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Paz y Ciencia

viernes, 18 de enero de 2013

Experiencia

La experiencia, como el lenguaje, es ambigua y rica, rica y pobre. El asombro y la admiración, la belleza y el amor son poderosos estímulos que empujan a salir de sí, a existir. Mas la experiencia es también duda. A través de la experiencia, aprendemos que la experiencia no se amolda a las exigencias; la insatisfacción nacida de la experiencia es fecunda, pues empuja hacia nuevas experiencias y proporciona un horizonte al pensamiento.
La filosofía se nutre de su tradición, pero también puede morir a causa de ella, pues la tradición está solo a un paso del tradicionalismo. Retomar una tradición es hacerle justicia sin renunciar a pensar. Pero no hay que elegir entre tradición y libertad: la tradición sin libertad es el dogmatismo que enclaustra el pensamiento en certezas muertas; la libertad sin tradición es una forma vacía, sin pasado ni futuro, ebria de sí misma y sin contacto con lo real.

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