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Paz y Ciencia

domingo, 28 de abril de 2013

Con quién empiezas la ruta

Un hombre es atrapado por una terrible tormenta de viento y lluvia mientras atraviesa el desierto. Ciego de rumbo y luchando contra la arena que le lastima la cara, avanza con gran dificultad tirando de las riendas de su caballo y controlando de vez en cuando su perro. De pronto, el cielo ruge y un rayo cae sobre los tres matándolos instantáneamente.
La muerte ha sido tan rápida y tan inesperada que ninguno de ellos se da cuenta, y siguen avanzando, ahora por otros desiertos, sin notar la diferencia.
En el cielo la tormenta se disipa y rápidamente un sol abrasador empieza a calentar la arena, haciendo sentir a los caminantes la urgencia de reposo y agua.
Pasan las horas; nunca anochece. El sol parece eterno y la sed se vuelve desesperante.
De pronto el hombre ve, delante, un oasis de agua, palmeras, sombra, y los tres corren hacia allí.
Al llegar descubren que el lugar está cercado y que un guardia cuida la entrada debajo del portal dice:
PARAÍSO (...)

Nadie llega muy lejos sin el amor de otros.
Nadie llega a ningún sitio olvidándose de los que ama.

Jorge Bucay: "20 pasos hacia adelante"

Vitalidad mediocre



Vivimos en un estado de vitalidad mediocre. De esta forma inicia Fritz Perls un libro clave en la psicología de la Gestalt.
También comenta que no sabemos vivir de manera creativa. El hombre moderno ha perdido valores fundamentales y se ha industrializado, se ha convertido en un autómata que no sabe realizar otra cosa que no sea lo que transmiten los medios de comunicación y la inercia de la sociedad. Se ha vuelto más enrevesada y al mismo tiempo más previsible. Las personas vagan por las calles sin demasiada alegría, solo hay que ver las caras de las personas en el autobús, el tranvía o el metro.
Destilan amargura, indiferencia y gusto por lo morboso. Se habla de los otros, y no se dan cuenta de cómo es la persona.
Preferimos meternos en la vida de otras personas antes que darnos cuenta de la viga en nuestro ojo.
Estamos perdidos, desorientados y confusos, no tenemos un proyecto existencial, no tenemos valores, hacemos todo al límite de la ley. No respetamos a otras personas por ser diferentes, lo atípico nos parece "raro" y juzgamos, juzgamos mucho. Un juicio es un ataque, es una forma de desvalorización, esa desvalorización, a menudo, es una desvalorización personal proyectada en el otro.
Intentamos cambiar las cosas, hacer la casa por el tejado, vamos con prisa, vamos sin pena ni gloria, pasando de largo por la vida sin que la vida pase por nosotros. Acabamos siendo robots programados para hacer "lo que está bien". Esa homogeneización provoca un hastío inevitable puesto que siempre hay muchas y muchos que no quieren pasar por ese aro y tienen valores distintos. Son calificados de raros, si son pobres, y de excéntricos si son ricos.
Existe un abuso en los juicios, una forma de etiquetar, calificar y denigrar. Se ha "normalizado" este sistema.
Lo peligroso es que cada sistema formado tiende a expulsar de su registro a aquellos que no corresponden con sus valores.
Hasta qué punto estamos abiertos a la experiencia y dispuestos a aprender de la diferencia....

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Zaragoza.

sábado, 27 de abril de 2013

La misoginia de Nietzsche

 
"En la mujer todo es paradoja y todo en ella tiene una solución: se llama embarazo. El hombre es para ella un medio, el fin es siempre el niño. Pero ¿qué es la mujer para el hombre? Dos cosas requiere el hombre auténtico: peligro y juego, quiere a la mujer como eso, como el juguete más peligroso. El hombre ha de ser educado para la guerra y la mujer para descanso del guerrero: lo demás es locura"

