PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

sábado, 1 de mayo de 2010

J. Popper-Lynkeus y la teoría onírica

Les acerco un fragmento muy interesante de un físico y estudioso que llegó a una convergencia en 1900 con ciertos aspectos de la teoría de los sueños de Freud, nunca llegaron a conocerse. Aunque el físico le mandó una misiva a Freud.
Dice Freud en el artículo de 1923 que señalo arriba:
[...] Partí del carácter enigmático, confuso e insensato que presentan tantos sueños, y llegué a la noción de que éstos deben ser así porque en ellos trata de expresarse algo que se enfrenta con la resistencia opuesta por otras instancias psíquicas. En el sueño se agitan tendencias secretas que están en contradicción con los principios éticos y estéticos, por así decirlo, "oficiales", del soñante; por eso éste se avergüenza de tales tendencias, las rechaza durante el día, nada quiere saber de ellas, y si de noche no puede impedirles toda forma de expresión, les impone por lo menos la deformación onírica, que torna confuso e insensato el contenido del sueño. LLamamos censura onírica
a la instancia psíquica del hombre que lleva cuenta de esta resistencia interior y que deforma las tendencias instintuales primarias del sueño a favor de los cánones convencionales o éticamente superiores.

Mas es justamente este elemento esencial de mi teoría onírica el que Popper-Lynkeus descubrió por caminos propios. Prueba suficiente de ello es la siguiente cita de la narración "Soñar como estando despierto", que forma parte de sus "Fantasías de un realista", seguramente escritas sin conocer mi "teoría onírica", formulada en 1900, como tampoco yo conocía entonces las "fantasías" de Lynkeus:

"De un hombre que poseía la singular cualidad de no soñar nunca desatinos...
- Tu magnífica cualidad de comportarte en sueños como lo harías despierto reposa en tus virtudes, en tu bondad, en tu equidad y en tu amor a la verdad. La claridad moral de tu naturaleza me permite comprender tu peculiar privilegio.
- Bien mirado -replicó el otro-, me inclino a creer que a todos los hombres tiene que sucederles lo mismo que a mí, y que nadie sueña nunca desatinos. Un sueño que recordamos tan claramente como para poder relatarlo después, y que, por tanto, no es ningún delirio febril, no puede menos de tener siempre un sentido, pues aquello que se contradice no podría agruparse para formar una totalidad. El que tiempo y lugar aparezcan con frecuencia confundidos no se relaciona para nada con el verdadero contenido del sueño, pues ambos factores han carecido seguramente de toda importancia para su contenido esencial. También despiertos obramos así con gran frecuencia. Piensa en la fábula y en tantas otras creaciones de la fantasía, tan atrevidas como plenas de sentido, y de las cuales sólo el hombre incomprensivo puede decir que son imposibles y disparatadas.
- ¡SI se supiera interpretar siempre los sueños acertadamente, como tú lo has hecho con el mío! -dijo el amigo.
- No es, desde luego, fácil empresa, pero creo que el soñador mismo podría llevarla siempre, con un poco de atención, a buen puerto. ¿Por qué no suele alcanzarse casi nunca? Quizá porque en vuestros sueños hay algo oculto, algo inconfensable de una peculiar y elevada naturaleza, un cierto secreto de vuestro ser, muy difícil de adivinar. Por esta razón parecen no poseer vuestros sueños sentido alguno o ser francamente insensatos. Pero en el fondo no es ni puede en modo alguno ser así, pues el soñador es siempre el mismo hombre, tanto en sueños como despierto."


Y apostilla Freud: "Lo que me permitió descubrir la causa de la deformación onírica fue, según creo, mi coraje moral; en Popper, en cambio, fueron la pureza, el amor a la verdad y la limpidez ética que lo animaban".

No hay comentarios: