El hecho de que en el budismo la libertad y la espontaneidad no se consideren la marca de una categoría diferente de meditación, viene inspirado, pienso yo, por una pedagogía implícita: una estrategia de enseñanza que aleja de la tentativa de perseguir deliberadamente la espontaneidad, y de la tentación de permitir que el interés en la meditación distraiga al practicante del cultivo del desapego, en el cual se invita al meditador a centrar su atención de modo que la espontaneidad siga siendo tan espontánea como sea posible.
Pero, con el tiempo, también me sentí insatisfecho con mi modelo tripolar inicial del ámbito de la meditación; no porque hubiese dejado de considerar la renuncia al control como un componente independiente de la meditación (particularmente llamativo en ciertas formas designadas correctamente como meditación expresiva) sino porque el modelo tripolar no lograba distinguir adecuadamente entre la práctica de la concentración plena y la de meditación en un objeto fijado.
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Nº Col.: A-1324 Psicoterapeuta
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