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Paz y Ciencia

domingo, 30 de mayo de 2021

Augusto Comte

 


EL CULTO A LA MUJER EN AUGUSTO COMTE

Desde la Francia de la Segunda República Augusto Comte (1789-1857), fundador del Positivismo y secretario durante siete años del Conde de  Saint-Simon -uno de los pioneros del socialismo utópico-, llegará a rendir culto a la mujer en la figura de su amante Clotilde de Vaux, ocultando bajo esa supuesta veneración, adoración y divinización de lo femenino[1], una concepción mixtificante para mantener a la mujer en su exclusivo rol subordinado de “madre” y “esposa”, siguiendo fielmente el estereotipo de la sumisión y domesticidad de la mujer, troquelado por Rousseau en el siglo anterior.          En la lección 50  de su Cours de philosophie positive[2] Augusto Comte afirma que un análisis biológico demuestra fehacientemente que la mujer permanece en un estado infantil perpetuo y que, de manera similar a aquella observada en los animales inferiores, ella posee una preponderancia de sus facultades afectivas. En efecto, para Comte, como señala Jorge Riezu, “el concepto y la función de la mujer en el orden social y moral, evoluciona en armonía con sus vivencias sentimentales y con su evolución afectiva. La mujer gana valor y prestigio conforme se acentúa en él el predominio del sentimiento y se hace más profundo el amor y veneración a Mme. Clotilde de Vaux”[3].

El culto a la mujer en Augusto Comte: Prëtesse Spontanée de l´humanité,  Tomás Moreno            En un principio reconoce que en la mujer hay una inferioridad humana en los terrenos de la razón y del entendimiento; pero al final hace de la mujer la realización más perfecta y la simbolización más eficaz de la Humanidad. La mujer tiene, según él, una inferioridad intelectual y racional, pero una clara superioridad afectiva, con predominio de los “sentimientos de simpatía”. De ahí que la mujer tenga una función especial en el orden social. Representa el predominio del sentimiento y de la sociabilidad y en ella se realiza el tipo perfecto humano. La sociabilidad de la mujer es superior a la del hombre porque en ella se da el predominio de los sentimientos afectivos y de los instintos simpáticos[4].
            La mujer debe ser, pues, utilizada como soporte moral y sentimental por el grupo masculino en sus valiosas empresas en aras del progreso de la Humanidad. Partiendo del ancestral concepto de la mujer como complemento  del hombre, Comte sostiene que ella es.        En su Système Auguste Comte no sólo destaca la obligación de la clase intelectual masculina de proveer sustento económico a la “clase afectiva” femenina sino que también señala que el progreso de la condición social de la mujer debe seguir la siguiente dirección: hacer su vida cada vez más doméstica, disminuir al máximo el trabajo fuera de casa y capacitarla, de manera cada vez más completa en su rol de moldeadora moral de los hijos o de educadora de la naturaleza moral de los hombres. El perfeccionamiento moral  en el cual consiste la felicidad del hombre, se obtiene, pues, por medio de la influencia de la mujer.
            En su Cours llegará a divinizarla para neutralizar su emergente ascenso y poder en la sociedad burguesa de su tiempo –la que va desde la publicación de la obra de Mary Wollstonecraft, Vindicación de los derechos de la mujer (1792), hasta la aparición de, La sujeción de la mujer (1869) de John Stuart Mill-  y confinarla, venerativamente si se quiere, en el altar del hogar familiar, “en el sagrado retiro de sus hogares”:

“Nacidas para amar y ser amadas, exentas de los deberes de la vida práctica, libres en el sagrado retiro de sus hogares, las mujeres de occidente recibirán de los positivistas el tributo de la profunda y sincera admiración que sus vidas nos inspiran. Ellas no sentirán escrúpulos en aceptar su posición de sacerdotisas espontáneas de la Humanidad, ellas ya nunca más temerán a una deidad vengativa. Desde la niñez, cada uno de nosotros aprenderá a verlas como la principal fuente de felicidad humana y progreso tanto en la vida pública como privada. Ya no existirá la influencia enervante de creencias quiméricas, y los hombres en todo el vigor de sus energías, sintiéndose los amos de un mundo conocido, se sentirán inmensamente felices de demostrar su gratitud al poder benéfico del afecto femenino. En una palabra, el hombre en estos días del futuro se arrodillará a los pies de la mujer y solo la mujer”[5].

            Dentro de este contexto socio-histórico el nuevo culto a la mujer propuesto por Comte, en textos como el citado, además de una justa recompensa por sus servicios, no deja de ser un intento de perpetuación de la familia burguesa y de su posición subordinada al servicio del varón, de la reproducción de la especie y de la crianza y cuidado de los hijos.



[1] La mujer debe ser objeto de un culto particular como representante especial de la Humanidad. A la mujer, como “Prêtresse spontanée de l’Humanité”, le asigna una misión transformadora y educadora del hombre. Cada mujer es, concretamente para el hombre, la personificación de la Humanidad. El culto femenino nos prepara para el verdadero culto a la Humanidad. Para toda esta temática véase Etienne Gilson, La unidad de la  experiencia filosófica, Ediciones Rialp, Madrid, 1960,  pp.307-314.
[2]A. Comte, Cours de philosophie positive, col. “Les intégrales de philo”, presentación de P. Dupouey, Natham, París, 1989. Hay traducción española en Magisterio Español, traducción de J. Sanguinetti, 1987.
[3] Jorge Riezu, La Concepción moral en el sistema de Augusto Comte,  Colección monográfica de la Universidad de Granada, 1981, p. 134.
[4] Système de politique positive ou traité de Sociologie instituant la religión positive de l’Humanité , (1851-1854)  tomo I., París, 1912, p. 235 ss.). Citado en Jorge Riezu, La Concepción moral en el sistema de Augusto Comte, op. cit.
[5] A. Comte, Cours de philosophie positive,op. cit., p136

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