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INDICE
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Presentación.............................................................1
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¿Qué es el trastorno
bipolar?.. .....................................2
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La manía
.................................................................2
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La
hipomanía...........................................................
3
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La depresión
...........................................................5
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Las fases
mixtas.......................................................5
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Las fases de remisión
...............................................5
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¿Cuál es la causa de la
enfermedad? ...........................5
-
¿Corno se diagnóstica la
enfermedad? .........................6
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¿Hay diferentes tipos de
trastorno bipolar?................... 9
-
¿Cuál es la evolución de
la enfermedad? .....................7
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¿Cuáles son sus
consecuencias? ................................7
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El tratamiento
.......................................................8
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¿Qué puedo hacer yo por mi
enfermedad? ....................9
-
Ante el inicio de una fase
de euforia...........................10
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Ante el inicio de una
depresión ..................................11
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¿Qué puede hacer la
familia? .....................................11
-
¿Hay motivos para ser
optimista? ...............................14
PRESENTACION
Este
pequeño libro que el lector tiene entre sus manos está dirigido a facilitar
información de una forma sencilla, clara/ pero al mismo tiempo rigurosa, sobre
una enfermedad que afecta a cientos de miles de españoles y a millones de
ciudadanos del mundo/ llamada trastorno bipolar. Las afirmaciones que se
realizan en él son necesariamente muy generales/ y nunca pueden sustituir el
consejo experto del psiquiatra. Su objetivo/ sin embargo, es complementar la
información que proporciona el profesional para que el paciente, sus familiares
o sus conocidos, puedan entender mejor lo que le pasa a quien sufre la
enfermedad. Los profesionales de la salud incluyendo a psiquiatras, médicos,
psicólogos, enfermeros/ asistentes sociales y todos aquellos que participan del
cuidado y apoyo a los afectados podrán encontrar en él una forma llana pero
fiable de comunicar la información y, esperamos, un instrumento útil en el
quehacer diario con sus pacientes. El conocimiento de la enfermedad y cómo
afrontarla es el primer paso hacia la recuperación de una vida normal, que es el
mayor objetivo de quienes sufren este trastorno. A todos ellos y a los
profesionales que los ayudan va dedicado este libro. Queremos agradecer el
apoyo y colaboración por parte de Janssen-Cilag, S.A. que han hecho que la
publicación de este libro sea una realidad.
¿QUÉ ES EL TRASTORNO
BIPOLAR?
La enfermedad bipolar (también llamada
maníaco-depresiva) consiste en una alteración de los mecanismos que regulan e!
estado de ánimo, de forma que los cambios habituales que experimenta cualquier
persona en su tono vital, se acentúan hasta un punto que puede llegar a requerir
la hospitalización. Las personas que sufren este problema presentan, durante
días, semanas o meses, períodos de pérdida de interés en sus actividades
habituales, falta de concentración, intensa apatía (cualquier pequeña tarea o
contrariedad se convierte en un escollo insalvable) y alteraciones del sueño y
del apetito (tanto en el sentido de aumento como de disminución). Estos síntomas
son comunes a las diversas formas de depresión. Sin embargo, estos pacientes
sufren también episodios inversos, en los que se sienten capaces de cualquier
cosa, se embarcan en numerosos proyectos, hablan en exceso, gastan el dinero con
profusión y se molestan fácilmente cuando se les lleva la contraria. Estas fases
reciben el nombre de «manía» o «hipomanía», según su intensidad. Algunos
pacientes, finalmente, presentan fases mixtas, en las que se entremezclan
síntomas de depresión y síntomas de euforia.
La
manía
Mucha gente
contestaría con criterio a la pregunta ¿Qué es la depresión?. Sin embargo, si la
cuestión es ¿Qué es la manía?, lo más probable es que la respuesta provoque
hilaridad. Aunque su nombre se presta a equívocos, la manía (hipomanía cuando es
moderada) es un cuadro clínico muy característico. Muchas veces, el primer
síntoma es una disminución de la necesidad de dormir; el paciente duerme pocas
horas y se levanta a primera hora de la madrugada con la cabeza llena de ideas y
pictórico de energía. Durante el día, desarrolla una actividad inusual, se
embarca en nuevos proyectos, implicándose excesivamente en asuntos que, hasta
entonces, no le habían llamado la atención, gasta el dinero en regalos y se
muestra extremadamente alegre, sociable y hablador, aunque frecuentemente acaba
resultando indiscreto y avasallador. Poco a poco estos síntomas, que ni el
propio afectado ni quienes le rodean identifican como tales, se acompañan de una
creciente impaciencia e irritabilidad, y el paciente puede llegar a mostrarse
agresivo si es contrariado o considera que una situación es injusta. En casos
graves, la extraordinaria elevación del tono vital puede conducir al paciente a
una sobrevaloración tal de sus propias capacidades que le lleva a perder la
noción de la realidad, creyéndose dotado de poderes sobrenaturales o asediado
por múltiples enemigos. Afortunadamente, con un tratamiento apropiado, estos
síntomas remiten rápidamente y la persona recupera la normalidad, aunque es
frecuente que tras un episodio maníaco suceda a continuación una fase depresiva.
La manía comporta graves consecuencias para el afectado: separaciones, pérdida
de trabajo, endeudamiento y deterioro social son complicaciones frecuentes de la
enfermedad. Puede ser que resulte difícil imaginar que una persona que ha
llegado a tener una conducta tan alterada se recupere hasta el punto de no
presentar ni rastro de esos síntomas, pero estas dificultades son fruto de los
prejuicios populares! hacia las enfermedades mentales, que las asocian a
cronicidad, irreversibilidad y peligrosidad. En realidad, esta enfermedad guarda
muchos puntos en común con la diabetes o la hipertensión arterial, enfermedades
que no se asocian a estigmatización. El paciente bipolar es una persona normal
que sufre una enfermedad, cuya gravedad puede, en algunos casos, distorsionar
intensamente la personalidad. Lo que sí es cierto es que, la experiencia de una
manía o hipomanía es de aquellas que no se olvidan y algunos pacientes incluso
la echan de menos. Síntomas de la fase maníaca (no es necesario que se den
todos)
-
Irritabilidad
-
Hiperactividad
-
Disminución de la
necesidad de dormir
-
Locuacidad
-
Aumento de la
sociabilidad
-
Euforia
-
Ideas de
grandeza
-
Aumento del impulso,
sexual
-
Aceleración del
pensamiento
-
Gastos excesivos e
inapropiados
-
Conducta
desordenada
-
Planes
irrealizables
-
Ideas
delirantes
-
Alucinaciones
Generalmente, la
intensidad de los síntomas durante la fase maníaca y el comportamiento anormal
del afectado durante la misma acaban comportando la hospitalización.
