La definición de mindfulness de Thich Nhat Hanh
Una oportunidad de volver al presente de la mano de uno de los líderes espirituales más deslumbrantes del budismo contemporáneo.
Vivimos en un mundo demandante, saturado y revolucionado en exceso. Cada segundo de nuestros días, estamos expuestos a una cantidad de información tan vasta, que fácilmente se transforma en confusión. Inmersos en nuestra rutina dejamos de poner atención a qué es lo que sentimos, de disfrutar las cosas más sencillas de la vida, ocupados y ausentes, desfasados en el tiempo. Este ritual mecánico, lleno de metas falsas y promesas borrosas, nos ha alejado de lo esencial, del contacto con nosotros mismos.
Existe una persona que ha dedicado una parte importante de su vida a la difusión de la importancia de apaciguar nuestra mente y encontrar ese silencio que tanto nos hace falta, su nombre es Thich Nhat Hanh. Nació en Vietnam en 1926 y es un monje budista, conocido por ser el líder espiritual que popularizó en Occidente la práctica conocida como mindfulness o atención plena. Se trata de un sencillo método de meditación que propone, a través de una serie de ejercicios, conectar la mente y el cuerpo en el tiempo presente, para así podernos desarrollar armónicamente en el mundo moderno.
Se trata de lograr existir en el aquí y en el ahora, enfocar la atención a lo que hacemos en el momento, sin importar la actividad que desarrollamos, cualquiera que ésta sea —desde limpiar nuestra casa, trabajar, caminar o bailar. Esto no solo resulta beneficioso a nivel personal, sino afectará positivamente a nuestro entorno, nuestra colectividad.
El monje sostiene que otro rasgo característico de nuestro tiempo es la errónea creencia de que debemos estar constantemente ocupados, haciendo cosas sin detenernos para estar bien; la técnica mindfulness nos invita a detenernos, a no hacer nada más que ser, a dar prioridad a ese estado para existir armónicamente. Pero ¿cómo encontrarnos en ese estado?
Una de las múltiples ventajas del mindfulness es que, a pesar de ser una práctica budista, no es necesario formar parte de una religión específica o formar parte de alguna escuela espiritual para practicarlo. Se trata de entrenar a nuestra mente para vivir presente y enfocada. Los ejercicios son muy sencillos como atender la respiración. Éste es quizás uno de los ejercicios claves y al que podemos acudir constantemente: hacer conciencia de nuestra respiración nos devuelve al presente de forma natural e inmediata.
Otro ejercicio recomendado por el monje para tocar el presente es, simplemente, relajar nuestro cuerpo y prestar atención a cada una de sus partes, desde la cabeza a los pies. Practicar esta clase de atención nos conecta con nuestra dimensión física y permite atender posibles tensiones e incomodidades, miedos y preocupaciones que se alojan en nuestro cuerpo y se ven reflejadas a nivel muscular.
Es inevitable que, sobre todo al inicio de este tipo de ejercicios, una serie de pensamientos y distracciones lleguen a la mente (quizás estaremos preocupados por estar despejados). Naht Hanh sugiere que dejemos existir estas ideas, nunca aferrarnos a ellas, ni a deshacernos de ellas. Estar preocupado por estar despejado significa que estás consciente y eso es una buena señal.
Otros ejercicios recomendados por Thich Nhat Hanh implican prestar atención a los sonidos que nos rodean, descubrir cada sonido del paisaje sonoro que habitamos, algo que poco a poco nos permite decidir a qué le damos importancia en cada momento. Lo mismo puede hacerse con la vista: la meditación puede suceder de forma activa e inactiva. Cuando logramos entrar en un estado meditativo de manera activa, podemos volver al presente al descubrir con la vista cada detalle, textura, color y forma de lo que nos rodea.
Lo más importante es que, mientras suceden cada uno de estas fases o estados, lograremos descifrar nuestros sentimientos, así como la respiración o los sonidos de nuestro entorno se vuelven más claros, también lo será nuestro estado interior, el monje asegura que esta práctica es la oportunidad de atendernos de manera compasiva. Un acto de amor a nosotros mismos.
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