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Paz y Ciencia

lunes, 9 de enero de 2012

¿Qué es la palabra fantasma?

Fantasma

Alemán: Phantasie. Francés: Fantasme. Inglés: Fantasy o phantasy. Término utilizado por Sigmund Freud, primero en el sentido corriente que tiene en lengua alemana (fantasía o imaginación), y después como concepto técnico, a partir de 1897. Correlativo de la elaboración de la noción de realidad psíquica y del abandono de la teoría de la seducción, designa la vida imaginaria del sujeto y el modo en que éste se representa a sí mismo en su historia o la historia de sus orígenes: se habla entonces de fantasma originario. En francés, la palabra fantasme fue creada por los primeros traductores de la obra freudiana, con un sentido técnico no relacionado con la palabra fantaisie. Deriva del griego phantasma (aparición; en latín se convirtió en fantasma) y del adjetivo fantasmatique, en otro tiempo cercano por su significación afantomatique (fantástico). La escuela kleiniana creó el término phantasy (phantasme) junto al de fantasy. Valiéndose de algunas declaraciones someras de Freud al respecto, la historia oficial durante mucho tiempo validó la idea de un abandono definitivo de la teoría de la seducción en 1897, por imposición de los hechos, en favor de una teoría del fantasma. No obstante, desde los Estudios sobre la histeria, Freud y Josef Breuer abordaron las manifestaciones fantasmáticas de las histéricas, y Breuer, más aún que Freud, al presentar el caso "Anna O." (Bertha Pappenheim), privilegia el registro de la imaginación, el de los fantasmas de su paciente, sin atribuir mucha importancia a los acontecimientos vividos. Varias cartas de Freud a Wilhelm Fliess atestiguan por otra parte la evolución de Freud acerca de esta cuestión. Por ejemplo, el 2 de mayo de 1897 observa que, si la estructura de la histeria está constituida por la reproducción de ciertas escenas, a veces, para llegar a ellas, es necesario pasar "por fantasmas interpuestos". En el Manuscrito M, del 25 de mayo, hay todo un párrafo dedicado a los fantasmas, considerados desde el punto de vista de su formación y su papel, y esto en términos cercanos a los que empleaba para hablar de los sueños. Este aspecto encontró su confirmación unos días más tarde en el Manuscrito N, donde el proceso de formación de los sueños se evoca como modelo de la formación de los fantasmas y los síntomas. En 1964, desde una perspectiva inspirada por esa tradición de la historia de las ciencias para la cual Alexandre Koyré (1892-1964), Gaston Bachelard (1884-1962) y Georges Canguilhem (1904-1995) ganaron sus títulos de nobleza, Jean Laplanche y Jean Bertrand Pontalis emprendieron la exploración de los fundamentos epistemológicos de ese momento clave del descubrimiento del psicoanálisis.
Releyendo la teoría de la seducción, estos autores demostraron que, más allá del registro empírico del trauma, para Freud se trataba ya de exponer la observación clínica de la represión y su acción privilegiada sobre la sexualidad. El abandono de la teoría de la seducción, lejos de abrirse automáticamente a una concepción acabada del desarrollo psicosexual, dejaba por el contrario a Freud un tanto desamparado. Él no lograba vincular la sexualidad infantil, el Edipo y el fantasma. Entonces, en los Tres ensayos de teoría sexual, y más aún en el artículo titulado "La sexualidad en la etiología de las neurosis", existió el riesgo de que Freud volviera a un anclaje biológico de la sexualidad. Para salir de esa aporía de oposiciones inconciliables -lo psíquico o lo biológico, lo real o lo imaginario, lo interior o lo exterior-, cuya persistencia implicaba la disolución silenciosa del registro del fantasma, Freud introdujo el concepto de realidad psíquica. La explicitación de ese concepto, sobre todo en La interpretación de los sueños, lo llevó a distinguir entre la realidad material, realidad exterior nunca alcanzable como tal, la realidad de lo que él llama Ios pensamientos de transición y ligazón", el registro de la psicología, por una parte, y por la otra la realidad psíquica propiamente dicha, núcleo irreductible del psiquismo, registro de los deseos inconscientes, de los cuales el fantasma es "la expresión última y más verdadera". "Vuelvo a pensamientos que he desarrollado en otros lados [en la parte teórica de La interpretación de los sueños]", escribe Freud en 1911, para introducir este concepto de realidad psíquica, lo cual le permite ampliar su concepción de la actividad psíquica más allá del eje exclusivo placer/displacer, y definir, junto a la represión, la noción discriminatoria de acto de juicio, distinguiendo, como "creación de fantasmas", la parte de la actividad psíquica que sigue siendo independiente del principio de realidad, sólo sometida al principio de placer. La partición que se organiza en el curso de la fase del autoerotismo entre pulsiones sexuales y pulsiones de autoconservación da testimonio del vínculo entre las pulsionos sexuales y el fantasma: "l_a prolongada persistencia del autoerotismo hace posible que la satisfacción fantasmática ligada al objeto sexual, inmediata y más fácil de obtener, se mantenga durante tanto tiempo, en lugar de la satisfacción real, pero que exige esfuerzos y aplazamientos". Más allá de las cuestiones de ortografía, para Freud sólo existe un solo concepto de fantasma.
Desde este punto de vista, la oposición kleiniana, sostenida y desarrollada por Susan Isaacs, entre phantasine (phantasy) inconsciente y fantasma (fantasy) consciente, es totalmente contradictoria con el pensamiento freudiano. En 1905, en los Tres ensayos de teoría sexual, el fantasma es postulado como correspondiente a las tres localizaciones de la actividad psíquica -consciente, preconsciente e inconsciente-, sea cual fuere la estructura psicopatológica considerada. Sin embargo, Freud distingue entre los fantasmas conscientes, los ensueños diurnos y las novelas que el sujeto se cuenta a sí mismo, y también ciertas formas de creación literaria, por un lado, y por el otro los fantasmas inconscientes, ensueños subliminales, prefiguración de los síntomas histéricos, concebidos no obstante en vinculación estrecha con los fantasmas conscientes. Estos dos registros de la actividad fantasmática se vuelven a encontrar en el proceso del sueño: el fantasma consciente participa de ese reordenamiento del contenido manifiesto del sueño que constituye la elaboración secundaria, y el fantasma inconsciente está inscrito en el origen de la formación del sueño. En 1915, en su artículo metapsicológico dedicado al inconsciente, Freud da una definición del fantasma que confirma sus concepciones precedentes: el fantasma es allí caracterizado por su movilidad; está presente como lugar y momento de pasaje desde un registro de la actividad psíquica a otro, y aparece entonces como irreductible a uno solo de esos registros, el consciente o el inconsciente. Ese mismo año, en oportunidad de un artículo dedicado a un caso de paranoia que parece contradecir la teoría psicoanalítica, Freud introduce el concepto de fantasma originario: "La observación del comercio amoroso entre los padres es una pieza que pocas veces falta en el tesoro de los fantasmas inconscientes que el análisis permite descubrir en todos los neuróticos, y verosímilmente en todos los hijos de hombres. A estas formaciones fantasmáticas, la de la observación del comercio sexual entre los padres, la de la seducción, la de la castración, y otras, yo las denomino fantasmas originarios..." De tal modo, Freud vuelve a una concepción bidimensional nunca abandonada y ya descubierta a propósito de los sueños típicos y de la simbólica de los sueños. Freud busca un origen para la historia individual del sujeto. Persigue, bajo otra forma, lo que estaba en cuestión a través de la teoría de seducción o la teoría del trauma. Pero al mismo tiempo examina la validez de un origen anterior al sujeto individual: un origen de la historia global de la especie humana.
Este fantasma de los orígenes, cuya búsqueda es omnipresente tanto en Tótem y tabú, en 1912, como en 1939 en Moisés y la religión monoteísta, lo lleva a retomar, suscribiéndola, la hipótesis filogenética atribuida a Ernst Heinrich Haeckel. La importancia de esta hipótesis, discutible y discutida, llega a su punto culminante con este texto metapsicológico, su "fantasía filogenética", hallada y editada por primera vez por llse Grubrich-Simitis, que ve en ella el intento teórico de integrar el origen traumático de la patología en el modelo fantasmático y pulsional. Además de la perspectiva kleiniana que, al privilegiar en la cura la realidad psíquica en detrimento de cualquier forma de realidad material, hace de la fantasía (phantasme) el lugar de intervención único del trabajo analítico, el concepto de fantasma ha sido objeto de un trabajo teórico esencial en la obra de Jacques Lacan. De manera general, Lacan adopta el concepto freudiano de fantasma, pero subraya muy pronto la función defensiva. En el seminario de los años 1956-1957, el fantasma es asimilado a lo que en adelante denomina una "detención en la irnagen", un modo de impedir que surja un episodio traumático. Imagen coagulada, modo de defensa contra la castración, el fantasma es no obstante inscrito por Lacan (diferencia fundamental con la perspectiva kleiniana) en el marco de una estructura significante, de modo que no se lo podría reducir al registro de lo imaginario. Más allá de la diversidad de los fantasmas de cada sujeto, Lacan postula la existencia de una estructura teórica general, el fantasma fundamental, cuyo "atravesamiento,´ por el paciente marca la eficacia del análisis, materializada en un reordenamiento de las defensas y una modificación de su relación con el goce. Desde la primera formulación, en 1957, del grafo del deseo, Lacan elaboró un matema de lo que él llama la lógica del fantasma. Se trata de dar cuenta de la sujeción originaria del sujeto al Otro, relación que traduce una pregunta imposible de responder: ¿Qué quieres? (Che vuoi?). El matema $ O a expresa la relación genérica, de forma variable pero nunca simétrica, entre el sujeto del inconsciente, sujeto barrado, dividido por el significante que lo constituye, y el objeto (pequeño) a, objeto inaprehensible del deseo que remite a una falta, a un vacío en el Otro. En su seminario de los años 1966-1967, Lacan desarrollará esta lógica del fantasma, expresión última de la lógica del deseo. También en ese momento Lacan da un giro decisivo en su trabajo hacia la formalización lógica y matemática del inconsciente.

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