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Paz y Ciencia

miércoles, 1 de julio de 2020

Jiddu Krishnamurti: La mente silenciosa



LA MENTE SILENCIOSA

 

¿Qué es la realidad? ¿Qué es Dios? Dios no es la palabra, la palabra no es la cosa. Para conocer aquello que es inconmensurable, que no pertenece al tiempo, la mente debe estar libre del tiempo, lo cual significa que la mente debe estar libre de todo pensamiento, de todas las ideas acerca de Dios. ¿qué sabéis acerca de Dios o de la verdad? Vosotros, de hecho, nada sabéis acerca de esa realidad. Todo lo que sabéis son palabras, las experiencias de otros o algunos momentos de experiencias propias más bien vagas. Eso, con seguridad, no es Dios, no es la realidad; eso no está fuera del ámbito del tiempo. Para conocer aquello que está más allá del tiempo, debe comprenderse el proceso del tiempo, que es el pensamiento, el proceso de llegar a ser algo, la acumulación de conocimientos. Este es todo el pasado de la mente; la mente misma es el pasado, tanto la consciente como la inconsciente, la colectiva y la individual. La mente, pues, debe estar libre de lo conocido, lo cual significa que la mente debe estar en completo silencio, no ser forzada al silencio. La mente que logra el silencio como un resultado, como consecuencia de una acción determinada, de la práctica, de la disciplina, no es una mente silenciosa. La mente forzada, dominada, moldeada, encuadrada y mantenida en silencio, no es una mente serena. Puede que durante un tiempo consigáis forzar la mente a estar superficialmente en silencio, pero una mente así no es una mente serena. La serenidad sólo llega cuando comprendéis el proceso del pensamiento en su totalidad, porque comprender el proceso es darle fin, y al cesar el proceso del pensamiento, empieza el silencio.

 

Sólo cuando la mente está e completo silencio, no únicamente en el nivel superior sino radicalmente, en su totalidad, tanto en el nivel superficial como en los más profundos de la conciencia, tan sólo entonces puede llegar lo desconocido. Lo desconocido no es algo que la mente pueda experimentar; sólo puede experimentarse el silencio, nada más que el silencio. Si la mente experimenta algo que no sea el silencio, no hace más que proyectar sus propios deseos; y una mente así no está en silencio. Mientras la mente no esté en silencio, mientras el pensamiento en cualquier forma, consciente o inconsciente, esté en movimiento, no puede haber silencio. El silencio es liberación del pasado, de los conocimientos, de los recuerdos conscientes y de los inconscientes; y cuando la mente está silenciosa del todo, inactiva, cuando en ella reina un silencio que no es producto del esfuerzo, sólo entonces lo atemporal, lo eterno, puede surgir. Este estado no es un estado para recordar; no hay entidad alguna que recuerde, que experimente.

 

Por lo tanto Dios, o la verdad, o lo que sea, es algo que se crea de instante en instante; y esto ocurre únicamente en un estado de libertad y espontaneidad, no cuando imponemos una disciplina a la mente de acuerdo con una norma. Dios no es cosa de la mente, no surge mediante la proyección de uno mismo; sólo llega cuando hay virtud, es decir, libertad. La virtud es enfrentarse con el hecho de lo que es, y el enfrentarse con el hecho es un estado de bienaventuranza. Sólo cuando la mente está dichosa, serena, sin ningún proceso de sí misma, sin la proyección del pensamiento, consciente o inconsciente, sólo entonces se manifiesta lo eterno.


Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Zaragoza

Teléfono: 653 379 269

Instagram: @psicoletrazaragoza

Página Web: www.rcordobasanz.es

 


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