Afortunadamente, los tratamientos actuales permiten devolver la salud mental del
paciente con bastante rapidez, de forma que la duración de los ingresos
hospitalarios es actualmente mucho más breve que en el pasado y en cuestión de
semanas la mayor parte de los pacientes se encuentran en condiciones de seguir
un tratamiento ambulatorio.
La hipomanía
La hipomanía es una manía suave. Durante la hipomanía nunca se presentan
síntomas psicóticos; el resto de lo que ya hemos explicado respecto a la manía
sería válido para la hipomanía, siempre en un grado menor que no comporte una
gran alteración del comportamiento que pueda llevar, por ejemplo, a un ingresó.
Los límites entre manía e hipomanía son, por lo tanto, difusos. Pero ¿dónde
situamos la frontera entre la hipomanía y la alegría? Aunque a veces puede
resultar complejo situar dicha frontera, existen algunas características
diferenciales obvias: la alegría suele tener una justificación clara, dura poco
tiempo y tiende a decrecer con el paso de los días. Todo lo contrario que la
hipomanía: ésta puede aparecer sin desencadenante alguno, su duración puede
alcanzar varías semanas y suele agravarse con el paso del tiempo. Además, hay
síntomas de la hipomanía que no serían propios de la alegría. Nos referimos a la
irritabilidad, la aceleración del habla, el insomnio, etc.
La hipomanía
puede ser un estado que resulte extraordinariamente agradable. Si es moderada,
puede hacer que la persona incremente su actividad, o comportar mayor
creatividad o capacidad de liderazgo. El problema es que la hipomanía nunca es
estable, todo lo contrario, tiende a empeorar, pudiéndo evolucionar hasta una
fase maníaca, un episodio mixto o virar súbitamente hacia una fase
depresiva.
Síntomas de la hipomanía
(no es necesario que se den todos)
-
Aumento de la
autoestima
-
Exageración de las propias
capacidades
-
Embarcarse en demasiadas
cosas al mismo tiempo
-
Aumento de la
sociabilidad
-
Aumento de la
locuacidad
-
Gastar más de lo
habitual
-
Dormir menos de lo
habitual
-
Optimismo
exagerado
-
Falta de
autocrítica
-
Hablar en voz alta sin
tolerar interrupciones
-
Aumento del interés en el
sexo
-
Cambios bruscos de
humor
-
Aumento de la
emotividad
La
depresión
La fase
depresiva del trastorno bipolar es similar a los demás tipos de depresión,
especialmente aquellos en los que no hay una causa clara que la desencadene. La
persona afectada se encuentra cansada, sin ilusión por nada, apática y
desmotivada. Cualquier acto sencillo o rutinario cuesta un enorme esfuerzo y la
situación no parece tener salida. Se alteran el sueño, el apetito y la conducta
sexual pierde todo interés. Nada parece tener sentido, ni siquiera seguir las
normas higiénicas más elementales. Algunos pacientes pueden notar ansiedad, o
ideas repetitivas de tipo negativo, con deseos de morir. En casos graves, al
igual que en la manía, aunque con menor frecuencia, pueden darse ideas
delirantes de contenido depresivo, de ruina o de culpa. Uno de los principales
problemas de la fase depresiva es que el afectado no es consciente de que su
estado es transitorio, y que con un tratamiento apropiado todo lo que en aquel
momento le parece gris y sin sentido, recuperará su razón de ser y su color.
Para la persona deprimida, nada ni nadie puede cambiar el infierno en el que se
ha convertido su vida, y en algunos casos, el suicidio se ve como la única
solución posible, sin comprender que con un tratamiento oportuno se puede
recuperar la ilusión de vivir en pocas semanas.
Síntomas de la Fase
depresiva (no es necesario que se den todos)
-
Apatía
-
Falta de
ilusión
-
Sensación de tristeza o de
vacío
-
Baja
autoestima
-
Dificultad para realizar
las tareas habituales
-
Enlentecimiento
-
Falta de
concentración
-
Deseo de
morir
-
Molestias
físicas
-
Ansiedad
-
Insomnio o exceso de
sueño
-
Pérdida o exceso de
apetito
-
Inhibición
social
-
Ideas de culpa o
ruina
Las fases
mixtas
Las fases mixtas consisten en una mezcla de síntomas
de manía y depresión. Este tipo de fases resulta especialmente difícil de
diagnosticar y comportan un gran sufrimiento para el paciente y para aquellos
que le rodean. Es frecuente que en estas fases aparezca hiperactividad y
aceleración del pensamiento a la par que ideas negativas y pensamientos
depresivos. La irritabilidad y la ansiedad son también síntomas muy comunes en
estas fases. Algunos pacientes presentan fases mixtas de forma aislada, pero lo
más frecuente es que las fases mixtas sean una continuación de una fase maníaca
o bien una transición entre una fase maníaca y una fase depresiva. Esto ocurre
sobre todo en aquellos pacientes denominados cicladores rápidos , que se
caracterizan por cambiar a menudo (varias veces en un año, en un mes o, incluso,
en una semana) y de forma brusca de manía a depresión o a la
inversa.
