Rodrigo Córdoba Sanz: Voy a realizar un comentario, la palabra crítica me recuerda a Sánchez Dragó y profesores de Universidad pseudoeruditos. Me gustaría comentar que este libro tiene poco o nada con lo que se puede haber leído. Tiene dos movimientos, utilizo esta expresión porque evoca a una ópera o una obra de teatro, en el que se confunde el personaje con la persona. Se trata de un fruto onírico realmente impresionante. Las personas que lo han leído han disfrutado mucho de la lectura. Un paciente me dijo "está muy bien, pero la parte de los diarios es muy dura". Realidad, fantasía, crudeza y dolor. Estas son las emociones que predominan, las propias de Susana. También hay amor, bondad, cariño, una increíble inteligencia y un agudo ingenio. Para ser su "Ópera Prima" creo que ha puesto el listón muy elevado. Como ella misma dice, enlazando a Dalí, la locura lo cura. Es decir, sublimar, convertir en arte el sufrimiento es sanador y sirve a profesionales y legos a entender que la locura no es más que otra condición del Ser. Nada oscuro, todo lo contrario, puede resultar muy bello, como este libro. Doy las gracias a Susana por salir del agujero y expresar lo tragado durante tanto tiempo, por convertirlo en arte y por regalar al público la posibilidad de conocer a una persona conflictuada que tiene un inmenso potencial. Es una lección para todos. Aprendamos de ella, de su estilo puro, dulce, amargo y duro; un estilo que varía.
Me recuerda a una lectura de Virginia Woolf, "Las Olas". Ese libro lo tengo grabado en la memoria porque a medida que iba leyendo podía sentir las olas, como vibrar en la misma sintonía que la autora. Con Susana sucede algo similar. Bien es cierto que es un texto de otro género, en realidad es difícil encasillarlo. Y mucho mejor que sea así. Que lo disfruten.
A continuación voy a poner la primera página de su libro y los links para adquirirlo. No me cabe la mejor duda de que disfrutaremos y aprenderemos mucho de este maravilloso libro.
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Zaragoza.
Para adquirir el libro en ebook o en papel:
http://www.bubok.es/libros/226165/Viajes-a-mis-impresiones
http://www.lulu.com/shop/susana-mond%C3%A9jar-gracia/viajes-a-mis-impresiones/paperback/product-21102828.HTML
Los viajes a
mis impresiones
Dedicado a mi gato Kiko, a mi gata Nika, a mis
padres y abuelos
Muy amablemente me ofreció paso para que pudiera
salir de mi asiento de ventanilla del tren que venía de Madrid una señora que
viajaba a Barcelona cuando el tren estaba llegando a la estación Delicias de
Zaragoza. No sé por qué pero me pareció al pisar de nuevo mi ciudad que algo
había cambiado, que algo estaba cambiando o que algo, como menos, estaba a
punto de comenzar. Los recuerdos de Madrid iban y venían por mi cabeza pero
enseguida tuve que procesar mi mente para hallarme en el sitio en que estaba,
la parada de taxis. Llevaba recuerdos para mis amigas, postales, etc., la
exposición de Dalí había sido muy fructífera, pero sin embargo, ese ansia para
querer explicarse desde cualquier registro, ya fuera la pintura, la escultura,
la palabra escrita, el cine o la escenografía y la fotografía me empujaban a
hacer algo creativo, Dalí me susurraba al oído, años después de haber
fallecido, que cada persona tenía su interpretación para su obra y que me
esperaba ahí, en el Reina Sofía para contármelo. Llegué pronto a casa y comencé
a pensar aún bajo la euforia de las formas redondeadas de sus cuadros, el
horror que supo transmitir en la antesala de la guerra, el surrealismo, la
especial subjetividad de sus creaciones y cómo un loco no lo está si sabe crear
esto.
Se le pueden perdonar sus extravagancias entonces y
sus excentricidades. Me recuerda esto a un poema, en el que el autor habla
directamente a su lector en voz baja o despertándolo con un fuerte estruendo
emocional y mental que sólo a él, únicamente a él es con quien dialoga.
Alejandro Jodorowsky ya decía que los problemas deben ser constructivos. Así es
el arte, y así suele pasar, pero no siempre se cumple. Personas con gran
malestar destruyen los poemas, los ahogan de sentimientos inútiles, que, sin
embargo también se les puede encontrar sentido como de catársis personal. Todo
es válido en poesía siempre que eleve el espíritu.
De pronto me vi retrospectivamente a los 19 años en
la playa de La Pineda, una noche. Mi nombre es Elena.
Había pasado la tarde en Salou y no me había quedado
la noche ahí por los discobares cuyos guiris daban entradas, todos morenos de
sol, rubios casi albinos y ojos azules, descaradamente a la gente del paseo
Jaime I. A veces te miraban con aire despectivo si no te veían muchas ganas de
marcha. No entendían de tranquilidad. En cualquier caso, durante los últimos
días había estado leyendo Oda a la Vida Retirada de Fray Luis de León. Supe
interpretar con acierto sus versos, su conexión de lo humano con lo divino y la
naturaleza como escenario entre ambos. Pero aquella noche, tenía que hablar,
tenía mucho que decir, así que me bajé a la playa y me senté sobre una toalla
en la arena a las 11h de la noche. Había cenado algo y no tenía sueño. Mi
estado era natural, no había bebido café, ni alcohol, ni fumado ni tomado
ningún tipo de droga. Era lúcido total. No podía pensar más que en las luces a
la distancia de mi vuelta de Salou a la entrada de La Pineda. Lucecitas
armoniosas, divertidas, bellas en la distancia siempre, que suponían la
sucesión de casitas y apartamentos brillantes y que recorrían como en una
hilera el regreso. Algún barco en el horizonte acababa de zarpar desde el
pantanal. Generalmente petrolero, pero había noches en que incluso había otros
de menor tamaño. Me venían recuerdos de niña, precisamente en Salou, con mi
compañera de juegos Lara, en las ferias, con mi prima Cari, en el parquecito y
no comprendía por qué sufrían las personas mayores como mi padre cuando una vez
lo vi llorar en mi casa de Zaragoza. Pero mi padre era el más vitalista de los
humanos, mi madre le alcanzaba e incluso le superaba y mi amiga Lara y sus
padres iban en consonancia con los míos. Imbuida por tanta felicidad de niña,
todo era mágico y divertido. Mágico y lleno de sentido como la luz del pequeño
farolillo de luz que había traído a la playa para contar desde la arena una
carta, mejor dicho, para escribírsela al mar, sereno testigo entonces de mis
devaneos mentales y mis sentimientos aún confusos y fervientes de ser escritos
en papel. Las personas a las que amé, los sitios donde recé para que fueran
eternos, y el presente, una adolescente sentada sobre una toalla en la arena
con un candil a su lado, un cuaderno y un bolígrafo en su mano.
Quiero decirte, mar, que tengo que contarte mucho y
no contarte nada. Ya sabes que mi mundo interior es muy rico, pero que a veces
me siento autista, como si se me hubiera comido la lengua mi gata Luci y fuera
incapaz de profesar la palabra escrita para ser únicamente leída por ti y por
mí. Estoy mirando las luces, el paseo que puede ser el paseo de cualquier punto
de playa de España está a mis espaldas, por la carretera pasan pocos coches y
no tengo miedo que venga nadie a importunarme desde este sitio. Primero quiero
darte las gracias por tus caricias en mis pies, cómo te retiras para luego
venir dulcemente una y otra vez y así sucesivamente. Y por el rumor que calma
mi estado de desasosiego que una vez y otra me vuelve al escribirte.
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