PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

miércoles, 4 de febrero de 2009

Miedo al derrumbe, Pródromos y estados predelirantes

El miedo al derrumbe es un artículo de Winnicott, omnipresente en este espacio dedicado sobre todo a la Sociedad Británica de Psicoanálisis, de la que él fue presidente. Miembro del Middle Group, analista de grandes figuras del psicoanálisis y de personas muy enfermas, algunas analistas también, ejemplos fueron Guntrip y Margaret Little. Aún así su labor clínica y teórica es encomiable.
Pues en un artículo de Jarast recopiado en un libro, se habla del miedo al derrumbe como algo que teme el paciente y que ya ha pasado. Pasó cuando se sintió cayendo, deslizándose entre las manos de sus padres, entre las disputas de ellos, como un síntoma de un problema familiar o como cita Winnicott en otros artículos como efecto de la patología de los padres, depresiva o psicótica.
Hoy me preguntaba un varón por qué él y no sus hermanos ha sufrido tanto, también se considera un privilegiado por empezar a entender y dar sentido a lo que tanto tiempo ha sentido, el miedo a caer, a ser dejado caer entre las manos.
Esta persona no tuvo padres, tiene madre pero no en funciones, demasiado deprimida por la muerte de su marido es sostenida y mantenida por los hijos, él, hijo mayor carece de un sustrato de sostén, de confianza, de afecto y de Ley. Tiene un “Poco-Yo”, muñeco que ha pasado a formar parte improvisada de la trama cuando ha dicho que “le gustaría tener identidad”. Lo he puesto encima de la mesa y le he explicado que el golpe de una persona hizo tambalear al muñeco.
Pues bien, recuerdo a una mujer de edad avanzada, muy inteligente que está constantemente en una línea de flotación entre la locura y la salud. Acostumbra a presentarse como si todo marchara fenomenal de forma que parece que mágicamente, hablando y pensando en lo bueno, así parece que los sentimientos se transforman y lo persecutorio deja de existir. Hablábamos de Jhon Forber Nash, personaje que inspira la película “Una mente maravillosa”, dicho premio Nobel, matemático, galardonado por su contribución a la economía y muy querido en la Universidad ha podido recuperarse parcialmente de su esquizofrenia paranoide. Hace un par de años aproximadamente participó en unas conferencias de la Clínica López-Ibor. Él hablaba de los trastornos de pensamiento como un problema de software. Es matemático y pensar en lo emocional debe de dar miedo y resultar un terreno difícil para una persona tan inteligente y enferma.
El miedo al derrumbe decía Winnicott a Guntrip ya ha pasado, sucedió hace mucho tiempo y eso, si lo entrelazamos con Nash, pudo generar un problema en la programación del software de forma que el procesamiento de la información da lugar a falacias. Cuando esas falacias tienen lugar en el humano, básicamente irracional, los sentimientos que fueron forjándose en las primeras etapas, como diría Bowlby, Winnicott, Balint e infinidad de autores que tienen mucha clínica pediátrica, puede troquelar el sistema de apego del individuo, las relaciones objetales y esto liga el pensamiento con las emociones, dando lugar generalmente a un tono monocorde, de tipo depresivo, que acompaña a momentos de “trema”, estados predelirantes.
Les dejo con un artículo cuya reseña queda señalada al final del texto, es de exquisito gusto y sigue ilustrando este espacio con autores externos que dicen muy bien las cosas. Espero que les sea útil. Un saludos cariñoso. Rodrigo Córdoba Sanz.

--------------------------------------------------------------------------------

PRÓDROMOS Y ESTADOS PREDELIRANTES

revisión histórica

Autor:
F.J. Urquiza Morales

Unidad de Psiquiatría. Hospital Regional Carlos Haya. Málaga.

--------------------------------------------------------------------------------

Podemos decir que llegado el momento en el que el delirio aparece, la psicosis es ya antigua.

El delirio no es más que una Superestructura.

De Clérambault (1942)



Denominamos estado predelirante a los acontecimientos psicopatológicos que preceden inmediatamente al momento de la cristalización del delirio: alteraciones de la cognición, afectividad, conciencia y motricidad, solas o en combinación.