Síntomas de las fases mixtas (no necesario que se den
todos)
-
Mal
humor
-
Aceleración del
pensamiento
-
Inquietud
-
Hostilidad
-
Falta de
ilusión
-
Cambios rápidos del
humor
-
Labilidad
emocional
-
Insomnio
-
Comportamiento
descontrolado
-
Ideas
delirantes
-
Ideas
negativas
Las fases de
remisión
Afortunadamente, la persona que sufre un trastorno
bipolar no pasa toda su vida de una fase a otra. Existen períodos en que, tras
la recuperación de una crisis de cualquier tipo, el estado de ánimo se va
normalizando y los síntomas de la enfermedad desaparecen prácticamente por
completo. Estas fases de remisión las denominamos fases de eutimia. Eutimia
significa "estado de ánimo correcto". Durante esta fase es precisamente cuando
menos nos hemos de confiar, pretendiendo que todo ha pasado y no hay ningún
problema. Al contrario, hay que estar atento, sin obsesionarse, para prevenir
cualquier síntoma que anuncie una nueva crisis. Para ello es imprescindible
seguir las recomendaciones del psiquiatra y la medicación preventiva. Dicha
medicación está destinada a alargar el máximo tiempo posible la fase de remisión
e impedir, o cuanto menos suavizar, la aparición de un nuevo episodio de la
enfermedad. Estar en remisión no significa estar curado, pero es lo más próximo
al concepto de curación. La enfermedad, sin embargo está dormida y debemos
procurar que no despierte. Más adelante daremos algunos consejos útiles para
contribuir a mantener la enfermedad compensada.
Como se ha
dicho, el trastorno bipolar consiste en una alteración de los mecanismos
biológicos que regulan el estado de ánimo. El funcionamiento de estos mecanismos
depende de dos factores; genéticos y ambientales. Actualmente sabemos que en el
trastorno bipolar la genética desempeña un papel muy importante, ya que es la
responsable de que el estado de ánimo esté mal regulado. Los factores
ambientales pueden actuar como precipitantes de las crisis, pero generalmente es
necesaria cierta predisposición hereditaria para la enfermedad. Muchas personas
se extrañan de ello porque la enfermedad se les ha manifestado en la edad
adulta, o porque no hay casos similares en la familia. Lo cierto es que muchas
enfermedades con componente hereditario no dan la cara al nacer y se necesitan
factores ambientales, tan importantes o más que los genéticos, para que se
manifiesten. Por otra parte, muchas veces los antecedentes familiares pueden ser
remotos y, por tanto, desconocidos para el afectado. Además, las mutaciones
(cambios espontáneos en los genes), explican que las enfermedades hereditarias
aparezcan en personas sin antecedentes.
El estado de
ánimo es el motor que impulsa al organismo hacia la consecución de metas, más
allá de la simple satisfacción de las necesidades básicas. Para un buen
funcionamiento psíquico y físico, es imprescindible la integridad de los
mecanismos que lo regulan, que son los que permiten no desfallecer ante las
dificultades, afrontar los problemas del día a día y mantener la ilusión en el
futuro. Cuando los problemas sobrepasan la capacidad de adaptación de una
persona, estos mecanismos no consiguen por sí solos restablecer el equilibrio
anímico y puede sobrevenir una depresión. Estas depresiones son denominadas
generalmente «depresiones reactivas» o «exógenas», porque aparentemente se
producen como consecuencia de un o unos sucesos desfavorables para el sujeto.
Sin embargo, existen otro tipo de alteraciones de! estado de ánimo en que los
propios mecanismos reguladores son los que funcionan de forma incorrecta, de
modo que la persona afectada puede padecer una depresión sin necesidad de que
exista un precipitante evidente. Como casi siempre existen problemas con los que
justificar que una depresión es reactiva, muchas veces pasa desapercibida la
auténtica raíz del trastorno, que reside en un mal funcionamiento de dichos
mecanismos.
En la regulación
del tono vital participan factores genéticos, biológicos, psicológicos,
sociales, meteorológicos y farmacológicos. Entre los factores biológicos
destacan unas sustancias que circulan por el interior de las neuronas (células
cerebrales), denominadas neurotransmisores, y las hormonas. Otras sustancias
importantes son los denominados neuromoduladores y los iones. Estos mecanismos
funcionan como un termostato: cuando el estado de ánimo disminuye por algún
motivo, se producen diversas sustancias que impiden que se alcancen niveles
demasiado bajos, que podrían poner en peligro la supervivencia del sujeto;
cuando el ánimo se eleva, se producen otras que evitan un exceso de euforia que
también podría conllevar problemas, como el desprecio del riesgo y la
sobrevaloración de las propias fuerzas. Por este motivo, la sensación de alegría
tras un acontecimiento positivo suele durar poco, aunque no ocurra nada malo a
continuación. Cuando este «ánimostato» pierde precisión, cualquier suceso
estresante puede acabar provocando una alteración importante del estado de
ánimo. Las depresiones .que aparecen tras un parto, por ejemplo, son fruto de la
combinación del descenso brusco de la concentración de ciertas hormonas en la
sangre (estrógenos), que forman parte de este «ánimostato», junto con las
dificultades psicológicas de adaptación a una situación nueva, en las madres
primerizas (inseguridad), y altamente estresante en general (cargas familiares y
económicas). La localización de estos mecanismos de regulación del estado de
ánimo es el sistema límbico, una región del cerebro situada en la zona central
interna.
¿Cómo se diagnostica la
enfermedad?
El diagnóstico de esta enfermedad debe ser
realizado por un experto. No existen, por ahora, pruebas específicas que
permitan objetivar el diagnóstico, de modo que éste se fundamenta en el criterio
clínico, es decir, en el análisis de toda la información disponible
proporcionada por el propio paciente y sus familiares. Si esta información se
ajusta a unos criterios previamente establecidos, se puede afirmar que aquella
persona padece la enfermedad. Este enfoque tiene el inconveniente de que marca
una frontera ficticia entre lo normal y lo patológico, pero tiene la ventaja de
que aumenta la fiabilidad del diagnóstico y facilita la comunicación científica.
También la hipertensión arterial se diagnostica marcando unos límites de
normalidad consensuados por la comunidad científica. Es cierto que, en !as fases
de descompensación, se han hallado alteraciones significativas en el
funcionamiento de las sustancias que. regulan el estado de ánimo, y precisamente
por eso sabemos que existe un desarreglo bioquímico subyacente a la enfermedad,
pero estos hallazgos no son aplicables a la hora de realizar un diagnóstico, por
lo menos hasta la fecha. Además, no se ha demostrado fehacientemente que exista
diferencia alguna a ese nivel entre un paciente bipolar bien compensado y un no
paciente. Por este motivo, la psiquiatría no es una ciencia exacta y, en casos
dudosos, pueden existir discrepancias diagnósticas, que muchas veces crean
confusión y desesperanza en el paciente. Por fortuna se está avanzando mucho en
este aspecto.
¿Hay diferentes tipos de
trastorno bipolar?
El trastorno
bipolar se clasifica dentro del apartado de enfermedades del estado de ánimo.
Junto con otras patologías como la depresión unipolar (se llama unipolar
precisamente en contraposición a la bipolar). Dentro de los trastornos bipolares
existen, asimismo, una serie de subtipos. En función de la intensidad de los
síntomas, existen tres subtipos; el tipo I, el tipo II y la
ciclotimia.
-
El tipo I es la forma
clásica, caracterizada por fases de manía, que generalmente requiere
hospitalización, y depresiones intensas; es relativamente frecuente que
aparezcan delirios (interpretar coincidencias como si tuvieran relación con uno
mismo, creerse superdotado o un Mesías, o bien, en la depresión, creerse
culpable de todo e indigno de seguir viviendo) e incluso, en algunos casos,
alucinaciones. Cuando el paciente recupera la normalidad le parece increíble
haber llegado a pensar aquellas cosas.
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El trastorno bipolar tipo
II se caracteriza por depresiones igualmente intensas, pero fases de euforia
moderadas, que no requieren ingreso hospitalario y que se denominan
hipomanía.
-
La ciclotimia consiste en
la sucesión de hipomanías y fases depresivas leves o moderadas y es frecuente
que quienes la sufren nunca hayan solicitado atención psiquiátrica, en parte por
no ser conscientes del trastorno y en parte por ignorar que, aunque leve,
aquello es una enfermedad y que existe un tratamiento. El ciclotímico es
generalmente visto por los demás como inestable, imprevisible o «lunático» . (en
referencia a !as fases de la luna, que en e! saber popular se relacionan con las
oscilaciones anímicas).
¿Cuál es la evolución
de la enfermedad? Con tratamiento, la evolución es
generalmente buena. Sin tratamiento, en cambio, la evolución es casi siempre muy
negativa, con constantes recaídas y graves consecuencias familiares, laborales y
sociales.
Generalmente,
aunque hay excepciones, la enfermedad se desarrolla de forma imperceptible
durante la adolescencia, etapa ya de por sí proclive a la inestabilidad
emocional, y alcanza su esplendor en la edad adulta, en forma de una fase
depresiva o bien maníaca. Muchas veces, el primer episodio viene precedido por
una situación ambiental estresante. Sin embargo, a partir de ahí la enfermedad
se va independizando de las circunstancias ambientales y psicológicas, de modo
que los mecanismos biológicos reguladores del estado de ánimo parecen entraren
una oscilación permanente, que lleva a la persona a perder el punto de
referencia de su estado anímico habitual. Cada recaída hace al individuo más
vulnerable al estrés, de forma que, algunos pacientes, pueden llegar a presentar
lo que se llama «ciclación rápida», que es la sucesión ininterrumpida de
depresión y euforia (por convención, se incluye en este subgrupo a aquellos que
presentan 4 o más episodios al año). El trastorno bipolar es sólo ligeramente
más frecuente en la mujer que en el hombre, pero la ciclación rápida es
muchísimo más frecuente en las pacientes femeninas. Existe un subgrupo de
pacientes que tienen en común la tendencia a recaer siempre por las mismas
fechas. Por esta razón se han citado los factores meteorológicos como partícipes
de la regulación del estado desánimo. El patrón estacional más frecuente es el
que comporta una fase depresiva en primavera, una maníaca o hipomaníaca en
verano, y una nueva depresión en otoño. Parece que uno de los factores
meteorológicos más importantes es la luminosidad del día y su duración. Algunos
de estos pacientes mejoran de la depresión al viajar a países del trópico, y a
algunos el cambio les ha llegado a desencadenar una fase
maníaca.
¿Cuáles son sus
consecuencias?
El tratamiento
es determinante para impedir las principales complicaciones de la enfermedad.
Algunas de ellas ya se han mencionado, la más grave de todas es el suicidio. El
suicidio se produce generalmente en e! contexto de una fase de depresión
profunda. La persona afectada tiene la sensación de que su vida no tiene
sentido, se siente fracasada e inútil y piensa sinceramente que su desaparición
será un alivio para ella y para los que la rodean. Como ha perdido !a capacidad
de disfrutar, tiene la sensación de que su vida está vacía y que no vale la
pena. Es muy difícil hacerle comprender a una persona en tal estado que su
dramática visión de las cosas está producida por una enfermedad, y que, con
tratamiento, en pocas semanas recuperará la objetividad y dejará de desear la
muerte. Se estima que un 15 de los pacientes bipolares fallecen por suicidio.
El índice de intentos fallidos es mucho más elevado.
Otra
complicación grave que presentan algunos pacientes es el abuso de drogas: los
estimulantes, como la cocaína o las anfetaminas, proporcionan un alivio
momentáneo/ aunque pernicioso a medio y largo plazo, de los síntomas depresivos.
El alcohol es, para otros, una forma de escapar de la angustia que acompaña
asiduamente a la depresión. Cuando un paciente bipolar cae en el abuso o
dependencia de drogas, añade una enfermedad más a la que ya padece,
ensombreciendo el pronóstico de ésta.
Esta enfermedad
comporta también graves problemas familiares; parejas rotas, separaciones y
conflictos son consecuencias comunes de una fase de euforia. Muchas veces, el
desconocimiento del carácter patológico de la conducta lleva al cónyuge pensar
que ésta es voluntaria y libre, y que lo que ocurre es que realmente no conocía
a la persona con la que convive. En otros casos, aún conociendo la enfermedad,
el peso de la misma se hace excesivo y la pareja se separa. Cuando el paciente
es muy joven y vive con sus padres, éstos reaccionan con frecuencia
sobreprotegiéndole y limitando su autonomía personal, comprensiblemente por el
temor de que no sea capaz de adaptarse.