La misoginia de Nietzsche

En contraste con la validez de su crítica a las actividades de Wagner, a la cultura burguesa y a la moral cristiana, el concepto nietzscheano del «ser femenino» no es a menudo más que una grotesca desfiguración; pero sólo en la medida en que las destinatarias de sus críticas permanecen desconocidas. En su infancia, Friedrich Nietzsche se vio confrontado con un grupo de educadoras exclusivamente femenino, y tuvo que recurrir a todas sus energías para soportarlo. Más adelante se desquitaría, pero únicamente a nivel simbólico, atacando a todas las mujeres, con la excepción de su madre y su hermana. Las auténticas causantes de sus sufrimientos permanecerían intocables. Pero la misoginia de Nietzsche resulta comprensible si se tiene presente la enorme desconfianza que debió de acumularse en aquel niño tan a menudo vapuleado, y que más tarde, ya adulto, escribiría, en su ira ciega e irresponsable: «¿Vas a tratarte con mujeres? ¡No olvides el látigo!». Esta asociación de factores que realizó se basa en los escritos de la «pedagogía negra» que cité en 1985, y en los que se describe exhaustivamente cómo se debe ofuscar, engañar y manipular a un niño para hacerlo bueno y sumiso. No cabe la menor duda de que Nietzsche fue educado según los principios de la «pedagogía negra». Por esta razón fue raramente capaz de expresar su malestar por las manipulaciones e insinceridades de su hermana; no le estaba permitido ver cómo era su hermana en realidad. Si alguna vez lo hizo, no tardó en retirar sus palabras. Por ejemplo, afirmó una vez que la voz de su hermana le resultaba difícil de soportar, pero añadió inmediatamente que en el fondo nunca había dudado realmente de su benevolencia, de sus buenas intenciones, de su amor hacia él, de su credibilidad. Y es que no podía permitirse esa duda, porque no tenía otra hermana, porque quería creer que ella lo amaba y que ese amor significaba algo más que explotación y afán de imponerse a toda costa. Si le hubiese estado permitido ver cómo era su hermana, no habría necesitado generalizar. No habría tenido por qué tomar a todas las mujeres, en su globalidad, por brujas y serpientes, ni habría tenido por qué odiarlas sin excepción.
 
Alice Miller: "La Llave Perdida".
 
Alice Miller defiende en todas sus obras que la represión de los mensajes, golpes, negligencias, abusos y otras formas de maltrato denominado "sutil", son el nutriente tóxico de la "pedagogía negra". El niño internaliza lo que vive, el amor hace respetar a los papás y posteriormente, la moral, la ética y el buen corazón mantiene esta situación. Sin embargo, reprimir, mantener oculto ese dolor, acaba siendo francamente duro para el/la adult@. Acaba manifestándose en enfermedades y en una estructura de carácter patológica. No por ello el intelecto está atacado, de hecho, muchas de estas personas apelan a la mente para poder crear y, así, sublimar todo el dolor.
Otros mecanismos consisten en volcarse sobre el trabajo, sobre el hijo, actividades creativas, depòrte, aficiones llevadas a la adicción, drogas, etc. Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo. Psicoterapeuta. Zaragoza (España)

Sociología de un Genio: Mozart

 
 
SOCIOLOGÍA DE UN GENIO
 
Wolfgang Amadeus Mozart murió en 1791 a la edad de 35 años; lo enterraron en una fosa común el 6 de diciembre. Sea
cual fuere la grave enfermedad que lo llevó a una muerte tan temprana, lo cierto es que en el período que la precedió, Mozart estuvo con frecuencia al borde de la desesperación. Poco a poco empezaba a sentirse como un hombre derrotado por la vida. Las deudas se amontonaban. La familia cambiaba una y otra vez de alojamiento. El éxito en Viena, al que atrtbuía quizá mayor importancia que a cualquier otro que pudiera obtener, no se produjo.
La buena sociedad vienesa le daba la espalda. El rápido proceso de su enfermedad mortal seguramente dependió en buena
parte de que para él la vida había perdido su valor. Al parecer, murió con el sentimiento del fracaso de su existencia social y, por lo tanto -para utilizar una metáfora-, murió porque su vida se vació de sentido, porque perdió por completo la fe en la posibilidad de que se  realizara aquello que en el fondo de su corazón deseaba por encima de todo. Las dos fuentes  de su voluntad de seguir viviendo, que alimentaban la conciencia de su valor y sentido, estaban a punto de agotarse... Hay muchos indicios que revelan que durante los últimos años de su vida sentía cada vez con mayor intensidad que los estaba perdiendo.
 
 


[...] La tragedia de este hombre y la nuestra, la de la humanidad.

Norbert Elias: "Sociología de un Genio". Ed. Península. Pág.: 3
http://youtu.be/v0kkyDsp6Jc Mozart



La madre de Nietzsche

 
La madre de Nietzsche
En varias cartas dirigidas a amigos de Friedrich Nietzsche, la madre describe el estado del enfermo, al que consagró sus esfuerzos, como si se tratara de un niño pequeño, en la época en que Nietzsche había ya perdido por completo sus energías intelectuales. En un pasaje de estas cartas, la madre refiere que Nietzsche emitía, con rostro risueño, terribles alaridos. No podemos saber si esa información es digna de confianza, pues las madres interpretan a menudo la expresión de los rostros de sus hijos tal como corresponde a sus propios deseos. Pero si las observaciones de la madre son correctas, podemos descubrir en ello la actitud del niño pequeño, muy pequeño, que por fin podía gritar, en presencia de la madre, tan fuerte como jamás le había sido permitido, y que disfrutaba de la tolerancia materna por fin alcanzada. Pues los gritos de un adulto apenas son imaginables sin un rostro desfigurado por el dolor. Algunas mujeres empiezan a tratar con más cariño a sus hijos en el momento en que éstos, a consecuencia, por ejemplo, de una enfermedad mental o cerebral, dejan de estar en condiciones de pensar, es decir, de ejercer crítica alguna. No están muertos todavía, pero sí desamparados y a merced de la madre. A algunas de esas mujeres, educadas ante todo para el cumplimiento del deber, esa actitud de sacrificio por el hijo las hará sentirse buenas y nobles. Si durante su infancia tuvieron que reprimir sus propias críticas, les molestará que el hijo o la hija exterioricen críticas hacia ellas. En cambio, el hijo minusválido las hará sentirse menos cuestionadas. Además, sus sacrificios en favor del hijo son objeto de consideración y de admiración por parte de la sociedad. Por ello es muy probable que la madre de Nietzsche, que contaba dieciocho años al nacer él, y a la que incluso los biógrafos más benévolos describen como una mujer fría, necia e incapaz de interesarse por nada, se sacrificara efectivamente por su hijo cuando éste, en sus últimos años, ya no reconocía a sus amigos y apenas podía hablar.
 
Alice Miller: "La Llave Perdida"


 

Terapia de Familia



La validez de la hipótesis fundamental de partida, basada en los modelos que ofecen la cibernética y la pragmática de la comunicación humana: la familia es un sistema autocorrectivo, autogobernado por reglas que se constituyen en el tiempo a través de ensayos y errores.
La idea central de esta hipótesis es que cada grupo-natural-con-historia, en los  cuales la familia es fundamental (pero que podría ser también un equipo de trabajo, una comunidad espontánea, un grupo empresario), se forma en un cierto lapso de tiempo mediante una serie de ensayos, intercambios y retroalimentaciones correctivas, experimentando así sobre lo que está y lo que no está permitido en la relación, hasta convertirse en una unidad sistémica original que se sostiene por medio de reglas que le so que son peculiares.
Estas reglas se refieren a los intercambios que se suceden en el grupo natural, y que tienen el carácter de comunicaciones tanto de nivel verbal como no verbal. De hecho, el primer axioma de la pragmática de la comunicación humana afirma que toda conducta es una comunicación, que a su vez no puede sino provocar una respuesta, respuesta que consiste en otra coducta-comunicación.
Siguiendo esta hipótesis se llega a otra: las familias que presentan conductas tradicionalmente diagnosticadas como "patológicas" en uno o más de sus miembros se rigen por un tipo de relaciones y, por ende, de normas peculiares de ese tipo de patología, y tanto las conductas-comunicación como las conductas-respuesta tendrán características tales que permiten mantener las reglas (o normas) y, por lo tanto, las relaciones patológicas.
Puesto que las conductas sintomáticas no son sino parte de las relaciones peculiares de ese sistema, no queda otra alternativa, para poder influir sobre los síntomas en el sentido del cambio, que la de intentar cambiar las reglas...