Hagen (1861): < El trastorno del afecto puede no ser reconocido, no sólo porque los enfermos puedan controlarse ellos mismos o porque los médicos no siempre investigan esta posibilidad con cuidado, sino porque la severidad del delirio, por sí misma, puede tender a enmascarar o distraer del afecto perturbado>. Se refería al " Wahnstimmung" o humor delirante.

La etapa que llamamos predelirante ha sido un tema tenido en cuenta por los distintos autores, pero que aún queda relegada a un estudio a posteriori, en tanto que de ella no se desprende una clínica visible para el investigador, siendo los síntomas propiamente psicóticos los que concentran la atención. Este hecho está sustentado a su vez, por la reticencia del enfermo a recordar este periodo, que muchas veces queda confuso en su memoria; saben todavía que han hecho esto o lo otro, pero ya no saben porque lo hicieron. Al final nos vemos obligados a hacer interpretaciones.



CONCEPTUALIZACIÓN POR LAS PRINCIPALES ESCUELAS PSIQUIÁTRICAS

Psiquiatría alemana

Griesinger (1861): Los estadios más tempranos de la locura consisten en un sentimiento de humor enfermizo, disconfort, opresión y ansiedad. Las nuevas percepciones e instintos mórbidos producen la disociación de la mente, un sentimiento de disociación de la personalidad y una sobreimplosión del yo. Bleuler (1906) también enfatizó la naturaleza afectiva de los estados predelirantes. El afecto anormal interrumpiría el procesamiento de la información y la cadena lineal del pensamiento lógico facilitando así, la formación del delirio. Confirió un papel especial a las fuerzas "catatímicas" y sugirió que el poder "transformador" del afecto alteraría muchas asociaciones. Jasper (1913), al referirse al Wahnstimmung, abordó la incomprensibilidad de la experiencia primaria, así como de la "atmósfera delirante", en el sentido de su inefabilidad y de la búsqueda de una concreción objetiva. Wetzel (1922) se refiere al humor delirante como "experiencia del fin del mundo": un estado afectivo especial de pronóstico siniestro. Mauz (1931) pensó que el estado predelirante estaba en relación con un trastorno de la conciencia y estaría acompañado por un sentimiento de hiperarousal debido a la vigencia de la "transformación del yo o aniquilación subjetiva". Lange (1942): . Störring (1944) lo englobó como un estadio, dentro del concepto de perplejidad, en el sentido de una experiencia inexplicable de ansiedad primaria que desaparecería cuando el enfermo logra una explicación y objetivación de sus sentimientos. Klaus Conrad (1958) realizó un análisis diacrónico de las etapas del desarrollo psicótico a partir del surgimiento del estado predelirante - trema - y su evolución final hacia un estado defectual. Kurt Schneider (1970), al igual que Lange, también estudió el vínculo entre el humor delirante y el delirio prestando especial atención a la congruencia, en el sentido de campo preparatorio, o incongruencia entre estos dos momentos.



Psiquiatría francesa

Moreau de Tours (1845) basándose en un trabajo experimental con el hachís, propuso que todas las formas, todos los accidentes del delirio en general, tienen su origen en , un fait primordial (excitación intelectual, disociación brusca o gradual de las ideas, y debilitamiento o ruptura del equilibrio entre los diversos poderes intelectuales), que reflejaba una que llevaba al desmantelamiento o desintegración del yo. "Es una désagrégation, una verdadera disolución del sistema intelectual". Ball and Ritti (1881) exploraron la patogénesis de la formación del delirio sugiriendo que resultaba de acompañada de síntomas vegetativos. Jules Cotard (1891) sugirió que ciertos estados de hipo o hipersensibilidad emotiva eran propicios para el desarrollo de delirios hipocondríacos. Para él, las alucinaciones no parecen contribuir de ningún modo en el desarrollo de esta clase de delirios. Magnan y Sérieux (1892) hablan del "período de incubación" refiriéndose al estado predelirante. Jules Séglas (1903) separó las ideas delirantes que eran simples y transitorias de los delirios propiamente dichos. Las primeras eran secundarias a . La enfermedad mental causaría una ruptura de las asociaciones normales lo que, junto con el desarrollo de imágenes anormales, facilitaría la liberación de ideas delirantes. Charles Blondel publica en 1914 su texto "La conscience morbide", donde desarrolla un modelo explicativo del origen de los delirios basándose en la hipótesis de que los estados predelirantes serían análogos al núcleo de las sensaciones propioceptivas conocidas en su tiempo como cénesthésie viscerale. El trastorno mental está vinculado a un incremento en cénesthésie, capturando la atención del individuo que súbitamente se da cuenta de que sus experiencias carecen de equivalente en la conciencia colectiva. Angelo Hesnard, en su obra de 1924, propuso cuatro estadios: pérdida del balance fisiopatológico , una sobreproducción endógena y desorganizada de experiencias afectivas, la formulación de cogniciones justificativas (como los delirios) y la manifestación total de la psicosis. El estado predelirante ocuparía los dos primeros estadios en los cuales el enfermo experimenta cambios corporales oscuros e inefables. Gaëtan Gatian de Clérambault, en los primeros treinta años del siglo XX, introduce el concepto de automatismo psicológico, como momento básico para todas las psicosis, que incluía trastornos orgánicos y cognitivos y podría considerarse como el fenómeno psicopatológico que subyace al estado predelirante. Desde el punto de vista clínico este automatismo puede expresarse por una serie de trastornos de conducta, de pensamiento, etc., y en un último momento por alucinaciones. Los delirios son siempre secundarios, ideicos tras el anideismo inicial, e interpretativos. También enfatizó el papel de las cenestopatías que incluían todo tipo de sensaciones interoceptivas y propioceptivas y constituirían el magma a partir del cual emergen las alucinaciones y los delirios. Se refirió al automatismo sensitivo, en el sentido de la irrupción en la conciencia de sensaciones primitivas e inefables que causarían perplejidad e incrementarían el establecimiento de la formación delirante. Targowla y Dublineau publicaron en 1931 su trabajo titulado L´intuition délirante donde, para explicar la generación de los delirios, proponían una combinación de factores orgánicos y de mecanismos intuitivos, concluyendo en lo que denominaron automatisme psychologique. El fenómeno clave en el delirio era la convicción delirante, que podría considerarse un fenómeno tan primario como la ansiedad. Jacques Lacan (1932) en su tesis doctoral sobre la paranoia analiza la formación de los delirios. Trató de identificar un - neurobiológico y psicológico - que pudiera facilitar la cristalización de las psicosis. Sugirió la existencia de un factor mórbido X que podría conducir al desarrollo de delirios y alucinaciones. Reconocía tres estadios en la evolución del proceso psicótico: agudo, afectivo y de consolidación; siendo los dos primeros asimilados al estado predelirante. Henri Ey (1900-1977). Retoma el concepto del fait primordial. Para Ey el delirio no es nunca primario, sino secundario a este hecho primordial. Éste hace referencia a estados de desorganización de la conciencia, a partir de los cuales se sistematiza el delirio.



Psiquiatría española

Marco Merenciano (1942) señaló, al relacionar el estado de ánimo esquizofrénico y el aura epiléptica, que aquél tiene todas las características de un aura que se prolonga monstruosamente. Bartolomé Llopis (1946,1969) defiende que en el origen de la psicosis - estados predelirantes - estarían unas sensaciones somáticas o corporales vividas por los enfermos en un contexto afectivo y donde participaría un estado previo de desestructuración de la conciencia. Cabaleiro Goas (1966) también defiende esta idea.



Psiquiatría inglesa

Mac-Curdy (1925) postuló que la fuente originaria, o estado predelirante, para la formación de los delirios era la perplejidad. El paciente trataría de encontrar una conceptualización o concreción de ese estado inefable asignándole un sentido con el fin de romper una espera angustiosa. Jelliffe (1931) habla de una serie de cambios motores peculiares podrían contribuir a la forma en la cual se desarrolla la Gestalt del mundo de estos pacientes. Inspirado en Schilder y Chapman, remarcó el papel tan importante que jugaría la motricidad y el campo de las imágenes en la formación del delirio: . Fenómenos como el blocking, que contienen entre otros un sentimiento de cambio en el movimiento, podrían se sumamente representativos: < Hechos observables en este estadio son la completa inmovilidad corporal, enmudecimiento, fijación visual y completa inatención aparente.



