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Paz y Ciencia

miércoles, 12 de febrero de 2014

La teta y la luz encendida



Como casi todos los días me he levantado pronto. He regresado al dormitorio hace un rato. Lo que he visto me ha parecido poético. Una mujer maravillosa que, con la luz encendida, cuyo cansancio ha dejado así la luz, o bien, por la tranquilidad de la bebita que tenía en el pecho.
Tenía el pecho al aire, su majestad la teta calma y da alimento al bebé a un coste que me parece francamente inmenso. Despertarse cada hora y media durante la noche y así mismo, durante el día, me parece una proeza propia de una mamá que quiere dar lo mejor a la personita en potencia que chupa teta con muuuchas ganas.
Entre la bebita y la mamá ya tienen sus códigos y no hay nada que le guste más a esa pequeñita que dormir en el pecho de mamá. Alguien me dijo que eso era un "matapersonas". Pertenece a otra generación y a otra política de lactancia. Y no sólo ella, otras nuevas madres se despachan con el biberón de sucedáneos. No estoy en contra porque todo el mundo tiene sus derechos.
Eso sí, si me enamoré de esa mujer del dormitorio es porque sabía que su capacidad de amar puede, también, con el sueño, la fatiga, el cansancio y la frustración.
Grandes, tanto la bebita como aquella que le está introduciendo en este mundo, en esta realidad, su mamá, mi querida amorcito.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta (Zaragoza)

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