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Paz y Ciencia

martes, 11 de mayo de 2010

Reflexiones de Castilla sobre el Quijote y Cervantes.

Para Cervantes el loco convierte su fantasía en imaginación y, como tal, susceptible de volcarse en la realidad. Concebida así, la locura es la realización del máximo deseo de todo ser humano: ser quien desearía ser. Por eso la locura es, para Cervantes, una forma de vida, como de manera opuesta lo es la cordura, una forma de vida en el caso de la locura, desdichadamente errónea. El delirio, que es la forma de locura que interesa a Cervantes, es un error existencialmente necesario, pero que da sentido a la vida del delirante. La locura da al loco la plena identidad de que en la cordura carece. De aquí que el regreso a la cordura, vuelto de nuevo el antes loco a su inanidad, le entristezca definitivamente.
Cervantes llega más en su deseo de hacer moraleja en su fábula. Al considerar la locura como la irreal realización del deseo, ¿no hay alguna semejanza entre ella y los afanes en que en ocasiones se obstinan los cuerdos? ¿No es el amor una suerte de locura que recrece nuestra identidad desmesuradamente por la fantástica posesión del objeto amado -un objeto intrínsecamente inapropiable-, y, contrariamente, los celos, el miedo a que el abandono del objeto amado nos suma en la inanidad?
pág. 79 Carlos Castilla del Pino. "Cordura y Locura en Cervantes". Ed. Península.

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