TRES AUTORES

Klaus Conrad

Klaus Conrad (1905-1961) fue profesor de psiquiatría y neurología, así como director de la Clínica Universitaria de Enfermedades del Sistema Nervioso en Göttingen. Discípulo de von Jauregg y Pötzl e influido por el pensamiento de Jackson, se sitúa en la línea más creadora de la fenomenología alemana (Jaspers y la escuela de Heidelberg ante todo), incorporando la psicología de la gestalt. En 1958 publica el libro La esquizofrenia incipiente. Intento de un análisis de la forma del delirio, donde centra su estudio en brotes esquizofrénicos recientes, seleccionando un numeroso grupo de sujetos relativamente homogéneo (soldados todos del ejército alemán) ingresados en hospitales militares (ambiente pues y modos terapéuticos semejantes).



Análisis Gestáltico del brote esquizofrénico

El autor describe cuatro fases en el brote esquizofrénico: trema, apofanía, anastrofé y consolidación. Comienza haciendo mención a las múltiples formas de comienzo de la enfermedad esquizofrénica. Habla de múltiples formas extrañas de conducta que se considerarán como pródromos o precursores, tales como: viajes inminentes e incomprensibles, de una extraña dedicación a escritos de tipo místico-religioso o antroposófico, de aislamiento y soledad, falta de tacto o desviaciones criminales, a la vez que critica el desconocimiento del periodo previo a esas conductas, la motivación, que el enfermo generalmente olvida y que el autor trata de descubrir en su muestra y al que llamará fase de trema. En su descripción de las fases del brote esquizofrénico habla de un periodo, uno o dos años, caracterizado por una ligera elevación de la tensión, en el sentido de una presión y de la insinuación de barreras que obligan a un cambio de dirección. Después, se produce un aumento de la tensión en el campo y, finalmente, la vivencia de la de algo.



EL TREMA. Una descripción fenomenológica.



1.- Conductas

El periodo comenzaría con un aumento subjetivo de presión en el entorno, que, ante una situación estresante, llevaría al paciente a realizar conductas del tipo de faltas contra la autoridad, tras las cuales, debido a las consecuencias, vendría una mayor sensación de presión, esta vez objetiva. Ante este aumento de presión, en condiciones normales, el sujeto puede defenderse, pero, como en los sujetos en observación por el autor, hay circunstancias que hacen esto imposible, como es el ejercito, apareciendo entonces "barreras" que bloquearían el campo del individuo e impedirían drenar esta tensión. A partir de entonces, el enfermo protagoniza actos que se salen de la normalidad, conductas sin sentido, en tanto que un sujeto normal siempre encuentra formas para liberar esa tensión. La diferencia en la resolución la encuentra el autor en ese aumento de tensión que precedía a todo el episodio y que se encuentra en el futuro psicótico, llamándola "afectividad basal" aumentada. Ésta haría que el enfermo no se "ajustara a las reglas del juego" y se modificase su visión del entorno, resultando la destrucción total de la estructura de la situación como única posibilidad de acabar con el aumento de la tensión.

Afectividad basal
aumentada situación estresante:
aumento de la tensión destrucción total
de la estructura de
la situación rotura de barreras: conductas sin sentido



2.-La depresión inicial

El aumento de la afectividad basal puede alcanzar grados enormes, y entonces aparece generalmente con el colorido de la angustia, que puede crecer hasta la angustia de muerte, o bien con el colorido de la depresión, melancolía con tedio vital, pero sobre todo con la tonalidad de la culpa.

La topología del campo de la vivencia de la culpa se caracteriza por el abismo que separa el lugar en que se encuentra el culpable del lugar en el que están los otros. En el enfermo esta culpa nació de forma patológica y constituyó lo que antes se llamaba "delirio de pecado". Este abismo separador se presenta inexorable para el enfermo-culpable, siempre presente, imposible de olvidar durante un solo instante. Ya nunca puede ver las cosas como las ven los , la transposición se ha puesto en cuestión, nota con tristeza que ha perdido la posibilidad del , no puede cambiar el sistema de referencia. Se ha producido lo que se dio en llamar "espasmo de la reflexión.

