La disputa de Jean-Paul Sartre (1905-1980) a lo largo de toda su obra filosófica con el carácter reduccionista y simplificador de los enfoques científicos en el estudio del hombre comenzó con este temprano Bosquejo de una teoría de las emociones, dedicado a mostrar las insuficiencias y contradicciones de las teorías psicoanalíticas y a criticar las escuelas psicológicas que se limitan al estudio de los hechos suministrados por la percepción espacio-temporal y por la experiencia introspectiva. Según concluye Sartre en esta obra, la psicología debe partir del carácter significativo de lo psíquico como aspecto diferenciado de la totalidad humana y buscar su fundamento en una antropología fenomenológica.
Sartre trata de lograr una teoría fenomenológica antropológica que acabe con los finalismos y las posturas organicistas. Sólo voy a destacar unos párrafos del texto, dice así:
Por otra parte, afirmamos que, en la medida en que el psicoanalista utiliza la comprensión para interpretar la conciencia, más valdría reconocer francamente que todo lo que ocurre en a conciencia sólo puede recibir explicación de la propia conciencia.
Así pues, el origen de la emoción es una degradación espontánea y vivida de la conciencia frente al mundo. Lo que está no puede soportar de un determinado modo, trata de aprehenderlo de otro modo, adormeciéndose, acercándose a las conciencias del sueño, del ensueño y de la histeria. Y el trastorno del cuerpo no es sino la creencia vivida de la conciencia en tanto que vista desde el exterior...
Este aspecto del mundo es totalmente coherente: es el mundo mágico. Denominaremos emoción una brusca caída de la conciencia en lo mágico. O con otras palabras, hay emoción cuando el mundo de los utensilios se desvanece de repente y es sustituido por el mundo mágico. No cabe, pues, considerar la emoción como un desorden pasajero del organismo y de la mente que turbe desde fuera la vida psíquica. Es, por el contrario, la vuelta de la conciencia a la actitud mágica una de las grandes actitudes que le son esenciales, con la aparición del mundo correlativo: el mundo mágico. La emoción no es un accidente sino un modo de existencia de la conciencia, una de las formas en que comprende (en el sentido heideggeriano de Verstehen) su "Ser-en-el-mundo"
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