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Paz y Ciencia

sábado, 15 de enero de 2022

Sigmund Freud: Pulsión de Muerte

 




La pulsión de muerte o destrucción es intrínseca a la realidad psíquica. Ella determina el modo como nos relacionamos con nosotros mismos y nuestros semejantes. Articulada por significantes culturales, es lo que nos diferencia del saber instintivo animal. 

¿Qué es la pulsión de muerte en psicología?

Las pulsiones tienden al equilibrio del aparato psíquico a través de la descarga de tensiones para generar satisfacción. Pero cuando hay algo que impide el placer, brotan en el psiquismo las tendencias hostiles a destruir y desaparecer aquello que inhibe tal satisfacción


Ya el escritor y ocultista Eliphas Lévi había dicho: «El equilibrio humano se compone de dos atracciones, una hacia la muerte, otra hacia la vida». Psicológicamente, la pulsión de muerte es aquel empuje constante que lleva al ser humano de forma inconsciente a sentir placer en la destrucción, ocurra esto de manera sublimada o de manera directa sobre el semejante o sobre sí mism


¿Qué es la pulsión de muerte para Freu

Para Freud la pulsión de muerte es el esfuerzo interno que busca la cesación de las tensiones del organismo acaecidas en la vida, a través de los impulsos de auto-destrucción y agresión. Esta fuerza psíquica emerge desde los inicios de la existencia y acompaña al ser humano desde entonces


Para el padre del psicoanálisis, estas pulsiones se oponen a las pulsiones de vida, porque no motivan al ser humano para la cohesión y unión placentera con los objetos y el mundo, sino que apuntan a la desintegración de los vínculos. Se podría decir, en este sentido, que la pulsión de muerte es una fuerza cuyo objetivo es la disolución de las uniones y la tendencia de todo lo vivo hacia un estado de reposo absolut


Es decir que la pulsión de muerte es un empuje psíquico fundamental e intrínseco en todos nosotros, articulado desde el nacimiento (primera separación de nuestra madre); cuyo fin es retrotraer al psiquismo a un estado de no tensión y reposo total y con ello trascender la inestabilidad y aumento de excitaciones propias de la vida del organism


De esta forma, la pulsión de muerte emerge primero como una tendencia hacia la autodestrucción, y luego será puesta en el mundo exterior como agresividad. Además para Freud, la pulsión de muerte se puede ligar al desarrollo libidinal, así como ocurre por ejemplo en el sado-masoquism


Pulsión de muerte y compulsión a la repetici

La pulsión de muerte tiene una articulación directa con la compulsión a la repetición. En efecto, este concepto surge especulativamente de la observación freudiana ante la repetición de traumas o situaciones angustiantes ligadas a una pérdida y vividas una y otra vez a lo largo de la historia subjetiva de la persona, cuya reconstrucción psíquica implicaría 


Pulsión de muerte: definiciones del concepto de Freud

La pulsión de muerte o destrucción es intrínseca a la realidad psíquica. Ella determina el modo como nos relacionamos con nosotros mismos y nuestros semejantes. Articulada por significantes culturales, es lo que nos diferencia del saber instintivo animal. ¿Quieres saber más? ¡Lee este artículo!

Pulsión de muerte: definiciones del concepto de Freud

Las pulsiones tienden al equilibrio del aparato psíquico a través de la descarga de tensiones para generar satisfacción. Pero cuando hay algo que impide el placer, brotan en el psiquismo las tendencias hostiles a destruir y desaparecer aquello que inhibe tal satisfacción.

Ya el escritor y ocultista Eliphas Lévi había dicho: «El equilibrio humano se compone de dos atracciones, una hacia la muerte, otra hacia la vida». Psicológicamente, la pulsión de muerte es aquel empuje constante que lleva al ser humano de forma inconsciente a sentir placer en la destrucción, ocurra esto de manera sublimada o de manera directa sobre el semejante o sobre sí mismo.

¿Qué es la pulsión de muerte para Freud?

Para Freud la pulsión de muerte es el esfuerzo interno que busca la cesación de las tensiones del organismo acaecidas en la vida, a través de los impulsos de auto-destrucción y agresión. Esta fuerza psíquica emerge desde los inicios de la existencia y acompaña al ser humano desde entonces.

Para el padre del psicoanálisis, estas pulsiones se oponen a las pulsiones de vida, porque no motivan al ser humano para la cohesión y unión placentera con los objetos y el mundo, sino que apuntan a la desintegración de los vínculos. Se podría decir, en este sentido, que la pulsión de muerte es una fuerza cuyo objetivo es la disolución de las uniones y la tendencia de todo lo vivo hacia un estado de reposo absoluto.

Es decir que la pulsión de muerte es un empuje psíquico fundamental e intrínseco en todos nosotros, articulado desde el nacimiento (primera separación de nuestra madre); cuyo fin es retrotraer al psiquismo a un estado de no tensión y reposo total y con ello trascender la inestabilidad y aumento de excitaciones propias de la vida del organismo.

De esta forma, la pulsión de muerte emerge primero como una tendencia hacia la autodestrucción, y luego será puesta en el mundo exterior como agresividad. Además para Freud, la pulsión de muerte se puede ligar al desarrollo libidinal, así como ocurre por ejemplo en el sado-masoquismo.

Pulsión de muerte y compulsión a la repetición

La pulsión de muerte tiene una articulación directa con la compulsión a la repetición. En efecto, este concepto surge especulativamente de la observación freudiana ante la repetición de traumas o situaciones angustiantes ligadas a una pérdida y vividas una y otra vez a lo largo de la historia subjetiva de la persona, cuya reconstrucción psíquica implicaría un goce inconsciente que se ubica "más allá del principio del placer", es decir, de lo que corrientemente entenderíamos como algo placentero.

En su diccionario de psicoanálisis, Laplanche y Pontalis definen la compulsión a la repetición como el...

Proceso incoercible y de origen inconsciente, en virtud del cual el sujeto se sitúa activamente en situaciones penosas, repitiendo así experiencias antiguas, sin recordar el prototipo de ellas, sino al contrario, con la impresión muy viva de que se trata de algo plenamente motivado en lo actual.

Según esta hipótesis, refrendada largamente por la clínica psicoanalítica, el sujeto se ubica activamente en lugares, posiciones y circunstancias en los cuales se repite una y otra vez el trauma padecido inicialmente aún a pesar de que este en ningún momento le produjo ningún placer (¿o precisamente a causa de esto?). 

Más aún, lo hace sin saber que lo hace y con la extrema convicción de que las circunstancias que motorizan su infortunio y su desdicha están enteramente motivadas en la realidad efectiva, "externa" al individuo.

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