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Paz y Ciencia

viernes, 17 de diciembre de 2021

Breve y Atinado. Alan Watts

 


Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Zaragoza Gran Vía Y Online. Teléfono: (34) 653 379 269.                  Webmaster: www.rcordobasanz.es.            Instagram: @psicoletrazaragoza

1- Nuestro tiempo es una era de frustración, ansiedad, agitación y adicción a los narcóticos. De alguna manera hemos de aferrarnos a lo que podamos mientras podamos, e ignorar el hecho de que todo es fútil y carente de sentido. A esta manera de narcotizarse la llamamos nuestro alto nivel de vida, una estimulación violenta y compleja de los sentidos, que nos hace progresivamente menos sensibles y, así, necesitados de una estimulación aún más violenta.

2- Anhelamos la distracción, un panorama de visiones, sonidos, emociones y excitaciones en el que debe amontonarse la mayor cantidad de cosas posible en el tiempo más breve posible. Para mantener este «nivel», la mayoría de nosotros estamos dispuestos a soportar maneras de vivir que consisten principalmente en el desempeño de trabajos aburridos, pero que nos procuran los medios para buscar alivio del tedio en intervalos de placer frenético y caro. Se supone que esos intervalos son la vida real, el verdadero objetivo que tiene el mal necesario del trabajo. O imaginamos que la justificación de ese trabajo es formar una familia para que siga haciendo lo mismo, a fin de poder crear otra familia..., y así ad infinitum.

3- La persona caracterizada por su reciedumbre, por su carácter aguerrido, es siempre, por así decirlo, un suicida parcial; parte de sí mismo está ya muerta.

4- Para que el animal sea feliz le basta que pueda disfrutar del momento presente, pero el hombre difícilmente se siente satisfecho con eso. Le interesa mucho más tener recuerdos y expectativas placenteros, sobre todo las últimas. Cuando los tiene asegurados, es capaz de soportar un presente en extremo desgraciado. Sin esta seguridad, puede ser extremadamente desgraciado en medio de un placer físico inmediato.

5- Resistirse al cambio, tratar de aferrarse a la vida, es, pues, como retener el aliento: si persistes, te matas.

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