Debido a esto, muchos esquizofrénicos comienzan con depresión, inhibición, incapacidad de decisión, de que no se puede participar en la conversación, de que se siente oprimido, malhumorado, de no poder quitarse de la cabeza las ideas de suicidio, de sentir una debilidad de la voluntad paralizante. Más raro es el comienzo con desinhibición eufórica maníaca.



3.- Factores

El autor establece la discusión sobre si es necesaria una situación de conflicto para que se desarrolle directamente a partir de ella la psicosis esquizofrénica (anacoresis del de Winkler). Defiende que también es posible el desarrollo sin encontrarse ante una decisión. Tal es el caso del contexto militar, en el que el soldado no necesita tomar decisiones, se decide por él; situación en la que muchos hombres de encuentran a gusto: huida de la libertad de las decisiones (Sartre).



4.- La desconfianza

La estructura del campo del que desconfía se caracteriza también por un aumento de la afectividad basal, con sus efectos de barrera, se pierde la neutralidad del fondo. Lo que nos mueve no es lo que hacen o dicen los demás, sino lo que no hacen o dicen a nuestras espaldas, lo que pretenden hacer.

En el enfermo es difícil diferenciar donde acaba la desconfianza y donde empieza el delirio. El límite estaría en el mismo momento en el que el enfermo ya no es capaz de aquella transposición. Él no sabe que ha perdido la transposición.



5.- El humor delirante

El humor delirante marca justamente el límite característico entre la vivencia normal y la delirante. Es una sutil , (Jasper) . El enfermo no encuentra palabras para definirlo. Es el conjunto de pequeñísimos rasgos imperceptibles del campo circundante, la fisonomía de la situación, lo que ha adquirido un nuevo y extraño.

Dice el autor, es la puesta en cuestión de la propia existencia, que enlaza con el problema del y del . El enfermo mental vive desde entonces en su propio mundo, la estructura de sus vivencias ha cambiado.



"Mientras que el ciego es capaz de realizar la al mundo de luz de los otros y así darse cuenta de que está ciego, tal ya no le es posible al enfermo delirante. Precisamente en esto radica la esencia del delirio."



Henri Ey



En su tratado de psiquiatría habla de las distintas formas de comienzo posibles en la Esquizofrenia, cómo modelo de psicosis delirante crónica y que podemos tomar aquí como referencia al estudio del periodo inicial de la psicosis. Al hablar de la etiopatogenia defiende que la predisposición genética es segura, aunque muy compleja, y que interviene de forma variable según los casos. Además de herencia y ambiente, habría un tercer factor: el tiempo, es decir, el momento en que los factores ambientales comenzarían a actuar sobre los factores herodogenéticos. Retoma también el autor los conceptos de biotipo y psicotipo, como bases sobre las que se produciría el trastorno mental:

El biotipo predisponente (Kretschmer), sería el leptosómico o longilíneo asténico: estructura vertical, esqueleto grácil, silueta esbelta, tono ortosimpático débil, con reacciones lentas y prolongadas; hipotensión, lentitud de los intercambios; hipoglucemia, tendencia hipertiroidea-hipogenital, frecuencia de las reacciones alérgicas, de la tuberculosis, del ulcus gástrico, de la enfermedad de Basedow, de las afecciones renales, de la hipertensión tardía, etc. Este tipo humano corresponde al "nervioso" de Hipócrates, al "cerebral" de la tipología francesa, al "longilíneo asténico" de la escuela italiana, al "ectomórfico" del Sheldon, al "nervioso débil" de Paulov.

El psicotipo predisponente: corresponde al tipo introvertido de Jung (1907) y al tipo esquizotímico de Bleuler (1920), designando un tipo de carácter normal, de humor retraído, hipersensible, de apariencia fría, que tiende a la inhibición, pero que se libra a descargas impulsivas inadecuadas. Son seres meditativos, sistemáticos, abstractos, obstinados y soñadores. De la esquizotimia se puede pasar a la esquizoidia, carácter ya patológico, en el que le humor retraído se convierte en aislamiento, mientras que la inhibición y la impulsividad terminan en la desadaptación social, y la meditación profunda, la tendencia al sueño y a la abstracción se convierten en espíritu de sistematización, en racionalismo mórbido y en idealismo rígido. Para Alanen y M. Bleuler este carácter sería más bien adquirido por la influencia del medio familiar.



