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Paz y Ciencia

martes, 7 de enero de 2020

C.I. y Talentos

En la década de los '70, un científico de Harvard introdujo un nuevo concepto acerca de lo que llamamos usualmente como inteligencia. Como era de esperar cuando alguien postula una teoría que no sigue los mismos paradigmas de los modelos clásicos, en ese momento la comunidad académica y científica no respaldaron, en su mayoría, la propuesta del psicólogo Howard Gardner, quien había sacudido, de alguna manera, la óptica convencional de lo que se comprendía por inteligencia.

Cociente intelectual

Si bien, Gardner no desmentía ni le restaba valor a las teorías ni a las pruebas que se encargaban de “medir” el famoso IQ (cociente intelectual), lo que hizo el científico fue preguntarse ¿por qué llamar inteligentes únicamente a quienes les va bien con determinadas materias como las matemáticas o la lingüística?
Claro, está idea se encuentra tan arraigada en las culturas occidentales como la nuestra, que a quienes tienen grandes dotes en la música o en el deporte, les llamamos personas “talentosas”, pero no inteligentes. Tal vez este fue el motivo por el cual la teoría de Gardner no fue aceptada de manera inmediata, principalmente, porque iba en contra de pensamientos casi intrínsecos de los seres humanos sobre lo que conocemos como inteligencia y su exclusiva relación con el éxito en el colegio, las buenas notas, y con los números y letras.
Howard Gardner
Las ideas que giraban en torno al concepto llevaron a Gardner a cuestionarse constantemente qué clase de criterio o qué tipo de requisitos tenía que poseer una actividadhabilidad o talento, para que merezca ser juzgado como inteligencia. En realidad, las respuestas que obtuvo de sus colegas, no llenaron jamás sus expectativas. En base a ello, debemos preguntarnos si es correcto que afirmemos que la inteligencia sea propiedad exclusiva de personas de alto coeficiente intelectual. Para Howard Gardner, la respuesta es clara.
Esta crítica, lejos o cerca de cuestionar las ideas pre establecidas que tenemos acerca del término, apunta más a la educación que recibimos desde que somos niños. Si partimos del punto de vista escolar, pues, entenderíamos que todo niño que tiene excelentes calificaciones en matemáticas es inteligente, y aquel niño que es bueno en el fútbol, es talentoso. Y así, crecemos con este tipo de razonamiento que muchas veces nos limita, y nos hace creer que no somos inteligentes, y que estamos condenados a no tener éxito en la vida.

Las pruebas de inteligencia

Los resultados de las pruebas de “inteligencia” nos producen temor, angustia, y muchas veces el producto de aquellos test pueden estar contaminados por ese tipo de sensaciones. Solemos pensar que estas pruebas son determinantes en nuestra vida, y si nos va bien en ellas, pensaremos que seremos buenos en todo lo que hagamos en la vida; y si nos va mal, también creeremos que nos irá mal en todo. Es así como pensamos la mayoría de personas en relación a las pruebas de IQ, y la responsabilidad de ello, por supuesto, está en el sistema educativo, como menciona Gardner.
Partiendo de esa lógica, mientras nos encontremos en la escuela y tengamos buenas notas en matemáticas y letras, pensaremos que somos inteligentes. Nuestro autor sostiene que aunque tengas el “mayor” coeficiente intelectual jamás observado, y no puedes manejar tus emociones, no puedes comprender a las personas o no te entiendes a ti mismo, no serás inteligente en otras áreas.

¿Qué es la inteligencia?

Si nos preguntamos qué es la inteligencia, tal vez le proporcionemos significados diferentes o parecidos en algún sentido, pero ¿cómo define Gardner la inteligencia? El científico suele realizar su explicación aduciendo que dentro de nuestro cerebro tenemos una serie de “ordenadores” independientes que poseen diversas funciones.
Intelligence
Uno de ellos se puede encargar de la información musical, otro del razonamiento lógico matemático o de la información espacial, entre otros. Es decir, no sería correcto pensar que nuestro cerebro posee un único ordenador, o sea, un solo tipo de inteligencia. Los cerebros son diferentes en todos los seres humanos, y encasillarnos a pensar que solo cumplen con una función, sería inapropiado.
Estos “ordenadores” que refiere Gardner es la equivalencia a la inteligencia, y cada uno de nosotros posee diversos tipos, por eso que el psicólogo norteamericano plantea una educación personalizada. Los niños, son diferentes unos a otros, entonces, lo más adecuado en el sistema educativo es dar una formación distinta a cada uno de ellos.

Conclusión

Es necesario descubrir qué clase de actividades le apasiona a los alumnos y qué les es más importante, para educar en función de ello. Esto no quiere decir que se debe formar dejando de lado ciertas materias que no son del mayor interés del niño, para nada. Ellos deben aprender todas las asignaturas, pero eso sí, no hay ninguna razón para enseñarles de la misma manera a todos. Que un tipo de inteligencia se desarrolle más que otra, no representa una dificultad en la realización personal, pero aun así, no se debe dejar de estimular otras.

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