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Paz y Ciencia

jueves, 28 de mayo de 2009

Robert Graves: Dioses y Héroes de la Antigua Grecia

El concurso de los comedores de carne
XXV
Zeus, adoptando la forma de cisne, se unió con la reina Leda de Esparta. Al cabo de un tiempo, Leda puso un huevo azul que contenía tres bebés, uno de los cuales llegó a ser Helena de Troya. Los otros dos fueron los llamados gemelos celestiales o dios-curos. Castor, el mayor, se haría famoso como domador de caballos y Pólux, el menor, en el pugilato. Entre ambos ganaron casi todas las pruebas de los juegos olímpicos y siempre se mantuvieron unidos.
Sus primos, Idas y Linceo, hijos gemelos de Poseidón, también se mantuvieron siempre unidos. Idas era un magnífico lanzador de jabalina y Linceo fue el hombre con la mejor vista del mundo. Podía ver en la oscuridad o localizar un tesoro enterrado, fijando su vista sobre la tierra. Linceo fue el primero en ver al jabalí de Calidón y dar la voz de alarma. Y durante el viaje de los argonautas, Jasón lo eligió para ser el vigía del Argos.
Las dos parejas de gemelos se llevaron bien durante la expedición de Jasón y durante la cacería del jabalí de Calidón, puesto que debían enfrentarse a un peligro común. Pero más tarde, Castor y Pólux robaron a las dos hermanas gemelas con las que estaban prometidos Idas y Linceo; las raptaron y se casaron con ellas. Esto hubiera significado una batalla, si Idas no se hubiera enamorado oportunamente de una chica llamada Marpesa y no le hubiese cedido encantado su antigua amada a Castor. Tiempo después, el dios Apolo intentó quitarle Marpesa a Idas y éste gritó:
—Quiero a Marpesa más que a mi propia vida, Apolo. Acepta batirte en duelo conmigo. No tienes derecho a robar las mujeres amadas de los hombres mortales sólo porque seas un dios.
Zeus admiró la valentía de Idas y sentenció:
—Que sea Marpesa la que elija entre Idas y Apolo.
Marpesa eligió a Idas, con esta explicación:
—Sería estúpido casarse con un dios. Me he fijado en que los dioses siempre abandonan a sus esposas mortales, en cuanto éstas se hacen un poco mayores. Pero Idas será mi esposo durante toda la vida. Así que elijo a Idas.
Linceo también encontró esposa y les dijo a los gemelos celestiales:
—Ahora todos podemos volver a ser amigos.
—¿Por qué no? —contestó Castor—. ¿Qué os parece si vamos a Arcadia, los cuatro juntos, y robamos ganado al rey Iaso?
—Podría ser divertido —aprobó Idas.
Al día siguiente, las dos parejas de gemelos robaron ciento una vacas del rey Iaso y derrotaron a los soldados que salieron a perseguirles.
De vuelta a casa, se detuvieron junto a un arroyo y Pólux preguntó:
—¿Cómo nos repartiremos el ganado de forma justa? Ciento uno no puede dividirse exactamente por cuatro.
Lo echaron a suertes y le tocó a Idas resolver el problema. Éste mató una vaca, la cortó por la mitad, asó ambas partes y, después, dijo:
—Propongo un concurso de comida. Esta mitad de la vaca es para Linceo y para mí; ésta otra para vosotros dos. Mirad, corto cada mitad en cuartos. De las cien vacas que quedan, cincuenta serán para el primero que se coma el cuarto que le toca y las otras cincuenta para el segundo. ¿Preparados? ¡A comer!
Castor y Pólux todavía no habían afilado sus cuchillos para cortar las tajadas de carne, por lo que Idas empezó con ventaja. Idas se tragó la carne con tal avidez, que se acabó su parte antes de que los otros tres apenas se comieran unos pocos kilos. Luego, también ayudó a Linceo a ingerir su cuarto.
—Hemos ganado todas las vacas entre los dos —anunció, limpiándose la boca con el dorso de la mano—. ¡Vamos, Linceo!
Castor y Pólux siguieron comiendo y, cuando terminaron sus porciones, fueron a Mesenia y protestaron ante los jueces de la ciudad:
—¡Idas empezó a comer antes de tiempo!
—Sí, y Linceo sólo se comió la mitad de su parte.
—En realidad, ninguno de los dos ha ganado.
Los jueces respondieron:
—Esperemos a que regresen Idas y Linceo, y entonces decidiremos. Están en la cima de aquella montaña, ofreciendo un sacrificio a Poseidón.
Castor y Pólux se marcharon enfadados y se escondieron en un roble hueco al pie de la montaña, con la intención de matar a Idas y a Linceo.
Pero Linceo tenía una vista tan aguda que, incluso desde el altar en la cumbre de la montaña, pudo ver a los gemelos celestiales a través del tronco del árbol.
—Apunta a aquel roble hueco —le susurró a Idas.
Idas cogió carrerilla y lanzó su jabalina, que se clavó en el roble y mató a Castor por la espalda. Pólux salió corriendo para vengar la muerte de su hermano gemelo y entonces Idas le arrojó parte del altar. Pólux, aunque malherido, consiguió alcanzar a Linceo con su lanza.
Luego, cuando Idas se inclinó sobre Linceo, para ver si la herida era mortal, Pólux se arrastró penosamente y los apuñaló a los dos hasta matarlos.
Pólux, entonces, rezó a Zeus:
—¡Padre, no permitas que me separe de mi querido hermano!
Estaba escrito que uno de los gemelos celestiales sería inmortal y el otro mortal. Pero Zeus hizo un trato con Hades y éste dejó que los dos se convirtieran en semidioses, lo que significaba que pasarían medio año en el Tártaro y seis meses en la Tierra.
Poseidón pidió entonces que el mismo honor les fuera concedido a sus gemelos.
—¡No! —dijo Zeus, orgulloso—. Porque mi hijo Pólux ganó el combate.

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