[330]
En la medida en que nos preguntamos por las intenciones de los demás para con nosotros, somos circunstancialmente paranoicos. Ocurre, sin embargo, que también cinrcunstancialmente dejamos de serlo. Pero en ocasiones persistimos en la paranoia.
[331]
El control de nuestras emociones debe tener como objeto impedir que una parte de nosotros, la emotividad, se enseñore de la totalidad de lo que somos.
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