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Paz y Ciencia

martes, 18 de mayo de 2010

El Poeta y los Sueños Diurnos

[...] ¿No habremos de buscar ya en el niño las primeras huellas de la actividad poética? La ocupación favorita y más intensa del niño es el juego. Acaso sea lícito afirmar que todo niño que juega se conduce como un poeta, creándose un mundo propio, o, más exactamente, situando las cosas de su mundo en un orden nuevo, grato para él. Sería injusto en este caso pensar que no toma en serio ese mundo: por el contrario, toma muy en serio su juego y dedica en él grandes afectos. La antítesis del juego no es gravedad, sino la realidad. El niño distingue muy bien la realidad del mundo y su juego, a pesar de la carga de afecto con que lo satura, y gusta de apoyar los objetos y circunstancias que imagina con objetos tangibles y visibles del mundo real. Este apoyo es lo que aún diferencia el "jugar" infantil del "fantasear".
Ahora bien: el poeta hace lo mismo que el niño que juega: crea un mundo fantástico y lo toma muy en serio; esto es, se siente íntimamente ligado a él, aunque sin dejar de diferenciarlo resueltamente de la realidad. Pero de esta irrealidad del mundo poético nacen consecuencias muy importantes para la técnica artística, pues mucho de lo que, siendo real, no podría procurar placer ninguno puede procurarlo como juego de la fantasía, y muchas emociones penosas en sí mismas pueden convertirse en una fuente de placer para el auditorio del poeta...
Habría aún mucho que decir sobre las fantasías; pero queremos limitarnos a las indicaciones más indispensables. La multiplicación y la exacerbación de las fantasías crean las condiciones de la caída del sujeto en la neurosis o en la psicosis. Y las fantasías son también los estadios psíquicos preliminares de los síntomas patológicos de que nuestros enfermos se quejan. En este punto se abre un amplio camino lateral, que conduce a la Patología, y en el que por el momento no entraremos...
cuando el poeta nos hace presenciar sus juegos o nos cuenta aquello que nos inclinamos a explicar como sus personales sueños diurnos, sentimos un elevado placer, que afluye seguramente de numerosas fuentes. Cómo lo consigue el poeta es su más íntimo secreto; en la técnica de la superación de aquella repugnancia, relacionada indudablemente con las barreras que se alzan entre cada yo y las demás, está la verdadera ars poetica. Dos órdenes de medios de esta técnica se nos revelan fácilmente. El poeta mitiga el carácter egoísta del sueño diurno por medio de modificaciones y ocultaciones y nos soborna con el placer puramente formal, o sea estético, que nos ofrece la exposición de sus fantasías. A tal placer, que nos es ofrecido para facilitar con él la génesis de un placer mayor, procedente de fuentes psíquicas más hondas, lo designamos con los nombres de prima de atracción o placer preliminar. A mi juicio, todo el placer estético que el poeta nos procura entraña este carácter del placer preliminar, y el verdadero goce de la obra poética procede de la descarga de tensiones dadas en nuestra alma. Quizá contribuye no poco a este resultado positivo el hecho de que el poeta nos pone en situación de gozar en adelante, sin avergonzarnos ni hacernos reproche alguno, de nuestras propias fantasías.
Nos hallaríamos aquí en trance de nuevas investigaciones, tan interesantes como complicadas.
Sigmund Freud [1907] 1908. 4º Volumen. Biblioteca Nueva.

Freud habla más de las fantasías que del poeta, el mismo lo comenta en el grueso del opúsculo. Este es un trabajo que ha dado pie a mucha reflexión. Perteneciente al Psicoanálisis Aplicado también revela aspectos de la fantasía. Otras traducciones lo mencionan como "El poeta y la fantasía", por ejemplo en la edición Biblioteca de Autor de Alianza Editorial.
Freud escribe del niño que hay en el poeta. Comenta que el poeta quizá está insatisfecho y emplea el "juego" de la poesía para compensar su "neurosis". Da una interesante visión de la fantasía: ¿No habremos de buscar ya en el niño las primeras huellas de la actividad poética? La ocupación favorita y más intensa del niño es el juego. Acaso sea lícito afirmar que todo niño que juega se conduce como un poeta, creándose un mundo propio. Compara el jugar con la actividad del poeta, habla de la irrealidad de la fantasía del poeta y luego lo enlaza a la "Patología". La fantasía constituye una base fundamental en el análisis de los grandes hombres y las grandes mujeres creadoras así como de aquellas personas que también, pudiendo ser grandes, caen en el problema de la "neurosis o la psicosis". La fantasía resuelve los enigmas de sus padecimientos.
Freud titula "El poeta y los sueños diurnos", el poeta y el que sin ser tal se conduce como un poeta por la pregnancia del sueño diurno. Freud pues también aquí ya hace un somero bosquejo de la fantasía y del fantaseo, la fantasía pertenecería a la neurosis cuando estamos hablando de ensueños diurnos que dificultan la toma de contacto con la realidad y el fantaseo en la psicosis, por deformación de la realidad. Dejo un párrafo para pensar: La complicación de esta fórmula no debe arredrarnos. Por mi parte, sospecho que demostrará no ser sino un esquema harto insuficiente; pero de todos modos puede entrañar una primera aproximación al proceso real, y después de varios experimentos por mí realizados, opino que esa consideración de las producciones poéticas no puede ser infructuosa. No debe olvidarse que la acentuación, quizá desconcertante, de los recuerdos infantiles en la obra del poeta se deriva en último término de la hipótesis de que la poesía, como el sueño diurno, es la continuación y el sustitutivo de los juegos infantiles.
Un artículo para leer con detenimiento, un enlace para leerlo completo: http://www.elalmanaque.com/psicologia/freud/35.htm

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