La pérdida del
puesto de trabajo, la degradación o la ruina empresarial son también
consecuencias de la enfermedad si no se trata a tiempo. La euforia lleva a
contraer riesgos excesivos y gastar más de lo que se tiene; la depresión
comporta bajas laborales y un evidente descenso de la
productividad.
En el aspecto
social, el halo negativo que rodea los trastornos psiquiátricos comporta
notables perjuicios al paciente cuya enfermedad ha traspasado los límites de su
propia familia. Llegará el día en que se pueda hablar con la misma naturalidad
de un trastorno bipolar que de una artrosis, o de un exceso de
colesterol.
El
tratamiento
Afortunadamente, esta es, con toda seguridad, la
enfermedad psiquiátrica que cuenta con mayores recursos para su tratamiento. Se
dispone de medicamentos que frenan las fases de euforia y de medicamentos que
ayudan a superar la depresión, y además, de sustancias que reducen la frecuencia
de las recaídas y su intensidad. Ninguna de estas sustancias es una droga, ni
crea dependencia, contra lo que muchos piensan. La más importante de todas ellas
es el litio. El litio tiene un efecto preventivo sobre las recaídas, ya que
aumenta la eficacia del «ánimostato», impidiendo que las oscilaciones normales
del tono vital alcancen niveles patológicos. Aunque el litio se encuentra en
cantidades muy pequeñas en e! organismo humano, los pacientes bipolares parecen
precisar cantidades mayores de esta sustancia de las que se obtienen de los
alimentos para mantenerse «eutímicos» (ni eufóricos ni deprimidos). En realidad,
no es que exista una auténtica falta de litio en estos pacientes, sino que
necesitan de este mineral para reforzar sus mecanismos reguladores del estado de
ánimo. El litio es una sustancia extremadamente simple, lo que se llama un
elemento. Sin embargo, su utilización debe ser siempre controlada por el médico,
dado que, a dosis altas, resulta tóxico. Por este motivo, quienes siguen
tratamiento con litio deben realizarse análisis periódicos para controlar su
concentración en la sangre. Además del litio, se han descubierto otras
sustancias que reducen e! riesgo de recaídas, y algunas de ellas parecen ser más
eficaces en los casos más difíciles, en los que se produce la delación rápida.
Estos fármacos se habían utilizado durante años para el tratamiento de otra
enfermedad, la epilepsia, y posteriormente se descubrieron sus propiedades de
regular los mecanismos biológicos que actúan sobre el estado de ánimo. Muchos
pacientes se benefician también de un apoyo psicológico, que les permite
afrontar con entereza las dificultades que comporta la enfermedad, aprender a
reconocer los síntomas iniciales de una posible descompensación y conocerse
mejor, en suma. También es recomendable un estilo de vida caracterizado por una
razonable regularidad en los hábitos de sueño y alimentarios, evitar en lo
posible someterse a situaciones estresantes y practicar algún tipo de deporte o
ejercicio, aunque estos consejos por sí solos no son útiles si no se acompañan
del imprescindible tratamiento farmacológico. La enfermedad, bien tratada,
acostumbra a tener un pronóstico bueno. Además, últimamente se está investigando
mucho sobre nuevos tratamientos para la enfermedad, tanto para la fase maníaca,
para la que han aparecido nuevos fármacos con menos efectos secundarios, como la
depresiva. Por ejemplo, los denominados antipsicóticos atípicos, han demostrado
ser muy útiles para tratar las fases maníacas, tienen menos efectos secundarios
que los medicamentos más antiguos y podrían ser útiles también para la
prevención de recaídas.
También hay
nuevos medicamentos muy prometedores en estudio provenientes del campo de la
epilepsia. Todos elfos están todavía en fases preliminares de aplicación y debe
ser siempre el psiquiatra el que decida qué tratamiento es apropiado para cada
caso. Consejos poro pacientes en tratamiento con litio
1. Tomar la medicación
todos los días 2. No interrumpir el tratamiento salvo por prescripción
médica 3. Realizar los análisis solicitados por el médico 4. No reducir la
cantidad de sal en las comidas 5. Consultar a su médico o, en su ausencia,
reducir temporalmente la dosis de litio en los siguientes
casos:
-
Diarrea
intensa
-
Vómitos
frecuentes
-
Deshidratación
-
Fiebre
elevada
6. No tomar los
siguientes medicamentos sin antes consultar a su médico.
-
Diuréticos (medicamentos
utilizados para problemas circulatorios, edemas, retención de
líquidos...)
-
Analgésicos (medicamentos
utilizados para el tratamiento del dolor)
-
Antiinfiamatorios no
esteorideos (medicamentos utilizados para diversos tipos de inflamaciones. En
ocasiones utilizados como antigripales)
¿Qué puedo hacer yo por mi
enfermedad?
1.- Autoobsérvese. Una correcta
autoobservación es la mejor manera de prevenir recaídas. Fíjese sobre todo en su
estado de ánimo y si este no es normal analice porqué. Preste especial atención
al sueño; muy a menudo, la sensación de "no necesito dormir" es el primer
eslabón de una descompensación hipomaníaca. Observe también si últimamente
discute más que de costumbre, si le molestan cosas a las que antes no daba
importancia, si habla más o está más bromista; en general, desconfíe de los
cambios. Puede resultar útil llevar a cabo un registro diario que incluya el
número de horas de sueño, las actividades importantes que realiza y una
puntuación (del 1 al 10, por ejemplo) de su estado de ánimo.
2.-
Duerma cada día ocho o nueve horas. Estudios recientes demuestran que una
correcta calidad y cantidad de sueño es un factor básico para prevenir recaídas.
En general, podemos afirmar que dormir menos de siete horas diarias comporta un
riesgo elevado de presentar una fase hipomaníaca o maníaca, mientras que dormir
más de diez horas al día aumenta las posibilidades de presentar un episodio
depresivo.
