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Paz y Ciencia

martes, 7 de julio de 2020

La Rueda del Dharma




Los budistas a menudo hablan del dharma, una palabra sánscrita difícilmente traducible que frecuentemente es dejada tal cual en occidente, pero que podría vagamente reflejarse como “enseñanza”. El dharma es uno de los Tres Tesoros o Tres Joyas del budismo: El Buda (El despertado), el dharma (la enseñanza) y la sangha (la comunidad).
En su contexto indio primitivo el dharma designa a la vez la ley, el orden, la condiciones pro igualmente el deber y la buena conducta. En una perspectiva budista la significación de este término se modifica en una doble dirección. De entrada designa la condición de la existencia en un sentido amplio. Se habla de los dharma (en plural), dicho de otra manera, los diferentes fenómenos físicos o mentales experimentados. La lista más común cataloga cien dharma que recubren la totalidad de estos fenómenos. Pero nuestra existencia está lejos de la abstracción de listas y catálogos y podría simplemente volcarse dharma como “la vida”. La enseñanza del budismo empuja en la vida para volver sin cesar a ella, ensancharla y despertarla. El dharma designa de esa forma, en las tradiciones budistas, el conjunto de enseñanzas y métodos disponibles.
El dharma reúne siempre estos dos sentidos, la vida y la enseñanza de la vida. En esta perspectiva que une la vida y su enseñanza, estudiar el dharma significan pues estudiarse a si mismo, y todos los métodos y enseñanzas budistas que nos invitan a esclarecer la existencia. El estudio del dharma no es la adquisición de un saber sino la trasformación de la propia vida, incluso si el estudio también pasa, concretamente, por la profundización de los textos y las escrituras.
El Zen a presentado el dharma de una forma original y posee sus propias enseñanzas, que son de gran riqueza. Si hoy en día un estudiante de vida busca entrar en esta tradición cuatro aspectos de su enseñanza parecen tener, de entrada, que ser estudiados. Se podrían seleccionar otros, pero estos son los más esenciales pues forman las puertas de entrada de esta tradición; se trata del espíritu del despertar, de la relación maestro-discípulo, de la meditación y de los preceptos. Para el Zen es por un estudio real de estos cuatro aspectos del dharma que se entra en la profundidad de la vida.


El espíritu del despertar

El espíritu del despertar, bodhicitta en sánscrito, designa la aspiración fundamental de todo ser a la trascendencia. Este espíritu que se trata de “desplegar”, según la expresión usual, está en el centro de la práctica. Sin este espíritu no puede haber un estudio vivo y real.
El estudiante de vida puede leer el famoso Bodhicayâvâtara (“La conducta hacia el despertar”), el vibrante himno de Shantideva (ss. VIII), que presenta este espíritu en la forma que le da primitivamente el budismo indio; como una doble aspiración al despertar y al bien de todos los seres. Este texto abundantemente utilizado en las tradiciones tibetana a sido traducido numerosas veces. Se puede igualmente consultar el Lam-rim-chen-mo (“El gran libro de la progresión hacia el despertar”) de Tsongkhapa (ss. XIV), un texto fundamental de la tradición Gelugpa que le consagra largos desarrollos.
Las tradiciones chinas y japonesas presentan el espíritu del despertar de una manera algo diferente al budismo tibetano. En la tradición Zen, Dôgen (ss. XIII) a redactado numerosos textos específicos: HotsubodaishinHotsumujôshin, “El despliege del espíritu supremo” y Dôshin, “El espíritu del despertar”, pero estos textos son algo difíciles.

La relación maestro-discípulo

En el Zen, igual que en el budismo tibetano, la relacion de maestro a disípulo, todavía tan mal comprendida en occidente, es esencial. “Sin maestro es inútil meditar”, dice incluso Dôgen. El maestro de desvela bajo tres aspectos; como un guia (el maestro de aprendizaje), como un testimonio (demuestra que el dharmaestá vivo) pero sobre todo como alguien que despierta (conduce a la conversión del corazón).
En la tradición del Zen no existe un libro específico sobre esta relación aunque Dôgen aborda esta dimensión esencial del aprendizaje en su Gakudô yôjin shû, “Compendio de punto a observar en la práctica de la vía” así como en el Shôbôgenzô Zuimonki, “A la escucha del Shôbôgenzô” que se puede leer o releer para este caso.
El estudiante de vida podrá igualmente leer el Gurupancashika(“Las cincuenta estrofas de devoción al maestro”), un clásico del budismo tibetano, traducción de un texto indio de Asvaghosha. Así como en Chögyam Trungpa, El mito de la libertad, en el cual el capítulo 7 está consagrado a esta relación. El Zen no diría otra cosa que lo que dice Chögyam Trungpa.
En un contexto exterior al budista se puede igualmente consultar el excelente Lecciones de los maestros del escritor y filósofo George Steiner que evoca los posibles choques y bondades de esta relación.

La meditación

El dharma es la enseñanza de la liberación. En el Zen la meditación no es un metodo o una técnica,  sino una actitud, la de situarse ya en la liberación.
En esta tradición existen grandes textos sobre la meditación como son el Fukanzazengi, “Recomendaciones universales para la meditación sentada”, de Dôgen y el Zazen yôjin ki, “Compendio de puntos a observar en la meditación sentada” de Keizan (ss. XIV). El primero es corto y condensado, el segundo más desarrollado. La lectura de estos textos es indispensable para quien practica la meditación.

Los preceptos

El dharma recubre todas las facetas de la existencia. Su enseñanza concede una parte esencial a la cuestión del acto y por tanto a la ética (la ética no es diferente que el pensamiento del acto justo). De forma general este aspecto del budismo es muy poco valorizado en occidente.
Todas las tradiciones budistas se refieren a un conjunto de diez preceptos conocidos bajo el nombre de los diez preceptos de bien. En Japón el texto ineludible sigue siendo el Jûzen hôgô, “Sermones sobre los diez preceptos de bien”, de Jiun Sonja (1718-1804). No ha sido traducido todavía a una lengua occidental. Los grandes textos sobre la moral de la tradición Zen tampoco han sido traducidos.


Fuente: Zen-Occidental

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Zaragoza
N° Col.: A-1324 Psicoterapeuta
Teléfono: 653 379 269
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Página Web: www.rcordobasanz.es


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