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Paz y Ciencia

domingo, 1 de enero de 2012

Humanismo en Psicoterapia



Desde hace cinco décadas, la Psicología Humanista ha ido penetrando en forma muy significativa en los medios académicos, tanto de pregrado como de postgrado, a nivel teórico como a nivel práctico. Primero lo hizo más bien como protesta y alternativa de las dos corrientes clásicas en psicología: el psicoanálisis y el conductismo; después, presentando una visión integral, coherente y lógica, de la rica y compleja dotación del ser humano. Esta visión integral se ha ido consolidando con una firme fundamentación epistemológica de su enfoque y con el desarrollo y estructuración de metodologías y técnicas apropiadas y sensibles a lo más específicamente humano, como es la libertad, la conciencia, la creatividad, los valores y los sentimientos.
Este marcado enfoque epistemológico y metodológico llega hasta el punto de constituir un nuevo paradigma psicológico. Esto es debido a la convicción de que las diferencias entre las diversas orientaciones de la psicología actual arrancan de fuertes divergencias de naturaleza epistemológica y que sólo partiendo de esa base se puede llegar a una mayor unificación de la disciplina psicológica.
Hay que mencionar que la psicoterapia humanista se nutre de un humanismo filosófico, de una forma de entender la vida y el mundo. El humanismo también se ha llegado a asimilar a ciertas corrientes de ayuda de tipo cristiano.
Lo importante de este movimiento no solo es el enfoque de trabajo psicoterápico, los principios fundamentales éticos y prácticos sino también la inspiración y ligazón que existe con el movimiento de la antipsiquiatría. Como podemos saber, pocos o ningún autor se quiso identificar con ese movimiento influenciado por un ambiente de contracultura, reivindicación y cambios sociales profundos, así como crisis sociales. Las personas que trabajan con este modelo ponen en primer lugar la eticidad y el respeto al paciente antes que los dictámenes del establishment, un ejemplo, además de los citados en post anteriores es Thomas Szasz y el Psicoanálisis Humanista de Erich Fromm, que ha dejado huella en los terapeutas contemporáneos. Estas personas se han caracterizado por hablar claro, de manera independiente y respetando profundamente a los pacientes.
Esto suele ser la norma pero quizá demasiado a menudo encontramos con relatos de pacientes que han obturado sus esperanzas algunos terapeutas o que su praxis ha sido poco responsable. Este trabajo no es fácil, se movilizan emociones, sensibilidades y un mundo rico de sentimientos que configura un medio de trabajo donde hay que construir un espacio donde se puedan exponer las fuentes de dolor, de placer y reinvidicar de nuevo que es el vínculo entre el profesional y el paciente una parte importante del éxito del trabajo terapéutico.
Algo usual es lo que el bizarro Jacques Lacan denominó Sujeto supuesto Saber. El Psicoanalista no sabe nada del paciente si este no habla, en la medida en que la persona exponga sus sentimientos y pensamientos el terapeuta tendrá herramientas para poder ayudar con sus intervenciones al paciente.
La psicoterapia humanista tiene como una de sus obras clave "Psicoterapia centrada en el cliente", de Carl Rogers. Este señor nos invita a tomar una actitud no directiva, de escucha, de empatía, de mostrarse auténtico y genuino. Esto es, no mostrar esa cara impasible de algunos terapeutas que parece que ni sienten ni padecen ante el relato del paciente. La cercanía, la proximidad y la inmediatez son factores importantes. Rogers influyó en la elaboración de un libro relativamente actual que se titula "La entrevista motivacional", que se emplea, por ejemplo, en adicciones.
Recuerdo que contaminado por la ortodoxia psicoanalítica, un compañero me dijo que un día, tras tratar a una familia durante mucho tiempo llegaron los padres diciendo que el muchacho muy joven había fallecido en un accidente de tráfico. La desesperación de los padres y su llanto hizo que el profesional se levantara y llorara de manera espontánea ante la súbita pérdida. Quizá tuviera que haber mantenido una posición de contención de las emociones, pero por otro lado, tal vez fuese catártico para esos padres el poder compartir los sentimientos con aquel terapeuta y sentirle cercano e implicado. A veces se siente que no mostramos toda nuestra afectividad por miedo a la "seducción" o una actitud paternalista.
La mejor de las expresiones es aquella en la que el profesional mantenga su actitud de profesional pero que se la gane a cada instante de trabajo con el paciente. Nadie tiene el saber que "cure" al otro sin su colaboración. Todo esto se mantiene en un clima de respeto mutuo.

1 comentario:

Ana dijo...

Este post me pone triste, me hace darme cuenta que no expreso...