PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

sábado, 28 de febrero de 2009

La Niña de los Sueños

La Niña andaba entregada a sus ensoñaciones, acaso ahora más adaptada a la situación en la que vivía, había puesto al límite a su padre, probándole, y éste había correspondido. Ahora ella tenía una especie de novio de pocos años de edad cuya formación estaba empezando pero que tal vez pudiera salir al púlpito a orar sobre lo vivido en medio del mercado. Mundos diferentes, perspectivas distintas, opiniones divergentes, las de su familia, su educación y la de ese muchacho, que está entre ser un compañero de juegos y un novio. Ella no discernía qué es exactamente, cuál es su papel o cometido.
Ella estaba como casi siempre, enfadada, sin saber contra quién pero en todo caso con un odio dirigido por lo común hacia sí mismo, no obstante la presencia de ese muchacho en la casa le hacía habitar el perimundo y el intramundo de una manera más sosegada, ahora ya podía dormir, de vez en cuando y no se enfadaba tanto con su papá.
Las cosas cambiaban, por ejemplo el muchacho, quien empezaba a crear amistades con chicos "elitistas", tal y como ellos les llamaban. Estos señoritos querían ser abogados y cosas por el estilo. El muchacho se contentaba con poder comer mientras imaginaba un mundo distinto, ni mejor ni peor, tan sólo distinto, a cada paso, en cada momento, un lugar diferente en cada abrir y cerrar de ojos. Trataría de prestar atención si explicaban algo acerca de su finalidad.
Estaba muy contento, integrado, sus costumbres cambiaban, su paladar se iba afinando hacia otros alimentos distintos al pan y las patatas, sin embargo y afortunadamente para la Princesa, ella seguía viéndole como esos cuadros que tenía su papá de dibujos sencillitos, con mucho color y de maneras esquemáticas. Esos cuadros que su papá traía de otros mundos.
Menuda amalgama de diferencias y así se iba tejiendo un espacio común, donde en potencia poder crecer y desarrarse juntos, con la confusión de roles, de identidad, de no saber si la Princesa era hermana, novia o compañera de cole del muchacho, también pensaba que le estaba haciendo un favor. El muchacho no pensaba en eso, sólo pensaba en comer, en reirse y en el momento más presente.
Así transcurren los días en el hogar del Palacio, allí el muchacho empezó a escribir el "Libro de las Apariencias", un texto donde, como hiciera la Princesa en épocas anteriores él volcaba sus experiencias y proponía como podían ser las cosas mejores, al menos, de otro modo.

No hay comentarios: