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Paz y Ciencia

domingo, 10 de abril de 2022

PLATÓN: Mito de la Caverna

 




La obra clave de Platón, La República, en el capítulo séptimo encontramos el renombrado Mito de la Caverna, el cuál analizamos en el presente trabajo. Aunque en la concepción platónica del cosmos, la libertad humana como problema, no aparece, por lo menos desde un análisis frontal, intentaremos visualizar e interpretar los elementos que aparecen sobre la libertad en dicho mito. Es de reconocer que el concepto de libertad es muy amplio ya que se puede abordar desde diferentes aristas, como son: posibilidad de autodeterminación, elección, acto voluntario, espontaneidad, margen de indeterminación, ausencia de interferencia, liberación frente a algo, para algo, realización de una necesidad. Pero de acuerdo a la esfera de acción o alcance de esta, se ha hablado de libertad privada o personal, pública, política, social, de acción, de palabra, de idea, moral, entre otras aseveraciones.[1]

Si bien es cierto que Platón, cuando utiliza la alegoría de la Caverna lo que persigue es dar respuesta fundamentalmente al problema del conocimiento humano, es decir, ¿por qué conocemos?, ¿cómo sabemos que lo que conocemos es real?, y a pesar de que este mito se ha estudiado básicamente sobre los distintos grados ontológicos de la realidad, sobre lo que simboliza los grados del conocimiento, o en relación al aspecto ascético, místico y teológico y por último la concepción política[2]. Como lo muestra dicha narración, que como recurso pedagógico solo trata de mostrar un mensaje, pero si nos quedamos en el relato que es exactamente lo que haremos, encontraremos rasgos sobre la libertad.

El mito inicia:

Imagina unos hombres en una habitación subterránea en forma de caverna con una gran abertura del lado de la luz. Se encuentran en ella desde su niñez, sujetos por cadenas que les inmovilizan las piernas y el cuello, de tal manera que no pueden ni cambiar de sitio ni volver la cabeza, y no ven más que lo que está delante de ellos[3].

Veamos, el fragmento mencionado nos habla de individuos sujetos por cadenas desde su niñez, implicando esto, de hombres que están coaccionado, de ciertos tipos de libertad, que para no hacer una lista interminable podemos resumirlas en una libertad en cuanto posibilidad de elección, de auto determinarse, de disponibilidad, natural, política, personal, necesidad, posibilidad, entre otros significados.

Los hombres que aparecen mencionados en el Mito, no han tenido posibilidad de elección en cuanto que su estado de estar inmovilizados de piernas y cuellos, obligados a ver siempre hacia un lugar específico. Lo que sería lo mismo mirar solo una parte de la realidad, es decir, que tienen interferencias que no les permite elegir otra postura que al mismo tiempo contribuya a obtener un conocimiento total de la realidad que le circunda. No podemos aprehender la realidad a no ser que podamos tomar distancia de ella, en el sentido de que al ser humano conocer la realidad en cuanto a tener un contacto perceptivo de esta, la aprehenda, pero como lo que no se analiza en su totalidad o por lo menos en la totalidad de nuestra finitud humana, no puede ser aprehendida y hacer de ella su realidad, por lo tanto, estos hombres no analizan su realidad.

Por lo que los hombres cavernarios no tienen posibilidad de elección, y más aún, otros han elegido por ellos al colocarlos en tal situación, pero podríamos preguntarnos y estos hombres ¿al elegir permanecer en su estado ya no están eligiendo? En otras palabras, ¿al no elegir no estarían eligiendo? Y por ende ¿tienen posibilidad de elección? A las dos primeras preguntas, que en el fondo tienen el mismo objetivo, podemos decir, que los hombres no eligieron estar en dicha situación, sino que otros los han puesto en dicho estado, los cavernarios no han aceptado tal situación ya que no se le ha preguntado, desde niño se le ha colocado y por costumbre permanecen en dicha postura.

Ocurre lo mismo con los elefantes que son llevados a los circos desde pequeños, los atan a una pequeña estaca la cual le muestran más resistencia que la fortaleza que ellos poseen. Los paquidermos al desarrollarse y crecer, sus fuerzas aumentan hasta tal punto que podrían despegar las estacas del suelo, sin embargo, como por costumbre lo intentaron muchas veces y no pudieron, se adaptaron a estar amarrados a la estaca. Lo mismo ocurre con los hombres de la Caverna, al no poder ni siquiera mirar hacia los lados no eligen mirar al frente, es que están conminado a mirar hacia al frente por lo tanto no tienen posibilidad de elección. Pero preguntémonos algo más ¿el hecho de mirar hacia delante no están eligiendo mirar? ¿Por qué muy bien pudieran elegir no mirar y cerrar los ojos? ¿No estarían de esta forma eligiendo?

Veámoslo, al estar encadenados desde niños y obligados a mirar hacia al frente, acostumbrados a observar las sombras, la realidad de dichos individuos son las sombras, por lo tanto, ellos no tienen ni siquiera la posibilidad de elegir mirar o no mirar, porque están haciendo lo que ellos creen que es lo correcto, mirar su realidad. No hacen uso de su condición de ser racional que es lo que le puede dar la libertar natural, por ser la razón una facultad natural de los seres humanos, ellos no pueden hacer uso racional de su condición de esclavos, ya que no han sido formados para utilizar las herramientas que poseen, en este caso, la razón y están por ende coartados de ser hombres sabios que sería lo que le permitiría ser libres.