3.- No
consuma tóxicos. El consumo, aunque sea en una única ocasión, de determinadas
sustancias como la cocaína, el LSD, el éxtasis y otras drogas "de diseño" es -a
parte de perjudicial para la salud física y mental de cualquier persona-
suficiente para presentar una descompensación, complicar el curso de la
enfermedad y facilitar la aparición de síntomas psicóticos. El consumo de otras
sustancias como el alcohol, la marihuana y sus derivados tiende a provocar la
aparición de nuevos episodios y a aumentar la ansiedad. En lo que respecta al
café, debemos ser conscientes de que sus efectos inductores de insomnio duran
aproximadamente ocho horas. Por lo tanto, es recomendable no tomar café a partir
de las cuatro de la tarde.
4.- No se
someta a regímenes rigurosos. Evite pasar hambre, ya que ello podría aumentar la
irritabilidad y la ansiedad, predisponiendo así a una nueva recaída. Disminuir
el peso corporal bruscamente produce cambios hormonales y metabólicos que pueden
llevar a un nuevo episodio. Además, gran parte de los fármacos y parafármacos
prescritos para adelgazar contienen derivados anfetamínicos que, por si mismos,
pueden provocar una viraje maníaco.
5.-Escuche a personas de confianza. Busque, entre sus familiares o
amigos, a alguien que pueda actuar como punto de referencia. Confíe en esta
persona; a menudo, los que le rodean, pueden detectar el inicio de una
descompensación más claramente que usted. Comentarios del tipo "últimamente te
veo un poco extraño" o "te comportas de un modo distinto" le han de servir para
tomar conciencia de que, quizás, está iniciando una recaída. Entonces, es mejor
actuar que pararse a discutir: visite a su psiquiatra cuanto antes. Si la gente
que le rodea estaba en un error, usted sólo habrá perdido el tiempo de la visita
(y se habrá ahorrado mucho tiempo en discusiones). SÍ, por el contrario, tenían
razón y ello ha permitido detectar y tratar precozmente un episodio, usted le
habrá ganado un precioso tiempo a la enfermedad.
6.-Tome
correctamente la medicación. Tomar correctamente la medicación es la mejor
manera de evitar recaídas. Tenga en cuenta, además, que la medicación es como un
amigo rencoroso: es posible que si hoy le abandona, mañana no le haga caso.
Abandonar la medicación por iniciativa propia conlleva el riesgo de crear
resistencia al fármaco. Por otra parte, dejar la medicación bruscamente aumenta
de forma considerable e! riesgo de recaer de forma inmediata. A pesar de todo
ello, si usted no está tomando de forma correcta su medicación lo mejor que
puede hacer es ser sincero con él psiquiatra y comentárselo, de lo contrario
puede estar confundiendo a su médico respecto a la conveniencia de un fármaco
determinado, respecto a las dosis, etc. que podrían tener consecuencias muy
negativas para el curso de la enfermedad.
7.-
Cuéntele al doctor todos sus síntomas. Aunque parezca raro, algunas veces, datos
aparentemente irrelevantes (cambios en los hábitos alimentarios, sexuales o en
la forma de vestir) pueden resultar determinantes para que el psiquiatra sepa en
qué momento de la enfermedad se halla usted, y así poder pautar un tratamiento
adecuado.
8.-
Aficiónese a la regularidad. La regularidad en los hábitos de sueño, de
actividades y hasta en los hábitos alimentarios es básica para disminuir la
vulnerabilidad a las recaídas. La estabilidad lleva a más estabilidad. Esto, en
su caso, es sinónimo de salud.
9.- Huya
del estrés. Intente reservarse un tiempo diario para usted mismo, para
"perderlo", para disfrutarlo. Realice actividades agradables, siempre de forma
relajada. Practique alguna actividad que le ayude a rebajar la tensión
(ejercicio físico moderado, lectura, pintura). Trate de relativizar sus
problemas: pocos tienen la dimensión que aparentan. Pero, cuidado, tengan en
cuenta que estas medidas nunca pueden sustituir el tratamiento psiquiátrico
aunque pueden ser un buen complemento.
10.- No
se enfrente a la enfermedad, intente aprender a convivir con ella. La negación
de su enfermedad no hará sino agravarla. Su identidad va mas allá de la
enfermedad que usted padece: usted no "es" bipolar, usted tiene un trastorno
bipolar. Piense en la diferencia entre las dos frases. Por otra parte tenga en
cuenta que el trastorno bipolar no tiene nada que ver con la personalidad: no
hay dos bipolares iguales, del mismo modo que no hay dos diabéticos iguales. Ni
dos psiquiatras.
Ante el inicio de una
fase de euforia
1.- Aumente el
número de horas de sueño hasta un mínimo de diez. 2.- Limite el número
de actividades. 3.- Dedique un máximo de seis horas diarias a estar
activo. 4.- No intente vencer a la euforia "por agotamiento": cuantas
mas actividades realice más eufórico estará. 5.- Reduzca la
estimulación mental mediante ejercicios de relajación o tumbado en la
cama. 6.- Evite el consumo de estimulantes, como el café, el té, los
refrescos de cola y las bebidas energéticas. 7.- Ante el impulso de
realizar gastos importantes, posponga cualquier operación económica un mínimo de
24 horas y pida su opinión sobre la misma a alguien de confianza. 8.-
Someta sus "ideas geniales" al criterio de otra persona. 9.- No se
permita subir: la euforia de hoy es la depresión de mañana. 10.- Y,
sobre todo, póngase en contacto cuanto antes con su
psiquiatra.
Ante el inicio de una
depresión
1. Duerma un máximo
de nueve horas. 2. Nunca se automedique. 3. Intente aumentar
el número de actividades. 4. Fíjese objetivos realistas: paso a
paso. 5. No tome decisiones importantes. 6. No se sienta
culpable de la depresión, de la misma forma que un diabético no debe sentirse
culpable de sus niveles de azucar. 7. Nada dura eternamente; usted
no estará deprimido toda la vida. 8. Relativice las ideas de
inferioridad, pesimismo y desesperanza: son síntomas de la propia depresión que
no responden a la realidad. 9. Intente realizar ejercicio físico: a
menudo resulta útil para sentirse más enérgico. 10. Consulte a su
psiquiatra.
¿Qué puede hacer mi
familia?
Aprender a detectar
síntomas. Identificar precozmente una recaída es básico para evitar que esta sea
grave. Para ello es básica la colaboración de las personas que conviven con el
paciente, que deben estar alerta ante cualquier cambio en el comportamiento del
afectado, sobre todo en lo que respecta a:
-
Nivel de actividad: un
aumento brusco de la actividad suele ser un buen indicador de! inicio de un
cuadro eufórico.
