PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

sábado, 18 de enero de 2020

Empatía





La empatía se refiere al mejor modo como el terapeuta puede entrar en el mundo del paciente, ver y experimentar la vida como lo hace éste. De hecho, el terapeuta experimentará, en cierto grado, los sentimientos del paciente. En la medida en que su empatía sea adecuada, el terapeuta podrá entender cómo la medida en que su empatía sea adecuada, el terapeuta podrá entender cómo estructura el paciente ciertos eventos y cómo responde a ellos. Es más, puede dejar entrever que es capaz en cierto modo de compartir la angustia del paciente. Esta expresión ayuda al paciente a percibir al terapeuta como un ser comprensivo, facilitando, por lo tanto, la posterior manifestación de los sentimientos y las cogniciones. A este respecto, una empatía adecuada facilita la colaboración terapéutica.

Pero además, existen otras ventajas derivadas de la empatía. Si el terapeuta logra percibir adecuadamente y compartir las expectativas del paciente, le resultará más fácil dar sentido a las conductas infructuosas del paciente y evitar emitir juicios de ellas. Por ejemplo, el terapeuta puede darse cuenta de que un paciente "negativista" o que muestra "resistencias" es, en realidad, una persona que se ve a sí misma incompetente y desesperada que piensa que piensa que no va a ser capaz de responder preguntas o de realizar las tareas asignadas para casa; por eso, ni siquiera lo intenta. El terapeuta empático debe ser capaz de comprender que el "paciente cínico" es una persona, que en el pasado, se ha sentido "defraudada" tantas veces que se muestra muy cautelosa ante la posibilidad de nuevas frustraciones.

La irritación que produce en el terapeuta el cinismo o el negativismo del paciente puede mitigarse mediante la comprensión empática de cómo las expectativas negativas del paciente le han hecho desconfiado y nihilista. Intentando proyectarse en el microcosmos del paciente, el terapeuta estará menos inclinado a reaccionar de un modo antiterapéutico. Más aún, "ensayando" las actitudes y cogniciones negativas del paciente, el terapeuta empático puede comenzar a desarrollar antídotos o contraargumentos para estas ideas negativas. A medida que empieza a "penetrar" en el mundo del paciente, el terapeuta empático puede verificar la exactitud con la que se está aproximando a la visión del paciente, comprobando si sus propios sentimientos evocados se corresponden a los de aquél. (Los terapeutas pueden mejorar sus respuestas empáticas mediante varios procedimientos de entrenamiento, como, por ejemplo, asumir el rol del paciente en una entrevista simulada).

El terapeuta debe tener cuidado de no proyectar sus propias actitudes y expectativas en el paciente, ya que ello podría distorsionar el informe de este. Por ejemplo, un paciente depresivo cuya madre acaba de fallecer no tiene por qué sentirse necesariamente triste o alterado. Algunos pacientes pueden interpretar tal fallecimiento en términos positivos -como un escape de su entorno duro y cruel. El terapeuta debe hacer que cada paciente exprese claramente su modo de reaccionar ante casos de este tipo.

En el extremo contrario, una fe excesiva en la empatía puede llevar al terapeuta a aceptar como verídica la representación negativa automática del paciente acerca de sí mismo y del mundo. Si el terapeuta no busca datos adicionales aparte de los que el paciente haya mencionado espontáneamente, puede llegar a creer que las interpretaciones de éste son fieles representaciones de su situación real. Así pues, debe buscar el equilibrio entre su comprensión empática y la comprobación objetiva de las introspecciones del paciente con otras fuentes de información; asimismo, debe someter a prueba la lógica implícita en las inferencias y conclusiones del paciente.

Es importante dejar clara la distinción entre empatía y simpatía. La segunda refiere más bien a un sentimiento de compasión hacia el paciente, a un compartir activo de su tristeza. Una respuesta abiertamente compasiva puede anular los intentos del terapeuta por suprimir las fuentes de angustia del paciente. La empatía, por otro lado, incluye un componente intelectual (además del emocional, por supuesto), a saber, conocer la base cognitiva de los sentimientos del paciente; implica asimismo la capacidad de mantenerse independiente de los sentimientos del paciente (que pueden incluir ira o ansiedad, junto con la tristeza) a fin de preservar la objetividad hacia sus problemas. Aunque empático puede darse cuenta de cómo el pensamiento del paciente le lleva a un determinado sentimiento, no tiene por qué estar de acuerdo con tal pensamiento si éste es erróneo, ilógico o si acentúa un problema, en vez de resolverlo. Deberíamos subrayar, no obstante lo valioso que es el hecho de que el terapeuta acepte que los pensamientos, sentimientos y deseos del paciente son válidos para éste, por lo cual él no debería ignorarlos, rechazarlos ni intentar "hablarle al paciente como si no existieran".

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Núm. Col.: A-1324
Teléfono: 653 379 269
INSTAGRAM: Psicoletra Zaragoza


No hay comentarios: