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Paz y Ciencia

domingo, 20 de febrero de 2022

EL PAPEL DEL PADRE

 



EL PADRE A TRAVÉS DE LA HISTORIA

El concepto de padre a través de la historia ha ido evolucionando paralelamente al de familia.
Antes del padre existía el cabeza o jefe, fundador de una tribu o un clan. Después vendrá el hombre que pueda tener hijos con una mujer. Nace el concepto de padre y de aquí el de familia.

En Grecia y en Roma no era suficiente la paternidad biológica, el padre debía reconocer al hijo o hija y podía hacerlo con uno que no fuera biológico. El padre era un rey, un emperador, tenía un poder ilimitado, teniendo derecho de vida y muerte sobre su familia.

Durante el cristianismo, el lugar del padre continuo siendo hegemónico. Desde los orígenes del cristianismo, la familia fue considerada como una monarquía por derecho divino. El padre, el marido, es un amo que tiene como función explicar y hacer aceptar la obediencia absoluta al Padre universal.

Durante el primer milenio después de Cristo, la mujer representa las tentaciones de la carne y está considerada como un ser inferior, negándosele el derecho a pertenecer al grupo de los que piensan.

Hay que esperar hasta el siglo XI para que se condene el repudio y el concubinato y para que la mujer pueda acceder a tener un lugar en la familia.

En la Edad Media, la familia se diferencia según el nivel económico y social:

La familia urbana constituye un modelo de familia occidental, el hijo mayor hereda los bienes, otro hijo será sacerdote y a las hijas se les organiza el matrimonio.

En la familia aristocrática, el padre no se ocupa de los hijos, los confía a maestros, y sólo los conoce cuando los chicos han cumplido 15-16 años.

En la familia rural, la descendencia es abundante, el niño es un bien precioso que hay que proteger, pero cuando la descendencia es muy numerosa el infanticidio es frecuente, y la violencia paterna forma parte de la vida cotidiana (cf. la historia de “Garbancito”).

En el discurso humanista la educación y la relación afectivas irán muy ligadas.

Rousseau introduce la idea de que el niño necesita su medio natural para desarrollarse. A través de la unión estrecha con la madre, el niño entrará en contacto con el padre.

Desde el Renacimiento a la edad moderna, el padre siguió teniendo autoridad total sobre la mujer y los hijos, y es a partir del siglo XIX que empieza a tener ciertas limitaciones.

Por un lado, se encuentra bajo presión de las reivindicaciones de las mujeres y los hijos y por otro, el Estado va a ejercer una mayor tutela, sobre todo en las familias más carenciadas, como forma de proteger a los hijos de la negligencia paterna. El hijo empieza a tener derecho y el padre, obligaciones hacia él.

Esto supone un debilitamiento del status de padre, pero es de destacar, que aunque el Estado empiece a limitar los poderes del padre, su figura en el imaginario social seguía permaneciendo como el “padre terrible”, el padre burgués.

Un ejemplo paradigmático de esta situación es “Carta al padre” (Kafka, Franz, 1919), carta que nunca llegó a manos de su padre, donde se percibe la sumisión a la autoridad despótica de un padre arbitrario, sádico y la culpa y el odio que Kafka experimentó hacia él.

Sería el padre que en vez de representar la ley, según Lacan, es ley absoluta, lo cual impide la castración simbólica.

El discurso naciente del psicoanálisis corta con la representación médica del niño, de la madre y de la sexualidad. La influencia de Freud sobre las concepciones de la infancia, permanece marginal. Para Freud, el concepto de paternidad está directamente vinculado al complejo de Edipo, donde encontramos en su obra, dos elaboraciones sucesivas, la primera, en las cartas de Fliess(1897) y en “La interpretación de los sueños” y la segunda en “Psicología de las masas y análisis del yo”, cap. VII “La identificación”, 1921; la cual reviste mayor interés puesto que manifiesta que durante el periodo preedípico, el niño se interesa especialmente en su padre, quiere parecerse a él; sería la identidad de género que está adquiriendo el niño varón.

Con lo cual, para Freud es importante la figura del padre como modelo a imitar por parte del niño, además de cumplir con el rol de “castrador”, figura de interdicción respecto a los deseos incestuosos respecto a la madre.
“Tótem y tabú” (1913) es otra de las obras de Freud donde menciona al padre de la horda primitiva y el banquete totémico sería una forma de asumir la identificación con el mismo por parte de los hijos.

En “El yo y el ello” (1923), el sujeto se constituye como tal, a través de las identificaciones parentales, y el superyó es el heredero del Edipo, es la internalización de esas figuras edípicas, sobre todo en relación con el progenitor del mismo sexo.

En “El caso de Leonardo de Vinci” (Freud, 1910) considera que la presencia del padre asegura una adecuada identificación sexual.

En “El análisis de una fobia de un niño de 5 años, el pequeño Hans” (Freud,1909), no se basaba sobre el niño en sí, sino que fue realizado a través de la colaboración con el padre del niño.

Son los sucesores de Freud, su hija Anna, Melanie Klein, Françoise Dolto, Jenny Aubry… quienes desarrollen la orientación psicoanalítica de la infancia.

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