunca podemos saber cuánto va a durar.
No hay amor sin palabras y las palabras es lo que marca el amor como tal, lo historiza. Un amor sin palabras no tiene nada que ver con el sujeto psíquico, es un mero mandato de la especie, es imaginario.
Las relaciones de pareja son más complejas de lo que parece. H ay hombres que desean a la mujer que no aman y aman a la mujer que no desean, sufriendo de impotencia psíquica. Hay mujeres que prefieren parecer que aman y parecer que desean, que dejar un instante de ser mujer para sólo parecerlo.
El psicoanálisis describe lo que solemos llamar amor como una conducta narcisista, es decir que el hombre y la mujer sólo aman lo que han sido, lo que son, lo que ambicionan ser.
Hay mujeres que prefieren parecer que gozan, a gozar pareciendo que son, puesto que ser hombre o ser mujer es una cuestión de apariencia.
Eros tiende a la unión pero sin principio de muerte moriríamos todos ahogados en su abrazo. Es decir que para que se pueda forjar en mí la dimensión del amor tendré que haber aceptado el límite que la muerte impone a mi existencia material. Cuando acepto ser mortal, alcanzo un grado más de humanización que me permite transformar la realidad.
Lo fundamental del goce femenino es la ausencia de localización. Ella goza con todo su cuerpo.
Frente al sexo el sujeto se encuentra perplejo, enfrentado a un enigma ininteligible, para el cual no tiene ningún saber, ni recurso. Enigma que obliga a una respuesta: situarse en relación a él.
Como hombre y como mujer los sujetos no se distinguen, sino que se los distingue.
En algunas personas, conseguir una relación de pareja produce una ilusión de tranquilidad, «asegura» no quedarse
solo, estar siempre acompañado. Al menos durante algún tiempo el amor les proporciona un compañero, y el hecho
de que otro ser humano esté próximo, les alivia el síntoma.
Y esto porque al ser humano, sea hombre o mujer, no le basta con sentirse necesitado o amado, también es necesario que se sienta deseado, esto quiere decir que no le
basta con ser objeto de amor, es necesario que ocupe el lugar de causa del deseo.
El amor de quien desea ser amado es una tentativa de capturar al otro como objeto, es amor narcisista. Quien aspira a este amor no le interesa ser amado por su bien, sino que quiere ser amado por todo, no sólo por su yo, sino por sus bonitos ojos, por sus manías y debilidades.
Amar en el plano simbólico es otra cosa, es amar al otro más allá de lo que parece ser, estando más allá de la esclavitud imaginaria, por eso que puede aceptar sus debilidades y torpezas, hasta puede admitir sus errores, pero cuando el ser amado lleva demasiado lejos la traición a sí mismo y persiste en engañarse, el amor se queda en el camino.
Recordemos la fórmula lacaniana del amor: dar lo que no se tiene a quien no es.