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Paz y Ciencia

domingo, 3 de mayo de 2020

El Camino del Ser



Las personas son tan hermosas como las puestas de Sol, si se les permite que lo sean. En realidad, puede que la razón por la apreciamos verdaderamente una puesta de Sol es porque no podemos controlarla. Carl Rogers.

A menudo he comprobado que cuanto más profundamente oigo el significado de la persona, mayor cantidad de cosas ocurren. Casi siempre, cuando se da cuenta de que se le ha oído con profundidad, se le humedecen los ojos. Creo que, en realidad, llora de alegría. Es como si dijera: "Gracias a Dios que alguien me ha oído. Alguien sabe cómo es ser como yo". En estas ocasiones he imaginado a un prisionero en una mazmorra, intentando transmitir día a día el siguiente mensaje morse: "¿Alguien me oye? ¿Hay alguien ahí?". Hasta que por fin un día recibe una tenue respuesta: "Sí". Simplemente eso le basta para liberarse de su solitud, acaba de convertirse de nuevo en un ser humano. Hay muchísima gente en la actualidad, que vive en mazmorras privadas, sin manifestarlo exteriormente en modo alguno, gente a la que hay que escuchar muy atentamente para oír los débiles mensajes que emiten desde su encarcelamiento.

Si les parece que esto peca de sentimental o dramático, me gustaría compartir una experiencia que tuve recientemente en un grupo básico de encuentro con quince personas, que ocupaban puestos ejecutivos importantes. En una de las primeras sesiones intensivas de la semana, se les pidió que escribieran algo relacionado con algún sentimiento o sentimientos, que no estuvieron dispuestos a compartir con el grupo. Esto se hizo de forma anónima. Uno de ellos escribió: "No me relaciono fácilmente con la gente. Mi fachada es casi impenetrable. No permite que penetre nada que pueda herirme, pero tampoco sale nada. He reprimido tantas emociones que me acerco a la esterilidad emocional. Esta situación no me hace feliz, pero no sé cómo resolverla. Quizás una percepción interna de cómo reaccionan los demás hacia mí y por qué, me ayude". Este mensaje provenía claramente de una mazmorra. Transcurridos unos días, uno de los miembros de grupo se identificó con el autor de dicho mensaje anónimo, ampliando con mucho detalle su sensación de aislamiento, de absoluta frialdad. Sentía que la vida le había tratado con tal brutalidad, que le había obligado a vivir sin sentimientos, no sólo en su vida profesional sino también social y, para mayor tristeza, con su familia. El éxito gradual con que creció su expresividad en el grupo, fue disminuyendo su miedo a sentirse herido y aumentó su disposición a entregarse a los demás, lo que constituyó una experiencia muy gratificante para todos los participantes.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Nº Col.: A-1324 
Consulta en Zaragoza. Videollamadas. Teléfono: 34 653379269
Instagram: @psicoletrazaragoza
Página Web: www.rcordobasanz.es


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