-
Irritabilidad: la
aparición de constantes disputas, impaciencia excesiva o intolerancia puede
anunciarnos el inicio de una fase maníaca o mixta.
-
Productividad verbal: el
hecho de que el paciente empiece a estar más hablador, que hable más rápido y
con mayor volumen, los cambios constantes de tema o la dificultad para
interrumpir su discurso pueden indicarnos también el inicio de una fase
eufórica.
-
El sueño: la disminución
de la necesidad de dormir es, muy frecuentemente, el síntoma más precoz de
recaída. Al inicio de una fase de euforia, el paciente comienza a despertarse
antes de lo habitual, se levanta más temprano y suele aprovechar esto para hacer
cosas cuando tendría que estar durmiendo. Dormir menos puede actuar como
desencadenante de un episodio y, por otra parte, el insomnio puede ser también
un síntoma de la enfermedad y aparecer durante los episodios depresivos,
maníacos o mixtos, agravando el cuadro. En las depresiones puede suceder, a
veces, lo contrario: el paciente se levanta más tarde y nota más sueño durante
el día.
-
Aparición de nuevos
intereses, proyectos, ideas...: sobre todo cuando estos aparecen de manera
repentina, en principio no deben coartarse iniciativas o decisiones razonadas
por el paciente de manera sistemática. Cuando la familia considera que los
planes e ideas del paciente pueden comportar consecuencias negativas y tienen
una elevada probabilidad de fracaso, en lugar de entrar en discusiones sobre
estos nuevos proyectos es aconsejable hacerle ver que puede tratarse de un
síntoma de la enfermedad y que estarían más tranquilos si él consultara a su
médico. En cualquier caso, no utilice descalificativos del tipo "eres poco
realista", "¿cuándo piensas madurar?" y comentarios similares.
-
Cambios de! estado de
ánimo: fíjese sobre todo en aquellos cambios anímicos que no se han producido
por un motivo o razón concretos o que son demasiado intensos o prolongados en
relación con la causa que los ha provocado. Puede resultar muy útil advertir
"cambios de carácter", por ejemplo, si una persona que generalmente suele ser
tímida o introvertida comienza a mostrarse más bromista y extrovertida, muy
probablemente esta iniciando un episodio maníaco o hipo-maníaco. Por otra parte,
si alguien que habitualmente suele tener buen humor empieza a mostrarse más
malhumorado o inhibido, seguramente está comenzando un episodio
depresivo. Ante las ideas de suicidio.
La depresión
es una enfermedad que limita la capacidad de tomar decisiones libremente y que,
en algunos casos, puede conducir a un intento de suicidio. El 15 de los
pacientes bipolares mueren por suicidio. El paciente deprimido puede llegar a
contemplar el suicidio como única salida para acabar con su sufrimiento, sin
valorar que la depresión es tratable y transitoria, mientras que la muerte es
irreversible. Las ideas de suicidio constituyen un síntoma de la depresión, los
pacientes pueden creer que tienen derecho a suicidarse y que no hay otra
solución, cuando en realidad no son ellos quienes deciden sino que decide la
propia enfermedad, ya que cuando desaparece la depresión también lo hacen las
ideas suicidas. Por esta razón, el familiar del paciente tiene el derecho y el
deber de evitar, dentro de lo posible, que el paciente lleve a cabo sus amenazas
suicidas. Sobre todo se le ha de hacer entender al paciente que no se está
limitando su libertad ni sus derechos en el momento en que se toman medidas
contra el suicidio, sino que se están ampliando. Algunas medidas
recomendables en el caso de que el paciente presente pensamientos de suicidio
son:
-
Informe a su
psiquiatra.
-
Prepare todo lo necesario
para, si el psiquiatra lo considera conveniente, realizar una
hospitalización.
-
Mientras dure la situación
de riesgo, no deje al paciente solo en casa.
-
No deje la medicación a su
alcance, responsabilícese vd de administrársela. Guarde el resto de la
medicación en un lugar seguro, con llave si es
posible.
¿Que actitud tomar
hacia el hijo menor de edad?
Una de las dudas
más frecuentes por parte de los familiares de pacientes jóvenes es qué actitud
tomar o, dicho de otra forma, cuál es el grado de permisividad más adecuado.
Esto evidentemente dependerá del estilo educador que se había mantenido antes de
manifestarse la enfermedad. Si tenemos en cuenta que el estrés puede perjudicar
de manera importante el curso de la enfermedad, las exigencias deberán ser
realistas, En el caso de que su hijo estudie, el nivel de exigencia ha de ser
proporcional a la capacidad de estudio de su hijo; en cualquier caso debe
evitarse un exceso de presión porque implicaría una acumulación de estrés que
resultaría perjudicial para su salud. Asegúrese de que distribuya el trabajo de
manera que no se vea obligado a realizar grandes esfuerzos al final de cara a
los exámenes, y que duerma y descanse un tiempo suficiente.
Respecto a las
salidas nocturnas, es importante mantener una regularidad de hábitos pero
también que su hijo esté integrado en su grupo de amigos. Su hijo ha de llevar
una vida lo más "normal" posible, lo que implicará en muchas ocasiones que salga
por las noches con sus amigos. Intente llegar a acuerdos con él en relación con
este tema, de todas formas, asegúrese de que duerma siempre unas 8-9 horas
diarias.
Si usted
sospechara que su hijo está iniciando una fase de manía o hipomanía,
desaconséjele las salidas nocturnas y si fuera necesario prohíbaselas, teniendo
en cuenta que le podrían perjudicar. Muéstrese abierto a dialogar con su
hijo, especialmente cuando surgen más dudas e incógnitas en la pubertad y
adolescencia. No obstante, respete la intimidad de su hijo, no permita que se
sienta ahogado aunque su intención sea buena. La vigilancia a distancia,
centrada en la detección precoz de síntomas, suele ser la actitud más efectiva
con su hijo.
¿Cómo ha de actuar el
resto de la familia?
