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Paz y Ciencia

jueves, 24 de noviembre de 2011

Sobre la acritud de la antipsiquiatría y la contrapsicología




Para empezar hay que alabar el espíritu crítico de esta corriente que nace en los sesenta-setenta en un contexto donde los pacientes tenían muy pocas libertades y se les trataba con medios muy invasivos y poco éticos.
El "Anti" y el "Contra" es algo que no es de mi agrado, creo que hay que proponer en positivo. Hace poco publicaba una carta de unos compañeros que decían "Stop-DSM", muchas sociedades científicas, por ejemplo a la que pertenezco, se han unido.
Actualmente la antipsiquiatría y la contrapsicología defiende la libertad del individuo para elegir según su responsabilidad. Considerando que aunque su voluntad esté mermada no debe ser una única persona la que decida los designios de esa persona, por ejemplo un ingreso forzoso. Claro está que hay excepciones cuando hay peligros de homicidios o suicidios. Habría debate sobre la libertad para suicidarse pero eso es algo sociológico, antropológico y fruto más de una mesa redonda.
La antipsiquiatría y la contrapsicología, según me atraen, son posturas que procuran denunciar el establishment psiquiátrico. Es francamente triste que el que más grite en una reunión de sabios se lleve el gato al agua y consiga su diagnóstico. El DSM se está convirtiendo en algo verdaderamente atroz. Queriendo homologar la psiquiatría a la medicina orgánica se está procurando hacer diagnósticos de "acalculia", TDAH con su correspondiente medicación fuerte y otras cuestiones que afectan a nuestros hijos, débiles e indefensos. Es verdaderamente atroz esta lógica que lleva el DSM. El duelo es considerado un "Trastorno Adaptativo". Existen duelos complicados, aquellos que se demoran en el tiempo y que traen consigo problemas del estado de ánimo, disociativos, etc.
El DSM, como manual "sagrado" para diagnosticar a personas me parece una falta de sensibilidad. Es útil para la comunicación entre profesionales, aquí lo he dicho muchas veces, hasta el cansancio, pero una persona quiere soluciones. A veces saber qué es lo que le pasa le puede ayudar. Pero no confundamos el nombre con la cosa en sí. Las personas no se pueden etiquetar, esto no es botánica ni nada que se le parezca.
Existen muchas personas a las que he leído y he visto en speech que consideran que esta ciencia "psi" no aporta nada, que es un fraude.
Creo que hay muchos profesionales honestos en la profesión y no hay que confundir la parte con el todo. Creo que la ignorancia no es aliada de la razón, el progreso, la evolución y la creatividad. Tampoco creo que el acatamiento y la sumisión lo sean. Por eso los pacientes deben hacer preguntas y preguntarse cuestiones, esto es un proceso activo.
Recién he visto a un señor diciendo que la psicoterapia no puede cambiar la "fisiología" del cerebro. Se ha demostrado que el flujo sanguíneo aumenta en zonas prefrontales a lo largo de una psicoterapia. Es decir la persona piensa con más claridad.
Los fármacos aplacan un síntoma, que es un significante de que algo no va bien, aliviar esos síntomas no es solucionar el problema, es tapar el problema para que la vida "siga igual". Y ese "escurrir el bulto" es el problema en muchas ocasiones. El trabajo de la psicoterapia requiere esfuerzo, compromiso, alianza, constancia y curiosidad. Es algo bello y eficaz pero no depende de un oráculo que le diga a la persona qué es lo que tiene que hacer según un protocolo preestablecido en función de un trastorno. Eso es esquemático y orientativo pero cada sujeto singular reacciona de forma diferente.
Los diagnósticos sirven al profesional para poder trabajar con una imprevisible previsibilidad de cuáles serán las reacciones de la persona y cómo diseñar el tratamiento, cuáles son los puntos fuertes y ciegos del consultante. Por lo demás es un fastidio.
Un abrazo. Rodrigo Córdoba Sanz.

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