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Paz y Ciencia

martes, 2 de marzo de 2010

Hablar de corazón a corazón

Uno es igual a todos en su diferencia.


Existen muchos intercambios sociales. No obstante muchos son superficiales y superfluos desde un punto de vista humanístico. Intercambios genuinos y auténticos, de esos que puedes sentir en la nuca el regocijo por compartir una conversación con otro hay pocos.
Existen personas que sufren por ser como son, esas son etiquetadas de diagnóstico de personalidad.
Son oficial y "manualmente" de difícil manejo, y es cierto, y sólo eso, que pueden resultar agotadoras por su torrente de emociones.
Hablo de las personas dramáticas, erráticas y emotivas. Hablo de un grupo de personas de difícil manejo en la clínica por no adherirse con demasiada conciencia a los tratamientos.
No obstante eso es una regla del pasado que responde a unas normas técnicas y teóricas anticuadas. Ahora se sabe que el paciente del Cluster B, sobre todo el Borderline, necesita un mayor sostén, desarrollar la empatía, fortalecer las defensas y sostener las angustias, dar contención y psicoeducación son nuevos elementos que sumados a la técnica psicodinámica hacen que se pueda trabajar de manera fértil con estas personas.
Muchas de ellas se comunican a un nivel muy profundo. Son capaces de bucear en emociones inabarcables y tienen una fina sensibilidad que a veces se torna esquiva, huidiza y difuminada.
Son personas que presentan miedo al abandono, miedo a la soledad, disociación, tendencias autodestructivas y un sentimiento profundo de su self como vacío, fútil, tedioso. No existe un claro concepto de lo que son. Kohut, Gunderson y Kernberg hablan de trastornos del self y trastornos de la identidad. Son personas que no tienen una constancia objetal, no se valoran a lo largo del tiempo igual, de hecho oscila su forma de estar en el mundo, su modo de sentir puede ser más o menos intenso y cambia también el modo de vivirse, de habitar su cuerpo, el trabajo, las relaciones interpersonales...el mundo.
En los manuales y libros sobre el trastorno borderline existe una clara carencia, el olvidar a estas personas desde su potencial. Esos libros de psicopatología no han sido escritos por Abraham Maslow evidentemente y el psicoanálisis, que es la corriente que más obras ha vertido sobre este tema prima los fenómenos de splitting, de problemas en la transferencia/contratransferencia y otras teorizaciones.
Esto deja de lado lo que son capaces de hacer sentir estas personas, el grado de conexión que pueden realizar, el nivel de implicación y el amor que pueden sentir hacia múltiples objetos. Un amor quebrado por las distorsiones cognitivas que a veces desdibujan la realidad.
Si algo echan en falta estas personas es un profesional cálido pero también firme y seguro, asertivo y decidido, informado y claro en la puesta de límites.
Si se les ofrece un marco adecuado se pueden tener experiencias terapéuticas muy gratificantes para paciente y terapeuta. Lo sorprendente es lo que son capaces de hacer fuera de los despachos y hospitales. Algunas personas son muy funcionales y son capaces de tener un trabajo, a veces de menor nivel que el de la cualificación haría pensar. El peaje por el estrés es duro de llevar y muchas veces se estima necesaria una medicación.
Esquemáticamente: ISRS para la conducta autolítica y los trastornos del humor; Bajas dosis de antipsicóticos para la ira y los trastornos cognitivos; Eutimizantes para regular el estado de ánimo y Ansiolíticos para la ansiedad.
Si un paciente toma más de 4 fármacos es que el tratamiento no está yendo como debiera. O que necesita un soporte psicoterápico, que en principio debiera ser la base del tratamiento.
Creo que el aceptar sus limitaciones y aptitudes, capacidades y problemas forman parte de un tratamiento compensado, acompañado de los psicofármacos. No hay que presionar para "normalizar" a estas personas (ni a ninguna otra) puesto que la diversidad es lo que puede hacer que el intercambio con ellos sea genial.

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