La persona que
padece un trastorno bipolar es básicamente, la mayor parte del tiempo, una
"persona normal", por lo que debe tratársela del mismo modo que la trataría si
no tuviera ninguna enfermedad psiquiátrica. Existe el riesgo de marginar al
paciente cuando se piensa que no puede asumir ciertas responsabilidades estando
asintomático, como si fuera diferente a los demás, y no se debe caer en este
error.
Hospitalizaciones
En algunas
ocasiones resulta necesario ingresar al paciente en contra de su voluntad para
evitar las consecuencias negativas que se podrían derivar del episodio, sea
porque está deprimido y existe riesgo de suicidio, bien porque presenta un
episodio maníaco grave y no tiene ninguna conciencia de enfermedad o porque
presenta síntomas psicóticos (en fase depresiva o maníaca). En estos tres casos
estaría justificado y sería legítimo un ingreso involuntario, que sólo puede ser
autorizado por un Juez. En cualquier caso, al margen de cuestiones éticas o
legales, para la familia constituye una experiencia dura, por lo que debe
valorarse la hospitalización como una manera de proteger la integridad del
paciente y evitar complicaciones mayores, que podrían afectar o poner en peligro
no sólo al propio paciente sino también a su entorno. La familia ha de tener
claro que cuando se tramita un ingreso no se está actuando en contra del
paciente sino contra la enfermedad. La enfermedad limita la libertad del
paciente, por tanto, actuando contra la enfermedad permitiremos que el paciente
sea un poco más libre.
La realidad es
que la mayoría de pacientes que han sido ingresados involuntariamente, una vez
se han recuperado, agradecen a sus familiares el haber intervenido a tiempo y
haber evitado males mayores. Generalmente el ingreso involuntario no suele
prolongarse más de tres o cuatro semanas.
¿Qué hacer si el paciente
consume drogas?
Es positivo
hablar abiertamente sobre el tema de las drogas, focalizado más en criterios de
salud y utilizando símiles médicos: "igual que un hipertenso no ha de tomar sal,
tú no tendrías que fumar porros o beber alcohol". La persona que padece un
trastorno bipolar puede recurrir a diferentes tóxicos como una forma de
automedicación para aliviar los síntomas de la enfermedad, cuando en realidad
agrava o empeora la sintomatología cuando no se sigue correctamente el
tratamiento.
El paciente ha
de ser responsable de recordar tomar la medicación, especialmente cuando está
estable, por tanto es positivo confiar en él. Existen maneras más sutiles de
asegurarse que el paciente se acuerde de la medicación, por ejemplo hacer que
coincida con las comidas. Sobre todo procure que no sea tema de discusión
constante porque únicamente conseguiríamos magnificar el problema. Si el
paciente se niega explícitamente a seguir el tratamiento porque se ha
descompensado, ayúdele a que entienda que tomarla evitará un mal mayor como
podría ser un ingreso. En estos casos, durante un tiempo lo más aconsejable es
que usted se responsabilice de que el paciente no "olvide" sus
pastillas.
Actitud ante los síntomas psicóticos.
Los
pensamientos psicóticos (delirios y alucinaciones) suelen ser uno de los
síntomas que más preocupan a las familias de pacientes bipolares. Cuando el
paciente empieza a explicar sensaciones extrañas, interpretar la realidad de
manera diferente o inadecuada o bien comenta pensamientos desadaptados (la gente
le mira por la calle, tiene una importante misión que cumplir en la vida o
alguien quiere hacerle daño a él y/,o a los suyos) suele ser un indicador claro
de que el paciente presenta una recaída. En estos casos, la única solución
posible es consultar a su psiquiatra cuanto antes. No obstante, los pacientes
esquizoafectivos pueden presentar síntomas psicóticos con mayor frecuencia,
cuando aparentemente se encuentran compensados.
La familia, en
ningún caso ha de intentar convencer al paciente de que esos pensamientos son
falsos y tampoco ha de darle la razón porque de esta manera reforzaría el
discurso del paciente. La postura más adecuada es intentar cambiar de tema o no
responder al discurso delirante del paciente, a la espera de que el tratamiento
haga su efecto. Afortunadamente, existen medicamentos muy eficaces para ese tipo
de síntomas.
¿Hay motivos para ser optimista?
La
enfermedad, bien tratada, acostumbra a tener un pronóstico bueno. Aunque todavía
no es curable en el sentido estricto del término, sí es posible mantenerla
completamente asintomática en un gran porcentaje de los casos; en otros, el
tratamiento !a mitiga lo suficiente como para llevar una vida prácticamente
normal, aunque con algunas recaídas de vez en cuando; sin embargo, algunos
pacientes sufren una forma grave de la enfermedad que les impide una vida normal
y les incapacita para el trabajo. Cuando el paciente no sigue correctamente el
tratamiento, consume drogas y rechaza la existencia del trastorno, el pronóstico
es mucho peor. Algunas personas han aprendido a sacar provecho de la enfermedad,
desarrollando los matices de creatividad y liderazgo que puede comportar. Es
conocido que numerosos artistas, poetas, escritores y músicos han padecido esta
enfermedad. Entre ellos se encuentran, probablemente, Van Gogh, Lord Byron,
Blake, Shelley, Virginia Wolf, Hemingway, Schumann y Tchaikovsky. También
algunos líderes políticos, como CromweII o Churchíll, sufrieron de ciclotimia.
Es posible que la inestabilidad afectiva comporte una mayor sensibilidad y unas
vivencias más ricas que en personas con talento podría traducirse en creación
artística.
Es de esperar,
además, que los progresos de la investigación, por una parte, aportando nuevos
conocimientos y nuevos fármacos para el tratamiento de la enfermedad, y los
progresos sociales, por otro, facilitando la reintegración social y laboral de
quienes sufren este trastorno, culminen la progresión inequívocamente positiva
que ha seguido e! cuidado y apoyo a quienes padecen el trastorno bipolar, la
enfermedad de las emociones. Cinco consejos básicos:
1. Siga los consejos de su
psiquiatra 2. Tome correctamente la medicación 3. No consuma alcohol o
drogas 4. Aprenda a identificar los síntomas de recaída 5. Procure llevar
unos hábitos de vida regulares
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