Los cavernarios no poseen la posibilidad de regir sus propios destinos, ya otros han elegido por ellos, porque, aunque un individuo que pertenezca a una comunidad y deba estar sometido a las leyes y normas de dicha sociedad, se le permite abandonar por un tiempo su ‘negocio’ para dedicarse al ‘ocio’, es decir, a la reflexión, al estudio. Que cuando esto ocurre el individuo asume su libertad, el individuo mismo se lo toma como un derecho, entonces su libertad consiste, o va en camino de consistir, en una separación de la comunidad, acaso fundada en la idea de que hay en el sujeto una realidad, que no es, ‘social’, sino plenamente ‘personal’.

En este sentido los hombres de la Caverna no poseen libertad personal, ya que esta consiste en disponer de sí mismo y este disponer no es posible a menos que uno se haya liberado de lo externo, lo cual puede llevarse a cabo únicamente cuando se reducen a un mínimo lo que se consideraba antes como necesidad. Los cavernarios no tenían la capacidad de tener la mínima conciencia de necesidad, a pesar de gozar del privilegio de poseer un alma racional. Al no tener libertad personal, entonces carecen de libre albedrío.

Por  eso el problema aquí no es tanto el de lo que podría hacer el hombre, sino más bien el de cómo puede el hombre usar de su libre albedrío para ser realmente libre. Por lo tanto, no basta con saber lo que es el bien, sino que es necesario inclinarse hacia él. Cuando Aurelio agrega un nuevo elemento, como reconciliar la libertad de elección con la presciencia divina. El cual él lo hace afirmando que el hombre posee una voluntad y que se mueve a esto o aquello es una experiencia personal, pero que Dios sabe lo que el hombre voluntariamente hará, lo que no elimina que el hombre haga esto o aquello. Esto es considerado como el misterio de la Libertad. Aclarando que la presciencia de Dios no equivale a una determinación de los actos voluntarios de tal suerte que los convierta en involuntarios.

Al hombre desencadenado se le presenta un dilema, rescatar a los que están encadenados o no, pero cabe preguntarnos ¿ya él es libre para liberar?, y ¿si no se logra convencer de que ayude a los encadenados? Lo primero que hay que establecer es si éste individuo tiene conciencia de que es libre, porque de no ser así se le está obligando a ser libre y si no se logra concienciar sobre su supuesta libertad, entonces lo estamos encadenando dos veces en el sentido de que queremos liberarlo y al mismo tiempo lo estamos encadenando, es decir, lo estamos obligando a ser libre, le coaccionamos para que sea libre.

Pero vamos a suponer que logramos convencerlo de que es libre y no elige desencadenar a los demás que son sus compañeros desde niños, entonces ha usado su libre albedrío, su capacidad de elegir, para el mal, mal fundamentado en los planteamientos anteriores. Por lo tanto, no es libre. Pero vamos un poco más lejos, supongamos que libere a los individuos, es decir, que use su libre albedrío para el bien, ¿son libres los desencadenados?, ¿Es libre el que desencadena? A la primera cuestionante, diríamos que no son libres los desencadenados ya que han sido sueltos por una persona que no es libre, y la libertad solo proviene de la libertad, de individuos libres. Como el sujeto desencadenado no lo hizo por sí mismo, o no se le dieron las herramientas para lograrlo no se puede considerar libre, por lo tanto, todas las acciones hacia esos individuos no los hace libre. Y si él no es libre, no puede liberar.

Según Santo Tomás de Aquino, el hombre goza de libre albedrío o libertad de elección. Tiene voluntad, la cual es libre de coacción; pero el estar libre de coacción es una condición y no es toda la voluntad. Es menester, en efecto que algo mueva la voluntad. Ello es el intelecto, el cual aprehende el bien como objeto de la voluntad. Parece de este modo que la libertad quede eliminada. Pero lo que ocurre es que no se reduce al libre albedrío; la libertad propiamente dicha es lo que se ha llamado una ‘espontaneidad’. Esta consiste en seguir el movimiento natural propio de un ser, en el caso del hombre radica en seguir el movimiento hacia el bien. La libertad no consiste únicamente en elegir, ni mucho menos, en elegirse a sí mismo, si no más bien en elegir algo trascendente, porque el hombre puede elegir mal, y peor aun elegir el mal, por ello el hombre necesita de la ayuda de Dios para poder elegir algún bien o el bien.

Optar por algo trascendente es para Santo Tomás, elegir a Dios, pero como para los griegos el mundo es eterno, no ha sido creado, por lo tanto, para Platón el concepto de Dios como creador no cabe. Por ello los griegos concebían a Zeus como un ordenador, por lo tanto, se descarta que lo trascendental que podrían elegir los cavernarios bajo ningún concepto podría ser Dios. Empero, lo trascendente que pueden elegir sería en este caso la felicidad, cosa que no puede obtenerse si no se es libre.

Como podemos ver, según Santo Tomás de Aquino, la libertad se reduce en elegir algo trascendente, Dios, el Dios creador, y como los cavernarios no tenían concepto sobre un Dios creador, entonces no pueden ser libre, y mucho menos podrán ser felices, porque si no tienen concepto de un Dios creador no pueden ser libres, y si no conocen la libertad tampoco pueden ser felices. Por ende, según el Aquinate los hombres del mito de la Caverna no son libres.


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