EL CONTACTO
El contacto
es una principales necesidades psicológicas del ser humano. Sin él, la persona
se ve sometida a marcados desajustes de la personalidad y, en casos extremos, a
la muerte.
En el
vientre materno tuvimos todo lo necesario, al nacer pasamos a una etapa de
dependencia absoluta y posteriormente a otra de dependencia relativa. El
objetivo es la individualización. En palabras de Carl R. Rogers: “El Proceso de
Convertirse en Persona”, célebre texto de la psicoterapia humanista.
A través del
contacto, cada ser humano tiene la posibilidad de encontrarse en forma nutricia
con el mundo exterior, realizando una incorporación o intercambio de alimentos,
afectos, etc. Este intercambio se lleva a cabo a través de esta síntesis entre
la unión y la separación que es el contacto.
Continuamente
el ser humano se conecta y desconecta del medio. El encuentro, que puede darse
en un momento, acaba inmediatamente para ser sustituido por el retiro, de forma
más o menos voluntaria, ya que lo podemos llevar a cabo nosotros o los demás.
En este período de contacto nos tocamos, hablamos, escuchamos, sonreímos, nos
conocemos, nos amamos, etc. Pero también cuando me desconecto estoy solo. Puedo
conservar tu recuerdo, como mecanismo para no sentirme así; sin embargo, cuando
retiro el contacto me quedo solo. El ritmo contacto-retirada es necesario para
el buen funcionamiento del organismo.
Cada persona
tiene su espacio vital dentro del cual, y dependiendo del momento, puede
recibir o abrirse a determinadas personas; pero nadie debe invadir su espacio.
Si esto ocurre nos sentimos amenazados en nuestra integridad e individualidad.
El espacio
vital es un concepto psicofisiológico, un espacio territorial imaginario que
nos sirve para definir la cantidad de contacto, la calidad, el tiempo de
duración de ese contacto y la proximidad que cada cual necesita para sentirse
seguro sin correr el peligro de sentirse invadido por el otro o los otros. El
exceso de retirada, la amplitud del espacio vital puede reducir el contacto con
los demás. Esta reducción conduce a la persona a la soledad. La mayoría de las
veces se produce por miedo, aunque el deseo de contacto sea grande.
<<El contacto empieza a funcionar cuando se
encuentra el sí mismo con que le es ajeno>> Perls (1976)
Schnake
(1995) dice: <> Este es uno de los
orígenes de la hipocondría, incorporar simbólicamente a alguien y mantenerlo
dentro como una forma de controlarlo o de no perderlo, no dejándolo ir, si es
una persona que ya falleció>>
El contacto
con uno mismo se deriva de la capacidad que tiene el ser humano de desdoblarse,
de convertirse en observador y observado, de la forma más objetiva posible (la
objetividad absoluta no existe, ni siquiera con aquellas cosas por las que no
nos sentimos afectados emocionalmente). La posibilidad de emplear esta
capacidad del ser humano, como lo es la dicotomía a favor del crecimiento, es
una característica del auto-examen.
Rodrigo Córdoba Sanz, Psicólogo y Psicoterapeuta. Zaragoza. rcordobasanz@gmail.com
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