Esto significa que el terapeuta debe ser capaz de considerar los miembros de la familia como elementos de un circuito de interacción y sin poder unidireccional alguno sobre el conjunto. Es decir, que la conducta de un miembro de la familia influye inevitablemente sobre la de los otros miembros, y es epistemológicamente erróneo considerar su comportamiento como la causa del de los demás debido al hecho de que cada miembro influye sobre los otros y es a su vez influido por los demás; actúa sobre el sistema, pero es influido por las comunicaciones que provienen del mismo sistema...

Como afirrmó Russell en Principia Mathematica, "la lógica tradicional se equivocó completamente al creer que existía una sola forma de proposición simple: la que atribuye un predicado a un sujeto. Esta es la forma adecuada para asignar una cualidad a una cosa determinada. Podemos decir, "esto es redondo", "es rosa", y así sucesivamente. Pero si decimos, `esto es más grande que aquello´, no sólo asignamos una cualidad sino también hablamos de una relación entre esto y aquello. Por eso, las proposiciones que establecen una cierta relación entre dos objetos tienen una forma diferente de las proposiciones del tipo sujeto-predicado. No haber podido comprender esta diferencia, o no tenerla en cuenta, ha dado origen a numerosos errores en la metafísica tradicional. Tener la convicción inconsciente de que todas las proposiciones son de la forma sujeto-predicado o, en otras palabras, que cada hecho consiste en algo que tiene alguna propiedad, ha sido el motivo de dar una explicación del mundo de la ciencia y de la vida cotidiana".

Psicoterapia centrada en el cliente



[...] Raskin, en un artículo inédito, ha proporcionado una vívida descripción de esta versión de la función del consejero.

Existe otro nivel de respuesta del consejero no-directivo que para el autor representa la actitud no-directiva. En cierto sentido, es una meta más que una actitud realmente practicada por los consejeros. Pero, en la experiencia de algunos, es una meta altamente alcanzable, que... cambia la naturaleza del proceso del consejo de una manera radical. En este nivel, la participación del consejero se convierte en una experiencia activa, con el cliente, de los sentimientos que este expresa; el  y realiza un esfuerzo máximo para meterse en el pellejo de la persona con la cual se está comunicando, trata de introducirse dentro y vivir las actitudes expresadas en lugar de observarlas, trata de introducirse dentro y vivir las actitudes expresadas en lugar de observarlas, trata de captar todo matiz de su naturaleza cambiante; en una palabra, trata de absorberse completamente en las actitudes del otro. Y en la lucha por lograrlo, simplemente no hay lugar para ningún otro tipo de actividad o actitud del consejero; si está intentando vivir las actitudes del otro, no puede estar diagnosticándolas, no puede estar pensando en acelerar el proceso. Puesto que él es otro, y no el cliente, la comprensión no es espontánea sino que debe ser adquirida, a través de la atención más intensa, continua y activa, a los sentimientos del otro, hasta el punto de excluir todo otro tipo de atención...

Hemos llegado a reconocer que si podemos proporcionar al cliente la comprensión de la manera como se ve a sí mismo en este momento, él mismo puede hacer el resto. El terapeuta debe dejar de lado su preocupación por el diagnóstico y su agudeza diagnóstica, debe descartar su tendencia a hacer evaluaciones profesionales, debe abandonar sus intentos de  formular un pronóstico exacto, debe renunciar a la tentación de guiar sutilmente al individuo, y debe concentrarse solamente en un propósito: el de proporcionar una profunda comprensión y aceptación de las actitudes asumidas conscientemente por el cliente en ese momento, a medida que explora paso a paso las peligrosas áreas de la conciencia que ha estado rechazando.
Confío en que a través de esta descripción se hará evidente que este tipo de relación puede existir solo si el consejero es profunda y genuinamente capaz de adoptar estas actitudes. El consejo centrado en el cliente, si se pretende que sea efectivo, no puede ser una treta o una herramienta. No es un modo sutil de guiar al cliente mientras se simula que se le permite guiarse a sí mismo. Para ser efectivo, debe ser genuino. Este sensible y sincero "centra.rse en el cliente" en la relación terapéutica es la tercera característica de la terapia no-directiva que se establece separada distintivamente de otros enfoques.

Carl R. Rogers: "Psicoterapia centrada en el Cliente". Paidós, 2010, Madrid. Pp.: 40-41