El comienzo. LA ESQUIZOFRENIA "INCIPIENS"

Comienzo polimorfo y sin síntomas patognomónicos. Es sobre todo por la organización progresiva de los trastornos, por su movimiento evolutivo, como se reconocerá el proceso esquizofrénico en vías de formación. El clínico experimentado "huele" (Minkowski y Rümke) esta cualidad especial del cuadro clínico, pero es prudente no formular el diagnóstico más que después de una larga observación.

Formas de comienzo de la enfermedad



1.- Carácter preesquizofrénico y las formas progresivas de comienzo.



a) La preesquizofrenia. Organización caracterológica de la personalidad, en la cual se adivinan ya los rasgos que, al agravarse, van a convertirse en "esquizofrénicos". Dos tipos:

- La esquizoidia evolutiva. Acentuación progresiva del carácter esquizoide. Consiste en el debilitamiento de la actividad, caracterizado por la "pérdida de la rapidez" del alumno que era bueno, su desinterés, sus callejeos, su desidia, el abandono del trabajo o los repetidos cambios de empleo. Modificación del la afectividad: el sujeto se retrae sobre sí mismo, parece falto de atención e indiferente a las penas y a las alegrías (atimormia de Dide y de Guiraud). Este comportamiento finaliza en actitudes de enfurruñamiento, de displicencia, a menudo entrecortadas por actos, ideas o sentimiento paradójicos (un súbito interés por la filosofía, por el teatro, por la política o por los medios excéntricos). La hostilidad hacia la familia es constante, revela un conflicto entre tendencias (fijación-aversión) que anticipa la ambivalencia del período de estado. Las modificaciones que sufre el carácter sorprenden a los que rodean al enfermo. Ya sea la acentuación progresiva de la tendencia al aislamiento y a la ensoñación, que le lleva a ser un "salvaje", un huraño, o a posiciones originales caricaturescas, o bien desconcierta por el "cambio" experimentado por un sujeto, hasta entonces taciturno y pasivo, que afirma su agresividad oponiéndose a todo y a todos.

- La etapa de neurosis prepsicótica. La esquizofrenia puede tomar el aspecto de una neurosis más o menos próxima a la histeria y que evoluciona por brotes. Es en estos casos en los que Claude ha hablado de esquizosis y de crisis esquizomaníacas. Menos frecuentes son las formas obsesivas o las neurosis de angustia.

- Podemos hablar de una tercera forma: la heboidofrenia de Kahlbaum. En sujetos jóvenes se instaura un comportamiento de oposición a la familia y a la sociedad que hace que sean considerados como psicópatas perversos. Pero la existencia de trastornos del curso del pensamiento, de fases depresivas que bordean el estupor, de fases de excitación que comportan experiencias delirantes, muestra que esta impulsividad maligna evoluciona en el sentido de la disgregación.



b) La invasión progresiva del delirio. Constitución lenta y más a menudo por brotes, del delirio alucinatorio con tema de influencia. El delirio indica la "fisuración del Yo": ésta se percibe en la perturbación, a veces mínima, del contacto con el psiquiatra (tiempo de latencia antes de la respuesta, actitud de rechazo, de desconfianza, de ocultación, de distracción, de ensoñación, etc.). Con frecuencia, las "ideas delirantes" parecen brotar sin razón, ni motivo, ni condición y el síndrome de automatismo mental se instala con sus fenómenos alucinatorios (eco y robo del pensamiento sobre todo). La idea delirante puede estar apenas expresada, vaga, oculta, o por el contrario ser repentina o aislada, correspondiendo al fenómeno primario del delirio, según la escuela de Kurt Schneider. Más a menudo, se desarrolla un verdadero sistema ideológico que mezcla sus especulaciones abstractas con las interpretaciones e intuiciones delirantes. Puede verse entonces al enfermo recorrer los círculos esotéricos, entregarse a investigaciones misteriosas, cogitar sistemas de reorganización cósmica, crear religiones, dedicarse a experiencias espiritistas, etc. En su mínimo grado, estas formas constituyen el "racionalismo mórbido" de E. Minkowski, caracterizado por la tendencia a la racionalización sistemática y fría de todos los acontecimientos y de todas las relaciones interhumanas.

A veces la evolución delirante es menos lenta y más estrepitosa, estallando por medio de experiencias alucinatorias o de despersonalización, o bajo la forma de intuiciones que parecen irrumpir en una conciencia clara. Se adivinan las alucinaciones por su actitud de escucha, por los silencios o por las cóleras que intercala en su discurso. Además, a veces el delirio se manifiesta a través de las rarezas en el comportamiento, de los cambios de empleo o de lugares, de la huida ante los perseguidores y sus diabólicas maquinaciones.



2.- Comienzo por estados psicóticos agudos.



Se sitúan entre el 30 y el 50 % de las forma de comienzo.

Crisis delirantes y alucinatorias agudas. A veces la psicosis estalla en forma de un brote delirante que seguirá una evolución esquizofrénica. Los elementos semiológicos serían: importantes alucinaciones psíquicas, el síndrome de automatismo mental (eco y robo del pensamiento, síndrome de influencia), las expresiones raras y abstractas del delirio, la falta de conciencia de la enfermedad, el dogmatismo de las creencias delirantes y, por el contrario, la ausencia o el débil grado de los trastornos de la conciencia.

Estados de excitación maníaca. Con clínica de una manía franca aguda (fuga de ideas, juego, proyección en el ambiente, expansividad, etc.) pero con caracteres atípicos de los estados de excitación maníaca que indican una evolución esquizofrénica (elementos de discordancia, fenómenos catatónicos, frases abstractas, introversión, etc.)

Estados depresivos. En forma de crisis atípicas de melancolía, con un grave estado de angustia, culpabilidad sexual, alucinaciones, ideas de suicidio, ambivalencia, etc., siendo difícil saber si curará o evolucionará hacia la esquizofrenia.

Estados confusooníricos. En forma de psicosis confusionales con onirismo y estados crepusculares oniroides, que a veces son etiquetados de reacciones exógenas o de psicosis toxiinfecciosas.



3.- Las formas de comienzo cíclicas.



Formas de comienzo por asaltos progresivos, sobre un fondo de carácter esquizoide o esquizoneurótico, durante los 2 o 3 primeros años de la esquizofrenia. Suelen ser accesos catatónicos o delirantes repetidos, estados crepusculares histeriformes, o crisis "esquizomaníacas, en las que destaca el enojo, la ensoñación y el negativismo. Se ha observado que es después de la tercera crisis de este género cuando se instala la evolución crónica (Mauz).



4.- Formas monosintomáticas.



Las más dramáticas son las que están constituidas por los famosos "crímenes inmotivados" de los esquizofrénicos. Estos enfermos matan ya sea a su padre o a su madre, ya sea a un desconocido, sin poder dar una explicación de su acto. Se incluyen también bruscos desenfrenos sexuales, agresiones absurdas, fugas, enclaustración, tentativas de suicidio o de autocastración. El carácter enigmático de estos actos impulsivos resulta lo suficientemente evidente para que, en la mayoría de los casos, se imponga el diagnóstico de esquizofrenia.





Germán E. Berrios

MODELO DE FORMACIÓN DE SÍNTOMAS

Berrios establece la hipótesis de que el estado predelirante es una experiencia homogénea que, al inicio, es la expresión de la alteración en un módulo cerebral específico. Considera que este estado constituye una forma de magma primordial o matriz patológica (primordial soup) a partir de la cual, y dependiendo de ciertas reglas de codificación, se formarán los delirios. Este modelo sostiene que los síntomas son de un cambio estructural subyacente. Habla de un modelo de formación en cascada que puede seguir varia vías:

vía (a): Las señales nerurobiológicas parten de un locus cerebral perturbado, atraviesan la barrera de la conciencia y originan un contenido experiencial precognitivo en estado rudimentario, el magma primordial. Cada nuevo aporte de magma primordial activa una serie de procesos de reconocimiento y construcción que pueden devenir en un concepto - C(a) - y ulteriormente, en un acto de habla o conducta - síntoma (a) - que puede ser interpretado por el clínico como un síntoma. En la formación del síntoma intervienen factores de tres tipos:

· dependientes de la señal cerebral (localización, naturaleza e intensidad).

· información, memorias, inteligencia y conocimientos del paciente.

· dependientes del interlocutor clínico.

El delirio ya formado está desprovisto de la información del locus cerebral que lo promovió.

vía (b): Algunos síntomas no llegan a penetrar la barrera de la conciencia, como trastornos formales del pensamiento, incoherencia verbal o neologismos (el enfermo no manifiesta "tengo incoherencia verbal". No pasan el magma primordial.



vía (c): Los síntomas son secundarios a procesos de elaboración que operan sobre constructos primarios. P. ej. , ansiedad "reactiva" a pseudopercepciónes terroríficas.



vía (d): El magma carece de conceptualización y aparecen síntomas no codificados, "no existen" para el observador.





CONCEPTUALIZACIÓN DEL ESTADO PREDELIRANTE

· Estado predelirante como trastorno de la cognición.

El componente primario del estado predelirantes es una cognición intrínseca con un núcleo, una pregunta a la que el enfermo debe responder creando así el delirio. El acto cognitivo consiste en percibir el mundo y el yo como extraños, y esto culmina en un acto verbal declarativo. El enfermo psicótico se comportaría de forma análoga a un "científico" o "teórico normal" que elabora hipótesis acerca de sus contenidos cognitivos.



· Estado predelirante como trastorno del afecto.

Bleuler sugería que el "poder transformador" del afecto rompe las asociaciones y supera la lógica. Habla también de la predisposición y la desconfianza del individuo. El humor delirante fue defendido por Lange y Schneider, aunque este último menciona que no es preciso que coincidan, en cuanto a tonalidad afectiva, el humor delirante y la percepción delirante. El primero siempre precede a la segunda, pero ésta no es derivable de él; sería pues, un estadio previo. Wetzel habla de las "experiencias del fin del mundo" en el esquizofrénico, como un estado afectivo especial, un "presagio siniestro". Conrad considera de naturaleza afectiva predominante al estado predelirante, incluido en la fase de trema. Además el trema puede tomar el carácter de una depresión endógena. Jasper decía que los enfermos sufren horriblemente y ya la adquisición de una representación determinada es como un alivio.



· Estado predelirante como trastorno de la conciencia.

El déficit en alguna de las dimensiones de la conciencia podría romper el procesamiento de la información - captura, búsqueda y organización - acerca del mundo, el cuerpo o el yo. Mauz enfatiza en el hecho de que el estado predelirante puede acompañarse con un sentimiento de "lucidez e incremento de la conciencia". Cabaleiro Goas piensa que en lo que se llama humor delirante existe algo más que un simple estado de ánimo alterado. En él se da un trastorno de la conciencia que conduciría a un sentimiento de angustia y perplejidad. Henri Ey mantuvo que el estado predelirante era un reflejo de los trastornos sutiles de la conciencia que llamo "reorganización de los límites de la realidad".



· Estado predelirante como trastorno de la motricidad.

Lenguaje, posturas motoras y estereotipias se presentan alteradas al observador, como reflejo del síndrome de perplejidad del paciente. Esta perplejidad desaparecería cuando encuentra un delirio que "explica" sus sentimientos.



Referencias bibliográficas:



· La esquizofrenia incipiente. Klaus Conrad. 1ª edición en Archivos de Neurobiología, 1997.

· Tratado de Psiquiatría. Henri Ey.

· Delirio. Historia clínica metateoría. G. E. Berrios, F. Fuentenebro de Diego. Edit. Trotta,1996.



Como citar esta conferencia:

Urquiza Morales, FJ. PRÓDROMOS Y ESTADOS PREDELIRANTES. revisión histórica. Congreso Virtual de Psiquiatría 1 de Febrero - 15 de Marzo 2000 [citado: *]; Conferencia 4-POS-B: [25 pantallas]. Disponible en: http://www.psiquiatria.com/congreso/mesas/mesa4/poster/4_pos_b.htm
* La fecha de la cita [citado...] será la del día que se haya visualizado este artículo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Importantísimo todo su contenido, también abrumante.