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Paz y Ciencia

martes, 10 de enero de 2012

El solitario que no quiere serlo

Existen personas que se acomodan en una vida solitaria, con cierto aislamiento. Pero siempre hay una tendencia social y una necesidad a encontrar algo más fuera. Dice Castilla que la intimidad es el primer núcleo de soledad. Él vivía entre libros y dando clases, seminarios y ejerciendo su práctica psiquiátrica. Él es un hombre que sabe mucho de soledad, desde su propia carne.
El solitario que no quiere serlo es el que llega a una situación de desarraigo por problemas familiares, sociales, personales y en buena medida en base a las circunstancias que le han tocado vivir. Este tipo de personas están enfadados con el mundo, frustrados consigo mismo y el hecho de que pocas personas les hayan validado, apoyado y amado deja una huella indeleleble en su psiquismo que se inserta en su identidad y autoconcepto. El vivir no es cosa fácil para muchas personas. Todos conocemos personas luchadores, que con situaciones difíciles han podido (y pueden) remontar para construir una nueva perspectiva del horizonte y una nueva visión de sí mismos. Una cuestión fundamental es que esa soledad produce cierto deterioro emocional, cierto desgaste y rompe los eslabones de la confianza. Así pues se desarrollan distintas patologías muy heterogéneas, en función de los atributos del sujeto singular que impiden desarrollar esa construcción de un nuevo proyecto vital o existencial. Dar un nuevo sentido a los mimbres de la persona, resignificar la historia del individuo y no victimizar son pasos esenciales para que esa persona pueda conseguir un objetivo que tal vez no esté claro ni definido. La nebulosa de su futuro y la oscuridad de su pasado tiñen de pesimismo y melancolía a la persona dejando que sus potenciales de salud se vean reducidos a casi, podríamos decir, entretenimientos para sentirse puntualmente vivo.
Pero esa sensación anhelada de que el día de hoy va a ser un día lleno de atractivos y vida resulta utópico. Hay que transmitir una esperanza real a esa persona y proyectarla hacia delante trabajando sus heridas, las intepretaciones de la realidad y reestructurando la manera de pensar. El plano de los sentimientos es algo que se va construyendo progresivamente en consulta porque estas personas han sido vilipendiadas y un profesional no deja de ser un posible "hacedor de daño". Por ello hay que desarrollar una alianza de trabajo fuerte y un vínculo emocional potente para ir situando dentro de esa urdimbre afectiva los fantasmas.

1 comentario:

Ana dijo...

Ese enfado con el mundo viene a ser como, una tirada de piedras a un muro enorme, firme, fijo. Sin darse cuenta que las piedras te las devuelve el mismo muro porque rebotan, porque al muro le dá igual como estés y cada vez se está mas cansada, cada vez pones mas ganas, cada vez en fin te agotas en nada, y decides hacer los tres muros que faltan para aislarse de eso contra lo que es el mundo. Pero llega el día que solo ves la luz, si miras hacia arriba, y decides abrir ventanas, para ventilar, y otro que abres una puerta de par en par y dices éste mundo SERA EL MIO. Sin darse cuenta que el mundo ya era tuyo con solo darte la vuelta.
Vivan los giros.