"Las ideas bellas son más probablemente verdaderas que las ideas feas. La Verdad es necesariamente Bella." Roger Penrose
Suponga que tiene usted 7 ovejitas y por la noche viene un lobo entra en su corral y mata 3 ovejitas ¿Cuantas le quedan?
Es muy fácil para usted ya lo se, pero si pongo este ejemplo es para hablar de una cosa distinta a las ovejitas y a un problema concreto que un niño de 4 años sabría resolver.
De lo que quiero hablar es de cómo hacemos para saber que nos quedarán 4 ovejitas después del ataque nocturno del lobo.
Si nos fijamos en este sencillo problema veremos que tiene dos partes completamente distintas, una de ellas es una resta, tenemos que restar 7 de 3.
El problema peliagudo sin embargo no es resolver restas sino decidir que hay que hacer una resta.
Restar, para Penrose es computable (cualquier calculadora de bolsillo puede hacerlo) pero la decisión de restar no lo es.
Lo inteligente es pues la decisión de restar, algo que la calculadora no puede decidir por si misma, lo cual no significa que no podamos construir maquinas que sepan decidir este tipo de cuestiones, lo importante es saber que desde el punto de vista epistemológico “decidir qué operación hacer” es lo realmente inteligente, mientras que “hacer restas” -por muy complicadas que sean-es un procedimiento que puede hacer hasta una máquina. Penrose apela a la intuición, a la creatividad y a la inspiración como ejemplos conscientes de tareas no computables.
Y la mejor forma de saber qué es la inspiración es oyendo a los artistas que escribieron sobre sus propios procesos de inspiración, asi Mozart escribía:
Cuando estoy haciendo cualquier cosa mi mente se pone a vagar y me vienen ideas todas de golpe, unas frases se imponen en mi atención y antes de que termine de oirlas ya se como terminarán, una composición me viene de golpe, toda a una, lo que hago después cuando me siento a escribirla es simplemente faena de relleno. Cuando alguna de estas ideas me viene ya se si es buena o no, automaticamente me ocupo de deshechar aquellas ideas malas y de rescatar las buenas, pero lo más interesante no es cómo se diferenciar lo bueno de lo vulgar sino que con un trozo de la composición ya me da la pista de la composición entera.
La conciencia humana está -segun Penrose- orientada hacia la Verdad y la Belleza y es precisamente ese trasiego de ideas que pugnan por emerger donde se dan cita esos dos mundos – el uno computable, el otro no computable- que al mezclarse dan como resultado una conciencia humana y esa sensación de dejà vu que es la creatividad, “si esto es”. “Y es esto porque es bello, es perfecto”.
O si se quiere decir de otra forma: hay un mundo real y un mundo platónico de las ideas a las que aspira la conciencia humana en expansión que se cruzan en un determinado punto de la conciencia y se transforma en ese lugar en una singularidad, en un fenomeno que no es apresable por las leyes de la fisica mecanicista.
1 comentario:
Muchas gracias, compañero.
Acordándome de la nueva mente del emperador, entre brazadas y navegaciones, hallé asunto.
Sabroso este medio transicional que es tu blog. Da para todo tipo de exquisitas y gustosas entradas que, entre tecla y tecla, compones.
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