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Paz y Ciencia

jueves, 7 de agosto de 2014

Maud Mannoni: "La más radical de las analistas de niños"



El siglo del psicoanálisis fue asimismo el siglo del descubrimiento de la infancia. La labor terapeútica y la obra teórica de Maud Mannoni se suma a las de Anna Freud, Melanie Klein, Françoise Dolto y Margaret Mahler en la autoría colectiva de dicho descubrimiento. De todas ellas, Mannoni fue la más radical y la que tendió más lazos de contacto entre las distintas corrientes de la pediatría y el psicoanálisis. Su labor al frente de la Escuela experimental de Bonneuil, un institución de avanzada, fundada en los años sesenta, con orientación antipsiquiátrica, es un ejemplo de la labor interdisciplinaria efectuada por Maud Mannoni en el campo terapeútico. Pero la vida misma de Mannoni parece un relato psicoanalítico. Nacida en 1923, tuvo una infancia poco apegada a sus padres y marcada por el contacto temprano con el otro. Criada y cuidada por una pareja de cingaleses en la finca familiar (el padre era consul general de los países bajos en Colombo), su infancia y juventud transcurrieron entre viajes, guerras y desencuentros familiares. Finalmente fue adoptada por el matrimonio Dolto y con el dinero de una herencia logró pagarse sus estudios universitarios. Tuvo una formación psiquiátrica sobre la marcha y vivió de joven una experiencia hospitalaria privilegiada: "durante la guerra me autorizaron para llevar pacientes fuera del hospital, a lugares 'deshabitados'. En esta posición marginal se efectuó mi primer encuentro con esos seres a los que se  llama anormales, perversos o locos, encuentro que hay que situar en su contexto, el de una época en la que el mudo exterior se encontraba atormentado por una violencia abierta o velada, pero siempre terriblemente presente".

Maud conoció a Octave Mannoni, psicoanalista y maestro de filosofía, en 1948, cuando ella tenía 25 años y él 59. Se casaron y tuvieron dos hijos. Maud solo logró reanudar su labor psicoterapeútica diez años más tarde. Su orientación teórica la debe principalmente al pensamiento de Jacques Lacan, pero Mannoni supo conectar ideas provenientes de distintos campos de la pediatría (Dolto), el análisis institucional, las ideas de Winnicott y Erikson con su propia practica psicoanalítica dentro de la escuela freudiana de París. 
Freud mostró la importancia de los primeros años de la vida en el ser humano. El niño tiene que pasar por conflictos que son necesarios para él. Son conflictos identificatorios, no conflictos con lo real. En sus relaciones con sus padres, el niño tiene que aprender a dejar una situación dual (de fascinación imaginaria) para introducirse en un orden ternario, lo cual puede hacerse cuando entra en el orden del lenguaje. De este modo el niño marca con palabras aquello que podría ser interpretado como el rechazo a la vuelta de la madre: más allá de la ausencia de la madre real, el niño encuentra a través de un vocablo a la madre simbólica. Luego ese mismo niño experimentará con su propio cuerpo el juego de su propia pérdida, de su propio retorno. Planteará de este modo, con relación al cuerpo de la madre y con relación a su propio cuerpo, las bases de su identidad. La madre deseada por el niño surge entonces sobre el fondo de un no-estar-allí. Es esa dimensión que el niño intenta reproducir en su juego. Es por ello que para Mannoni todo estudio sobre la infancia implica al adulto, sus reacciones y sus prejuicios.


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